Varios de los más prominentes líderes juveniles de la comunidad inmigrante (“dreamers”) están trabajando para las campañas de precandidatos presidenciales demócratas, pero Cristina Jiménez, directora de United We Dream (UWD), afirma que su organización está muy poco interesada en esos compromisos o en ofrecer apoyos electorales.
Como directora administrativa de UWD, Jimenez maneja la red de “dreamers” más grande del país, nacida de las primeras luchas por elevar el perfil de los estudiantes indocumentados que hace más de una década iban declarándose públicamente para luchar por su estatus.
UWD fue fundada en 2008 luego del fracaso del Dream Act en el senado en el año 2007 con la ayuda del Centro Nacional de Leyes de Inmigración (NILC). Su primer congreso tuvo 40 participantes, hoy tienen 55 organizaciones afiliadas en 26 estados.
“Mientras estemos en este ciclo electoral no vamos a tomar ninguna posición sobre ningún candidato”, dijo Jiménez. “Nuestro trabajo es crear presión sobre todos ellos y mantenerlos así. Esa es nuestra función. No como muchos sindicatos que están cuadrados con un partido y nada más”.
Así ha sido. El mismo día de la entrevista con Jiménez, su organización había lanzado un mensaje a los medios, ligando al gobernador republicano de Texas, Gregg Abbot, con las “peligrosas políticas migratorias del Presidente Obama” de asignar a la policía en tareas migratorias.
Unas semanas antes, UWD lanzó un ataque contra Hillary Clinton por recibir dinero de personas vinculadas a las empresas de cárceles privadas y exigiendo que tomara una posición como la de otro precandidato, Bernie Sanders, que se opone al uso de empresas privadas en el encarcelamiento de estadounidenses, o de inmigrantes.
Pocos días después, la campaña de Clinton anunció que daría a caridad todo el dinero recibido de estas empresas y que si llega a la presidencia, el gobierno ya no usaría cárceles privadas para detener a inmigrantes.
“Nos vemos en el campo de batalla”
La peruana Lorella Praelli y la ecuatoriana Cristina tenían mucho en común: las dos de Suramérica, las dos inmigraron cuando eran menores de edad, las dos tuvieron que navegar, como tantos miles de otros jóvenes, la realidad de ser indocumentadas.
En UWD, donde Praelli era directora de política y defensa de la organización, ambas eran compañeras y colegas. Pero llegó el momento en que estarían en diferentes campos.
“Cuando Lorella recibió la oferta, las dos nos miramos y pensamos lo mismo. Sabíamos que todo iba a cambiar. Éramos hermanas de un movimiento. Le dije: “nos vemos en el campo de batalla”. Las dos reímos porque sabíamos lo que eso significaba”, dijo Jiménez.
Ahora, Praelli es directora de relaciones con la comunidad para la campaña de Hillary Clinton. Su trabajo es promover a la candidata en la comunidad latina.
También amigo de Jiménez es Cesar Vargas, otro colega “dreamer” que fundó Dream Action Coalition y que ha luchado por años para que le permitan ejercer su carrera de abogado, aún siendo un indocumentado o “Dacamentado”. Vargas fue contratado por la campaña de Bernie Sanders para un puesto similar.
Jiménez piensa que esto es bueno, siempre y cuando no se trate únicamente de promover a la candidata sino también “que sus experiencias y valores influencien a las campañas”.
Para UWD, mantenerse crítico y alejado de las campañas “nos da poder político”, afirma.
“Los intereses de los partidos son diferentes y muchas veces no están de acuerdo con los intereses de la comunidad”.
“Ya tuvimos muchas promesas sin cumplir”
Los “dreamers” son veteranos de las promesas incumplidas, dijo Jiménez. Por eso que los candidatos den una plataforma de apoyo a la reforma migratoria o a DAPA/DACA no es suficiente para UWD.
“Queremos más de ellos. No sólo lo que los demócratas han prometido, apoyo público a una reforma, proteger e implementar las acciones administrativas que logramos de Obama, eso no es suficiente”, añadió.
Las promesas hechas por Barack Obama en 2008 sobre la reforma migratoria no fueron cumplidas. Lo que se logró, dice Jimenez, fue a base de mucha presión de organizaciones como UWD y muchas otras organizaciones de base.
“Sabemos que en 2017 vamos a estar teniendo que presionar al nuevo presidente”, dijo la líder.
Más allá de las reformas y la legalización de inmigrantes, el movimiento quiere ver un cambio más profundo en los políticos estadounidenses.
“Más allá de Trump o los republicanos, queremos algo más de los demócratas: que tengan el valor y el liderazgo moral de hablar de las familias inmigrantes como somos. Que reconozcan que las leyes de este país criminalizan al inmigrante que viene a trabajar”, añadió Jiménez.
“El día que los políticos acá digan que mis padres son iguales a todos los padres trabajadores, que mi hermano estudiante es igual a todos los estudiantes, ese día habremos cumplido nuestro cometido”, apuntó.