Cuando un grupo de inmigrantes estaban a salvo y a bordo de una lancha de la Patrulla Fronteriza (CBP) luego de haber chocado la panga pesquera en la que viajaban contra una embarcación de las autoridades migratorias, Héctor López, uno de los sobrevivientes, comenzó a preguntar por su prima de 32 años.
“¿Dónde está Chela? ¡falta Chela! ¡hay que buscar a Chela!”, gritaba desesperado.
“¡Levantemos la panga! ¡Levantémosla!” continuaba entre gritos de pánico. Apenas lo hicieron el cuerpo de la muchacha salió flotando.
La subieron al barco y le empezaron a dar los primeros auxilios. “¡Una ambulancia! ¡una ambulancia!”, clamaba el primo. El helicóptero para darle auxilio tardó en llegar por ella alrededor de 45 minutos, recuerda Héctor López.



La última imagen que tenía de su prima antes de que la panga fuera alcanzada en altamar fue su cara llena de miedo y sus gritos de pánico.
“Días después de que se la llevaron en el helicóptero, nos dijeron que Chela no había sobrevivido”, cuenta aún destrozado por la pena.
Una ilusión que terminó en el mar
En México, Graciela López Franco le había dicho a López, quien es su primo-hermano, que se quería ir con él a los Estados Unidos. En marzo había tratado de sacar la visa de turista para venir por avión pero se la negaron.
“Chela” como la conocían sus amigos y familiares vivía en Arandas, Jalisco con sus padres y sus 12 hermanos. Tenía una pequeña tienda de abarrotes.
Quería llegar a Atlanta a reunirse con un hermano que vive ahí.
“Era muy alegre, bonita y estaba muy sana. Venía con la ilusión de trabajar y ayudar a sus papás que todavía tienen dos hijos menores. Soñaba incluso con ahorrar lo suficiente para regresar a Jalisco y abrir su propio restaurante”, cuenta López.
Chela era la única mujer del grupo de 18 inmigrantes que salieron de Ensenada y que buscaban llegar a San Diego en una lancha pesquera.
Fue la única del grupo que murió tras el choque entre la panga y una lancha del CBP el pasado 18 de junio.



López reconoce que la tragedia pudo haberse evitado si los coyotes se hubieran parado, pero también cuestiona la tardanza de las autoridades de migración en darle auxilio.
“Por qué no la llevaron al muelle de inmediato. Yo les decía que llamaran a una ambulancia, un doctor. ¡Me quería volver loco!“, narra.
El cuerpo lo entregaron a sus padres un mes después. “Ellos están muy dolidos”, asegura Héctor López.
Dudas sobre su muerte
“Yo creo que la muchacha no se ahogó, sino que murió por el golpe que recibió en la cabeza cuando el barco de la Patrulla Fronteriza nos pegó. Eso pensamos varios”, dice contundente Edy Israel Ruiz Álvarez, otro de los sobrevivientes. Héctor López precisa que hasta ahora la familia no ha recibido un reporte oficial de su muerte.
Pero la cónsul de México en San Diego, Remedios Gómez Arnau, despejó cualquier duda al asegurar que ellos recibieron un reporte del médico forense que indica que Graciela López murió por ahogamiento. “Aunque traía chaleco salvavidas, ella quedó abajo de la panga cuando se hundió y eso tal vez le impidió salir a flote y nadar para salvarse”, considera.



De los 18 inmigrantes sobrevivientes, tres fueron hospitalizados.
Al salir del hospital fueron llevados a un centro de detención en San Diego donde permanecieron varias semanas. Siete de ellos quedaron libres tras el pago de una fianza y les permitieron quedarse en el país para dar testimonio contra los dos coyotes. Dos inmigrantes más fueron deportados a México de inmediato, y el resto han comenzado a ser enviados a México.
Si bien salieron con vida, los sobrevivientes aún no se reponen del daño emocional.
“Todos estamos traumados, nerviosos. Tenemos pesadillas, no podemos dormir”, dice Héctor López secundado por los tres sobrevivientes que hablaron con La Opinión y quienes por primera vez contaron a un medio de comunicación los pormenores de la tragedia que vivieron en alta mar al intentar entrar a Estados Unidos.