El miedo empuja a latinos a dejar de ir a banco de alimentos

Desde que el presidente Trump llegó al poder se ha reportado un descenso del 40% del número de familias hispanas que iba por ayuda; World Harvest asegura que no provee información a ICE

Indocumentados de bajos recursos de Los Ángeles han dejado de acudir a los bancos de alimentos por miedo, aseguran algunos, a ser arrestados y deportados por las autoridades migratorias.

“Lo que está ocurriendo es que se están quedando sin comida en casa. Nuestra nuestra comunidad está pasando hambre, nuestros niños están sufriendo el efecto ‘Trump’”, dijo Victoria Maldonado, voluntaria de la despensa comunitaria World Harvest en Los Ángeles.

La coordinadora reveló que desde que el actual presidente, Donald Trump, inició su campaña política —marcada por los ataques a indocumentados— en 2016, su banco de alimentos ha experimentado un descenso del 40% en el número de familias hispanas que acude a por ayuda.

“Indocumentado, la palabra lo dice todo. Tienen temor a ser removidos, no quieren exponerse a ser agarrados por la migra”, declaró Maldonado.

En World Harvest, por 30 dólares, una persona puede llevar a casa alimentos por un costo equivalente a 350 dólares en el supermercado. Los que no pueden pagar esa cantidad dedican cuatro horas de trabajo voluntario para poder llevar alimentos.

“Desde que empezó [Trump], todo esto comenzó a cambiar, invadieron los temores, bajó la clientela, las preguntas son más frecuentes: ‘¿Estamos a salvo?’ ¡Claro que estamos a salvo!, nosotros no nos ponemos de acuerdo con nadie, estamos solo para ayudar”, aclaró Maldonado.

La coordinadora contó que los hispanos indocumentados tienen temor que cualquier información que compartan llegue a manos de agentes del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) y que eso lleve a su detención o que se realicen redadas en los bancos de comida.

“Algunos donantes nos han abandonado también, nadie reconoce el aporte de los latinos, pero hoy por miedo muchos ya no buscan trabajo en el campo, la producción bajó y de Arizona ya no nos envían donaciones”, lamentó.

María Morales, originaria de México, muestra el carrito de alimentos que obtuvo en World Harvest. / foto: EFE

Jessy Ramírez, supervisora del lugar, dijo que para acceder a los alimentos “no pedimos ID, ni prueba de ingreso, solo llenar un cuestionario con nombre, dirección, teléfono y saber si tienen niños menores de 12 años”.

La finalidad de estas preguntas, comenta, es porque World Harvest lleva a cabo eventos para los pequeños y quieren darle a conocer esta información a los padres para que asistan. “En Navidad les regalamos juguetes”, dice Ramírez.

Glen Curado, inmigrante de Taiwán, fundó World Harvest en 2007 con donaciones de empresas de alimentos, supermercados y hacendados.

“Desde la fundación asistimos como a 50,000 familias hasta de ocho miembros. Del total, el 50% es latino”, señala Curado, quien en ocasiones —irritado— regresa donaciones cuando en los requisitos para su distribución se apunta que “sea solo para personas con documentos”.

La nicaragüense Vilma Romero, voluntaria y beneficiaria de World Harvest, aclara que ningún banco de alimentos puede compartir su información con el Gobierno.

Al no tener suficiente comida en el hogar, “los más afectados serían los niños, porque ya no les estarían dando los alimentos necesarios para nutrirse”, destacó Romero.

Según cifras de 2015 de la organización Feeding America: 43.1 millones de personas viven en pobreza en EEUU. De ellos, 13 millones son menores de edad.

El banco de alimentos provee frutas y verduras por un costo de $30. / Foto: EFE

Y de los 56 millones de latinos que viven en EEUU, el 22% lo hace bajo “inseguridad alimenticia”, señala esta organización sin ánimo de lucro.

Uno de ellos es el guatemalteco Javier Tuch, quien acude dos veces al mes a World Harvest.

Tuch reconoce que el “temor” existe por el acoso del Gobierno contra los indocumentados, pero invitó a los inmigrantes a dejar atrás el miedo y acudir a estos centros de alimentos para asegurarse que “hay comida para alimentar a los niños”.

Carlos Portillo, vocero del Departamento de Servicios Públicos y Sociales de Los Ángeles, dijo que están conscientes de las denuncias sobre “inseguridad alimentaria” por parte de “organizaciones comunitarias”.

“Es importante que se informen y que no tengan temor de solicitar al programa de estampillas de alimentos (CalFresh), ya que no se considera como carga pública recibir beneficios”, aclaró Portillo.

Recibir asistencia nutricional para sus hijos estadounidenses “no afectará la oportunidad de recibir su tarjeta de residencia, los datos de inmigración son privados y no serán compartidos”, ratificó.

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