Amenaza de redadas reabre heridas en corazones angelinos
Activistas pidieron al Presidente Obama cesar presuntas redadas masivas contra menores centroamericanos y sus padres
“Nos traumaron”.
Así resume Vanessa González, una estudiante de 23 años, el golpe emocional por la deportación de su padre hace cuatro años y su posterior fallecimiento. Ella no pudo ir a su sepelio.
González cuenta que estando en México, lejos de su familia, su padre cayó en una profunda depresión y murió. La Navidad pasada fue muy triste. Sin él, su hogar -en Van Nuys- no ha vuelto a ser el mismo.
“Cuando pasan historias iguales me pongo sentimental, vuelven los recuerdos”, dice esta joven, que la madrugada de este miércoles llamaba sin cesar a la oficina del presidente Barack Obama en la Casa Blanca para pedirle que no expulse a los niños de Centroamérica ni a sus familias, una amenaza que se concretaría en unos días.
“Mi papá era adulto, pero cuando son niños es peor. Saber todo lo que han pasado, venir en tren, pasar frío, para que los deporten”, comparó González sosteniendo con una mano su celular y con la otra un guión que leía cada vez que le respondían los telefonistas de la Casa Blanca.
“Los niños de Centroamérica y sus familias huyen para ser protegidos, no deportados”, citaba el texto, elaborado por iniciativa del grupo Hermandad Mexicana Transnacional en Panorama City, en el Valle de San Fernando.
Teresa Moreno también llamó y leyó la frase, recordando al padre que ve unas veces al mes en Tijuana. A él lo deportaron hace cinco años en una redada. Los agentes migratorios llegaron a su domicilio en Los Ángeles luego de que falló en su intento por obtener un estatus migratorio.
“Esto es personal para mí”, expresó Moreno, residente de San Diego, al hablar sobre el supuesto plan de expulsar a los menores que ya recibieron una orden de deportación en ausencia, ya sea porque su caso fue rechazado o por no presentarse ante un juez de inmigración.
“Yo lo he vivido y no es bonito”, señaló la joven de 27 años. “Es difícil tener a la familia separada, porque mi padre no ve crecer a sus nietos, ni los acompaña a sus juegos, ni está en los eventos familiares”.
En menos de una hora, Moreno había realizado 10 llamadas al presidente Obama.
Primero las telefonistas le escucharon con atención, pero después se frustraron por su insistencia y no le permitieron dejar mensajes de voz, según ella.
Moreno y González fueron parte de un grupo de personas que desde la oficina de Hermandad Mexicana Transnacional en Panorama City pidieron a Obama que cesara las presuntas redadas a gran escala que estarían programadas para los primeros días de enero.
“Las familias mexicanas hemos sufrido por las redadas y deportaciones, y estamos con las familias de Centroamérica para lograr que paren las deportaciones de quienes vienen huyendo de la violencia”, dijo la directora del grupo, Gloria Saucedo.
Esta acción se une a la que realiza esta semana más de veinte organizaciones comunitarias en Los Ángeles, así como a clínicas legales y campañas informativas en defensa de los menores refugiados. Incluso cientos de iglesias en todo el país han ofrecido cobijo a quien lo necesite.
“Estamos muy preocupados”, dijo Alicia Flores, quien viajó de Oxnard al Valle de San Fernando para llamar a la Casa Blanca. “Debemos decirle al Presidente que no estamos de acuerdo con las redadas”.
El pedido de llamadas también lo hizo La Coalición de los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Angeles (CHIRLA).
“Empezando hoy (martes) hasta que escuchemos lo contrario, le pedimos al público que inunde la Casa Blanca llamando al (202) 456-1111 y/o que escriba postales al Presidente Obama en la Casa Blanca, Washington D.C. y le pida que de el regalo de una familia. Protección para inmigrantes, no deportación”, indicó Angélica Salas, Directora Ejecutiva de CHIRLA.