Editorial: Peña Nieto debe enderezar el rumbo

La figura presidencial hoy es motivo de burla e incredulidad.

Enrique Peña Nieto, presidente de México.

Enrique Peña Nieto, presidente de México. Crédito: EFE

México celebra un nuevo año de su independencia con la presidencia de Enrique Peña Nieto en jaque. A lo largo de los pasados cuatro años los desatinos del mandatario, los escándalos de corrupción y las matanzas sin resolver lo han colocado entre los índices de popularidad más bajos que se tenga memoria en medio de reclamos para que renuncie.

No creemos que una salida apresurada de Los Pinos sea una solución mágica sino que es necesario enderezar el barco en los próximos dos años. Remontar la popularidad personal a esta altura quizá sea una misión imposible, pero despedirlo, pese a que existan procesos constitucionales establecidos para remover al presidente, agrega una incertidumbre que puede ser problemática.

La cuestión es que los desaciertos deben de cesar, especialmente aquellos que reflejan la desconexión entre Los Pinos y la realidad que sienten los mexicanos. El reciente nombramiento de Tomás Zerón como secretario técnico del Consejo de Seguridad es una ejemplo de lo que no se debe hacer. Es inconcebible, al menos del punto de vista político, promover a uno de los investigadores más desprestigiados en el encubrimiento de la ocurrido en la matanza de los normalistas en Iguala.

Lo desatinos se pagan caros, algo que a esta altura ya lo debería saber el mandatario. El torpe manejo de la visita del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, condujo la salida de un importante aliado -aunque pésimo asesor en este caso-, el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, un presidenciable del PRI para la próxima elección.

El caso de Trump es una gota más al enojo popular acumulado por los casi 80 mil asesinatos durante su gestión, las violaciones a los derechos humanos denunciadas por organismos internacionales, por los casos de corrupción en los más altos niveles de gobierno como el de la Casa Blanca que se manejan con la misma incompetencia como se hizo con la controversia sobre el plagio de la tesis universitaria del presidente.

La figura presidencial hoy es motivo de burla e incredulidad. El desafío ya no es recomponerla, ya es tarde para Peña Nieto. Lo que le queda es dejar al menos la burbuja del poder que tanto le perjudicó y asomarse a la realidad que existe fuera de Los Pinos. Eso en sí ya será un avance.

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