Editorial: La extradición de La Barbie y El Coss

Un delito multinacional como las drogas exigen acuerdos soberanos entre México y Estados Unidos sobre los narcotraficantes

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Crédito: EFE

El problema del narcotráfico no tiene fronteras. Estados Unidos y México están íntimamente ligados en este aspecto, uno por ser una nación de consumidores de drogas y el otro de productores. Por eso, la extradición de capos de la droga es un recurso más que debe ser usado acorde a las circunstancias determinadas por la colaboración bilateral.

En este marco es bienvenida la extradición a Estados Unidos de Édgar Valdez Villareal, “La Barbie”, quien fue un cruel operador de los hermanos Beltrán Leyva y de Eduardo Costilla Sánchez, “El Coss”, considerado uno de los líderes del cártel del Golfo y de los Zetas, junto a otros 11 detenidos por drogas y asesinatos.

La extradición de un nacional a otros país es siempre complicada. Hay quienes la ven, bajo cualquier circunstancia, como la claudicación del derecho soberano de un país. Estas cuestiones son muy importantes como para ser ignoradas. Cada gobierno tiene derecho a juzgar a sus ciudadanos según las leyes del país y a decidir qué tipo de castigo recibirá -en caso de ser hallado culpable- para que cumpla la condena dentro de sus fronteras.

México no es una excepción a pesar de tener un cuestionado sistema judicial y prisiones incapaces de mantener encerrado a El Chapo Guzmán en dos ocasiones. Un acto soberano no significa oponerse automáticamente a la extradición, sino que es tomar las decisiones que más convengan sin ceder a otras presiones.

La fuga de El Chapo sin lugar a dudas ha pesado en la relación bilateral en el combate al narcotráfico y es inevitable ligarla de alguna manera a estas últimas extradiciones, a pesar de la negativa del gobierno mexicano de que esta no es una “extradición express” sino la culminación de un proceso de varios años.

Las extradiciones son fruto de negociaciones entre México y Estados Unidos iniciadas aparentemente en junio pasado y restauran la confianza perdida por la huida de Guzmán. Es más, si él fuera capturado por tercera vez, su extradición ya fue aprobada recientemente en México.

El narcotráfico operará a sus anchas sin una colaboración cercana entre ambos países, fortaleciéndose cuando reina la desconfianza. Los delitos ocurren en territorio de México y Estados Unidos, por eso la coordinación debe existir tanto en los operativos como a la hora del castigo.

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