Cómo en Boyle Heights, desde un pequeño salón, se crean guerreras

Por protección, mujeres jóvenes y adultas acuden a clases de defensa personal en el centro comunitario La Conxa

Claudia Lara (d) asegura que es importante bloquear para evitar los golpes en la cabeza.

Claudia Lara (d) asegura que es importante bloquear para evitar los golpes en la cabeza. Crédito: Mey Lyn Mitteenn | La Opinión

Claudia Lara no duda de su capacidad para enfrentarse a la vida. A pesar de sus cinco pies de altura y 120 libras, camina con seguridad y dice estar lista para reaccionar en caso de ser atacada en la calle.

La joven, de 27 años de edad, es maestra de defensa personal e imparte clases de de jiu-jitsu a mujeres en La Conxa, un espacio comunitario en Boyle Heights, al sureste de Los Ángeles.

“Hace cinco años empecé a ir a clases para adultos y me gustó, aprendí técnicas y me pareció divertido. Siempre he sido competitiva y me interesó ese deporte”, cuenta Lara, quien llegó a vivir en la zona desde pequeña cuando dejó su natal Jalisco, México.

La profesora Claudia Lara (d) llegó desde pequeña a Los Ángeles desde Jalisco, México. (Foto: Mey Lyn Mitteenn/La Opinión)

“Pero aparte de eso, se me hizo importante practicarlo como autodefensa ya que en nuestra comunidad había, y hasta hoy, mucha violencia contra las mujeres. Hay muchas desaparecidas o que han sido atacadas mientras caminan, mientras corren, mientras viven”.

En Boyle Heights se han registrado 343 crímenes violentos en los últimos seis meses, de acuerdo con estadísticas de Mapping LA.

Esa cifra encierra: cuatro asesinatos, 14 violaciones, 117 robos y 208 asaltos agravados. Solo en los últimos siete días se reportaron 15 crímenes violentos.

Es para estar preparada que Sara Murillo-Martínez, de 15 años —la alumna más joven de la clase-, asiste a las clases de defensa personal que ofrece el programa Warrior Womyn Self Defense.

“Creo que es importante [practicar este deporte] porque si no aprendiera esto ahora, no sé qué haría si me atacaran”, dice la adolescente, quien recién lleva dos semanas desarrollando su técnica en este arte marcial.

“Me gusta, es divertido y tengo algo qué hacer. Además, Boyle Heights puede ser peligroso dependiendo dónde vayas”.

Para Marisela Martínez, madre de Sara y residente del área, el aprendizaje de defensa personal es bueno para las jovencitas porque “hay mucho peligro” cuenta. “Yo personalmente no la dejo andar sola en la calle”.

Por eso, cuando su esposo vio el anuncio de las clases en Facebook y Sara aceptó ir, no dudó dos veces en llevarla. “Este es un buen programa para las mujeres y jóvenes porque aunque el riesgo sea tal vez más alto en esta área, no importa dónde estés o si es de día o de noche. Cualquier cosa puede pasar”.

Marisela Martínez cuenta que Sara (d) es su única hija mujer y que es importante que sepa defenderse. (Foto: Mey Lyn Mitteenn/La Opinión)

Desde una sala en el este de L.A.

Sal Aguilar, de 32 años y residente de Boyle Heights, jamás imaginó que las maromas y forcejeos que practicaba en la sala de su hogar ubicado sobre la calle Fresno llegarían a convertirse en un programa concreto que hoy forma parte de la comunidad latina del este de Los Ángeles.

“Nunca fui a una academia, era demasiado costoso. Así que me puse a ver videos en YouTube”, cuenta Sal desde el interior del espacio de La Conxa, al finalizar una sesión de Womyn Warrior, una de tres sesiones semanales que él ofrece en toda la zona.

En 2011, desde su hogar, narra, con la participación de su hijo y otros cuatro estudiantes, comenzaron estas clases de defensa propia –inicialmente con una sesión solo para niños, después para adultos y finalmente para mujeres.

“Fue mi manera de dar a la comunidad”, dice el instructor, pero, asegura, es mucho más que eso.

Sara Martínez-Murillo (c) practica un poco de boxeo con Sal Aguilar (d). Al inicio de la clase hay un calentamiento previo de estiramientos, boxeo y luego las técnicas de jiu-jitsu. (Foto: Mey Lyn Mitteenn/La Opinión)

Una encuesta realizada por la Universidad de Oxford en 2012, encontró que en EEUU la mayoría de personas que practican el arte de jiu-jitsu brasileño son anglosajones –77.7% de más de 700 entrevistados. Solo el 5.4% se identificó como hispano.

A decir de Aguilar, esto se debe al alto costo que deben pagar padres para registrar a sus hijos en clases de artes marciales.

Claro, existen dōjōs, espacios designados para la práctica y enseñanza de artes marciales, a lo largo del sur de California, pero lo cierto es que en el este y sureste de Los Ángeles no los hay, o están fuera del alcance de la mayoría de familias latinas.

“En lugar de esperar a que estos espacios llegaran a nosotros, nosotros los trajimos”, dice Aguilar.

“Por que son las mujeres latinas las que lo necesitan en el este de Los Ángeles; las mujeres afroamericanas del surcentro; nosotros, los de bajos recursos” añadió.

Para el jiu-jitsu no hay edad

Para la profesora Lara, el jiu-jitsu es parecido al wrestling, o lucha libre, pero a comparación de otro deporte éste tiene muchas llaves y se lleva en el piso sobre las colchonetas; al contrario del box o el karate, donde debes mantenerte de pie.

“Incluye llaves y control usando el cuerpo pero no incluye patadas. Es algo que practicamos de manera controlada y siempre estamos al pendiente de los estudiantes para que no vayan a lastimar a su compañera”.

Otra de las ventajas, es que este deporte te da seguridad. La maestra cuenta que una vez estaba en un mercado y un señor se le acercó y le preguntó si ella entrenaba porque la vio caminar con mucha firmeza.

“Yo he notado que [practicar este deporte] le da confianza a las personas.

“Esto te cambia y la gente [de fuera] lo nota”, dice.

Y agrega, que ha notado que recibe menos comentarios fastidiosos en la calle, de esos que algunos hombres gritan desde sus autos cuando una va caminando.

Los instructores aseguran que tu atacante es como una mesa y lo más importante es inmovilizar uno de sus brazos y piernas para quitarle el equilibrio. Eso puede darte tiempo de escapar. (Foto: Mey Lyn Mitteenn/La Opinión)

Lara asegura que su parte favorita del jiu-jitsu es que no importa cuánto peses o midas, qué tan fuerte o débil seas o si has entrenado antes o no.

“Esto está basado en técnica y aprovechamiento… Usar la energía de la otra persona a tu favor. El peso y la fuerza se minimizan mucho cuando llevas la técnica al piso”, comenta. Tampoco importa la edad – la mayor de sus alumnas a veces son mamás o señoras de 50 o 60 años.

La práctica de este deporte puede ser vital en una situación de peligro. Si bien al principio el miedo puede hacerte olvidar todo, Lara asegura que cuánto más practicas, más se te graba en la mente.

“En una situación de la calle que se te hace un instinto natural, lo practicas tanto que se vuelve un reflejo, tu cuerto ya lo hace solo”.

El programa

Tomar la sesión no requiere pago, asegura Aguilar, puesto que el programa está diseñado para brindar apoyo a la comunidad. Se sugiere, no obstante, un donativo de $10 al mes, esto para la compra de nuevo equipo y retornar la caridad del espacio donado en valuable dineral.

Warrior Womyn Self Defense es solo uno de tres programas que imparten Aguilar y Lara los jueves por la noche, pero hay otras dos sesiones que toman lugar martes y sábado.

Defensa propia para hombres y mujeres

Cuándo: Cada martes de 8 p.m. a 10 p.m.

Dónde: Eastside Café – 5469 Huntington Dr N, Los Angeles, CA

Defensa propia para mujeres

Cuándo: Cada jueves de 7 p.m. a 9 p.m.

Dónde: La Conxa – 2628 East Cesar E Chavez Avenue, Los Angeles, CA

Las clases de mujeres se dan todos los jueves de 7:00 p.m. a 9:00 p.m. en La Conxa. / Foto: Mey Lyn Mitteenn

Defensa propia para niños (de 5 a 13 años)

Cuándo: Cada sábado de 10 a.m. a 12 p.m.

Dónde: The Boyle Heights Arts Conservatory – 2706 East Cesar E Chavez Avenue, Los Angeles, CA

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