LAPD incrementa esfuerzos contra arrancones y carreras ilegales de autos
Un equipo especial que colabora con otras agencias del orden es la nueva estrategia de la Policía de Los Ángeles

El sargento Jessee Garcia del LAPD revisa un auto para ver si ha sido modificado y es usado para carreras ilegales de auto. Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinion
No es casualidad que la noche de este viernes un auto deportivo de color amarillo ronde una estación de gasolina en la calle Figueroa, en el Sur de Los Ángeles. Ahí está una patrulla de la Policía y es posible que el conductor del ‘muscle car’ sea un vigía que recorre el vecindario.
“En varias ocasiones hemos notado que nos están siguiendo”, dijo el sargento Jesse García, quien desde septiembre dirige la nueva estrategia de la Policía de Los Ángeles (LAPD) para combatir las carreras ilegales de autos, un equipo especial que colabora con otras agencias del orden.
Esta noche nublada y fría parece haber desalentado a los corredores sin ley, pero hace dos semanas en esa misma zona trataron de reunirse clubes de lugares tan lejanos como San Francisco. Venían a su “Mundial de Arrancones”, pero la Policía les aguó la fiesta.
Patrullaje agreviso
Más de 50 agentes del LAPD, de la Patrulla de Carreteras de California (CHP) y de la Policía de Vernon (VPD), corporaciones que integran la unidad denominada Carreras de Autos y Rastreo (SRT), patrullaron agresivamente el sector tras enterarse de la reunión por su trabajo de inteligencia.
“Tuvimos tanto impacto que el sábado [el día siguiente de los operativos] los clubes no salieron”, dice García, quien dirige a 12 agentes del LAPD dentro del SRT, la única unidad en su tipo en esta metrópoli.
Este nuevo esfuerzo no solo incluye multar a los infractores, sino que está creando una base de datos para reportar a los reincidentes ante el Departamento de Vehículos de California (DMV), algo que está resultando en la suspensión de sus licencias de manejo.
Asimismo, los agentes del SRT están certificados para inspeccionar y multar vehículos con motores alterados y dispositivos ilegales. Por todo ello, el golpe al bolsillo de los corredores ahora es más duro.
“Muchos son choferes, trabajan, tienen familias y quitarles las licencias y los carros les duele, eso sí funciona”, afirmó García mientras recorría una solitaria calle del Sur de Los Ángeles.
No existen estadísticas sobre incidentes relacionados con esta actividad, pero la Policía asegura que va en aumento, algo que atribuye a la popularidad de las películas The Fast and the Furious, la serie de documentales Street Outlaws y los videojuegos como Need for Speed y Grand Theft Auto.
De septiembre a enero, el equipo SRT extendió más de 2,600 multas por participar en arrancones, conducir a exceso de velocidad y por modificaciones ilegales. Y decomisó más de 200 autos.
Diversas corporaciones también se han reunido para apoyar una legislación que endurezca las penas por realizar las alteraciones que desbocan los motores de los coches.
En abril de 2015, más de 40 choferes y espectadores fueron arrestados por agentes del Sheriff y del CHP por organizar una carrera callejera en una zona desolada del Sur de Los Ángeles.
Los castigos por este delito van de uno a 24 días de cárcel y la confiscación del auto por un mes.
Alguna de las recientes tragedias
Es larga la estela de dolor que han dejado los arrancones en el Sur de California.
- A finales de febrero, tres personas murieron y cuatro resultaron heridas luego que una competencia sobre ruedas desatara un aparatoso choque entre varios vehículos en la carretera 5, en Commerce.
- Según reportes, Dealio Lockhart, de Whittier, competía en su Dodge Challenger con otro auto cuando uno de éstos perdió el control y se impactó contra un camión de una empresa de paquetería. La Procuraduría del condado le fincó a Lockhart, de 35 años, cargos por asesinato en segundo grado y otras faltas. Si es hallado culpable pasaría el resto de su vida en una prisión estatal.
- Tres personas murieron en noviembre pasado en una carrera ilegal que se realizó en un tramo de la calle Malt, de la ciudad de Commerce, que se suele usar como pista clandestina.
- Unos meses antes, dos espectadores fallecieron cuando un vehículo marca Mustang perdió el control y se fue contra la multitud en Chatsworth. La conductora, Karen Gary Balyan, de 44 años, se declaró culpable en diciembre por dos cargos de homicidio vehicular con negligencia grave y admitió que huyó de la escena después del accidente.
- A finales de 2014, una mujer murió en un choque que involucró a dos camionetas que participaron en una carrera ilegal esporádica que alcanzó una velocidad de 100 millas por hora en Paramount.
Espías de la Policía
Para evadir a las autoridades, los clubes de autos usan métodos cada vez más sofisticados, como vigilantes en sitios estratégicos, escuchar en teléfonos y aparatos especiales la frecuencia de radio de las agencias y comunicarse a través de conversaciones privados en las redes sociales.
Pero la Policía también cambió sus tácticas. Los agentes de la unidad SRT se comunican por medio de sus celulares y siguen las publicaciones en Internet de quienes organizan las carreras callejeras.
“Esto es lo que hacen”, indicaba el sargento García mientras observaba el video de un vehículo “quemando llanta” y que se publicó en una cuenta privada en Facebook.
Hay marcas de neumáticos en el estacionamiento de una tienda por departamentos en Boyle Heights, como prueba de que es un lugar de reunión de los corredores. Así lo confirman fotos en Internet.
“Esto afecta la calidad de vida de la gente que vive aquí y no es justo que toleren estas cosas”, decía el agente García cuando su patrulla pasaba sobre los círculos negros que pintaron las llantas.
Cerca de ahí, en una zona industrial que colinda con el río Los Ángeles, otro sitio que frecuentan los choferes de autos con potentes motores, Carlos González presumía su deportivo con luces de neón.
“He gastado como 3,000 dólares en arreglos, lo compré totalmente golpeado y le puse varias partes”, presumía este joven de 20 años que frente a la Policía negó estar involucrado en arrancones.
“¡Yo no corro!”, insistía el muchacho con una sonrisa pícara, pero aceptó que lo haría si su deportivo -con la suspensión baja, una enorme bocina en la cajuela y lleno de calcomanías- fuese más potente.
“Honestamente si tuviera un coche con un motor alterado, probablemente correría”, dice.