Nadia Comaneci y el recuerdo de su hazaña en los Juegos Olímpicos

Hace cuatro décadas, la gimnasta rumana se convirtió en la primera en conseguir un 10 perfecto en Gimnasia, en los Juegos de Montreal de 1976

Nadia Comaneci y su diez eterno en Montreal 76.

Nadia Comaneci y su diez eterno en Montreal 76. Crédito: Getty Images

Ya pasaron 40 años, pero la huella es imborrable. Su nombre es sinónimo de perfección. No le cabe otra consideración. Una niña de 14 años, llamada Nadia Comaneci, sorprendía al mundo en los Juegos Olímpicos de Montreal 76 con un ejercicio sin fisuras. El Forum de Montreal estalló en aplausos por ella, una rumana que por primera vez en la historia conseguía la máxima puntuación en un ejercicio. Hoy se cumplen cuatro décadas de aquel momento sublime de perfección que le permitía subirse al podio olímpico por primera vez con una medalla de oro. No se iba a quedar con sólo esa marca, porque en esos Juegos consiguió otros seis 10.00 en su marcador personal…

Nadia Comaneci, que nació un 13 de noviembre en la ciudad de Onesti, en Rumania, le ofreció una entrevista a la Fundación Laureus, en la que recordó el primer 10 perfecto en la historia olímpica, reflexionó sobre su carrera y contó sus expectativas para Río 2016.

-¿Cómo recuerda aquel momento tan especial de 1976?

-No parece que hayan pasado 40 años, porque recuerdo todo lo que sucedió. Nunca lo olvidaré. Era una niña y no sabía mucho de los Juegos del 76. Había visto Munich 72 por TV y vi a la gimnasta de la URSS que ganó la medalla de oro, Ludmila Tourischeva. Eso era todo lo que sabía de los Juegos. Nunca se me cruzó por la cabeza que sería parte de ellos.

-¿Qué recuerda con más asiduidad de aquellos Juegos del 76?

-Las barras asimétricas, porque fue allí que obtuve mi primer 1.0, porque realmente no existía el 10. Hay dos imágenes que definen aquellos Juegos. Una es cómo se sale de las barras asimétricas, otra es el ejercicio de piso. Claramente puedo recordar el momento en el que entré caminando en la arena, y el ruido que había.

El 10 perfecto

-¿Sentía miedo o nerviosismo?

-Siempre hay un poco de cada cosa, porque aún cuando uno se prepara realmente bien para la competencia, se necesita muy poco para quedarse afuera. Estaba nerviosa hasta que entré en la arena, y después todo sucedió muy rápido.

-¿Cómo fue transformarse en una estrella olímpica a tan corta edad, cómo pudo con toda la presión?

-Es más fácil siendo joven, porque uno no sabe de qué se trata. La gente cree que uno sufre más la presión cuando es joven, pero es a la inversa. Lo que uno entiende a los 14 es diferente a los 20. Básicamente no tenía presión en el ’76, porque yo tenía 14 y sólo iba a hacer mis rutinas, esperando no equivocarme en las barras. Volví de los Juegos y cuando bajé del avión había 10 mil personas y no entendía por qué. No había hecho nada diferente de lo que hacía en el vestuario. Más tarde, cuando iba y competía, veía el interés de la gente. ¿Por qué es tan buena? ¿De dónde viene? ¿Dónde queda Rumania?

-En 1976 usted era una pequeña; en 1980 ya era una joven mujer. ¿Cuál fue la diferencia entre ambos acontecimientos?

-En 1976 nadie sabía quién era yo. Después de los Juegos, todo el mundo quería ver de dónde había salido y por qué era tan buena. En 1980 competía como campeona olímpica en Moscú y ellos (el equipo de la URSS) eran nuestros rivales. Es difícil ser campeón olímpico, pero mantenerse como tal es más complejo todavía.

-¿Cuánto progresó la gimnasia desde su tiempo?

-Cambió mucho. El equipamiento es mejor, el piso es más esponjoso, el potro es más seguro. Y por eso los gimnastas de hoy hacen trucos más difíciles que los que hacíamos entonces. El entrenamiento es el mismo. Uno le dedica la misma cantidad de horas al gimnasio para ser el mejor. Ya no hay más 10 porque se ha cambiado la forma de otorgar puntaje. Sólo se puede sacar un 10 en ejecución y estamos lejos hoy de un 10 en ejecución. El mejor gimnasta del mundo, el japonés Kohei Uchimura, es impresionante, su rutina es muy difícil y con una muy correcta técnica, apenas si saca 9 en ejecución.

-Hablando de héroes olímpicos, como usted, ¿cree que son necesarios?

-¿Los necesitamos? No sé. Los tenemos. Creo que cada chico es proclive a encontrar a alguien que lo motive a hacer algo bueno, ya sea en deportes o en las matemáticas. Los chicos se sienten atraídos por el suceso. Y cuando ven por TV a alguien que lo tiene, se sienten motivados por ellos. Pero después quieren ser lo que puedan lograr por sí mismos. Ninguna chica quiere ser la próxima Nadia. Es una responsabilidad porque si uno motiva a un chico a ser mejor, uno tiene que tratar de ser un ejemplo por seguir.

-Se vienen los Juegos de Río. ¿Qué expectativas tiene?

-Voy a hacer algo en TV y ser parte de los Juegos con mi marido y mi hijo de 10 años. Para él será la tercera vez que vaya a los Juegos. Va a ser divertido Río. En gimnasia, hoy los Estados Unidos son número 1. Tienen por lo menos 4 millones de chicos en gimnasia cada año. Son muchos comparados con la mayoría de los países.

La espectacular performance de Nadia en Montreal

-Es una de los miembros fundadores de la Academia Laureus. ¿Qué fue lo mejor de haber trabajado con el programa Laureus Sport for Good?

-Mi real interés es Olímpicos Especiales, la organización que trabaja con personas con discapacidades intelectuales para crear un mundo de inclusión, en el que cada persona sea aceptada y bien recibida. Visité una de esas escuelas en Shanghai en 2003 y fue muy emocionante ver años más tarde a algunos de esos chicos patinar sobre hielo durante una entrega de los premios Laureus. El deporte cambió totalmente sus vidas. Eso es lo que Laureus representa para mí y por qué me apasiona tanto hacer lo que pueda para ayudar.

-Los años la han tratado bien. ¿Todavía hace rutinas?

-Las hago, cuando no queda nadie en el gimnasio. Tenemos una academia con mi marido en Norman (Oklahoma), con unos 1500 estudiantes, de los cuales el 80 por ciento son mujeres. Me gusta hacer mis rutinas en la barra. Todavía tengo la técnica.

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