De negocio a tiempo parcial a negocio a tiempo completo

La mexicana Victoria Flores y su socia vendían extensiones para cabello mientras mantenían sus respectivos empleos, pero el negocio, Lux Beauty Club, despegó

Victoria Flores, cofundadora de Lux Beauty Club./A.B.N.

Victoria Flores, cofundadora de Lux Beauty Club./A.B.N. Crédito: El Diario

Victoria Flores es una emprendedora con los pies firmemente afianzados en la tierra. Hija de mexicanos, nacida en Los Ángeles, esta mujer de 43 años ofrece con su experiencia una importante guía a quienes tienen un trabajo pero también una pasión o actividad complementaria (side hustle) con aspiraciones empresariales .

Uno de sus consejos es no dejar el trabajo habitual, sobre todo por el seguro de salud. Y su primer idea es que lo que se quiera hacer se haga para un mercado grande, “con potencial de venta de miles de millones de dólares” para que teniendo una muy pequeña parte de este mercado se pueda hacer dinero. De esa manera no hace falta ser grande.

“Además hay que tener un producto mínimamente viable (Minimun Viable Product o MVP). Hay que probar que la gente quiera comprarlo hasta que se vea que puedes hacer el suficiente dinero como para sostenerte”. “Entonces”, indica, “se puede hacer un friends and family”.

Con ello se refiere a invertir dinero en la empresa. Amigos y familia son frecuentemente los primeros inversores o prestamistas de un emprendedor, máxime cuando es latino o mujer, que son los que menos atención suelen captan del capital inversionista profesional. En esto, también tiene experiencia.

“Nosotros teníamos el producto”, dice con una sonrisa que no le cuesta transformar en carcajada durante la conversación. ¿Su producto? Extensiones de cabello, algo que para los no iniciados en este artículo de belleza es conveniente comentar que es caro, muy usado y tiene unos márgenes brutos (ganancias sobre las ventas) que pueden rivalizar los de productos de alta tecnología.

Flores y su socia, Leslie Wilson, eran clientes de los salones de belleza y se hacían extensiones del cabello. “Cuando éramos más jóvenes teníamos que decidir si comíamos o nos hacíamos extensiones o pagábamos la renta”, cuenta antes de explicar que se puede pagar un mínimo de $800 y hasta $3,000 por salir del salón con el cabello tratado con extensiones.

Por entonces, esta mujer, de orígenes humildes (su padre era mecánico y su madre enfermera), trabajaba en Wall Street.

Llegó a la industria financiera después de estudia un MBA en Dallas (el préstamo estudiantil que tomó lo devolvió hace solo unos años) y allí estuvo 10 años en un banco que terminó mandándola a Nueva York. Un año después de llegar a la ciudad el banco fue vendido y en vez de volver a Texas se quedó trabajando en Morgan Stanley hasta la crisis de 2008.

Cuando la Gran Recesión explotó Flores fue a trabajar en un hedge fund. Es algo que dejó solo el año pasado para dedicarse plenamente a Lux Beauty Club la marca y plataforma que creó hace año y medio con Wilson para vender extensiones de cabello directamente al cliente a través de Internet.

La empresa empezó dió sus primeros pasos antes y no empezó vendiendo al por menor.

Hace cinco años empezaron a vender extensiones pero a salones de belleza, estilistas, profesionales. Las compran en India donde trabajan con una maquiladora. Años después de comenzar este negocio complementario se dieron cuenta de que en tres años habían conseguido ganancias antes de impuestos de casi un millón de dólares. Y empezaron a pensar en su futuro.

En 2016 participaron en una feria profesional, trade show, y el último día, cuando se abrieron las puertas para todo el público, vendieron todo.

“Es cuando nos dijimos, somos parte del problema porque estamos vendiendo el cabello a profesionales que cobran muy caro, lo que tenemos que hacer es vender a los consumidores para que ahorren, compren el producto y vayan al salón o llamen a alguno de los estilistas que sugerimos para que las coloquen”. Flores explica que entonces es cuando la empresa irrumpió en el mercado porque cambió las reglas del juego.

“El cabello es de alta calidad, dura varios meses y cuesta $160”, explica mostrando las cajas especialmente diseñadas para el producto. Luego hay que sumar el costo de colocarlas que puede rondar otros $175 o $200.

Parte del secreto del precio es que no tienen un intermediario que les venda la mercancía sino que la compran directamente a la fábrica en la que se trata este pelo que se vende natural o sintético.

Empezaron vendiendo en sus apartamentos pero ahora lo hacen a través de una web que tiene pendiente una mejora. Esta y otras inversiones en contratar más personal (ahora son siete trabajando para la empresa) y mercadotecnia pendientes se van a hacer tras el inminente cierre de una ronda de captación de capital semilla (seed capital) por valor de $1.2 millones.

Flores cuenta que lleva un año tratando de captar este dinero y que no ha sido fácil porque, como se oye de otros emprendedores latinos y mujeres, el capital va siempre a emprendedores anglos. En el caso de las mujeres, estas reciben apenas el 2% del dinero que se concede para que las empresas echen a andar o crezcan.

“Yo soy una buena financiera y tenía una red de contactos pero aún así resultó difícil”, explica. Además, “muchos de los inversionistas son hombres y este es un producto que no entienden”. “Cuando dicen que invierten en mujeres no se refieren a latinas, incluso cuando somos las que más negocios iniciamos de todas”, lamenta.

Ella comenzó su andadura a través del acelerador Access Latina y luego participó en un concurso de la cadena de televisión de ventas HSN llamado American Dream, especialmente para latinos. Flores participó en los programas para latinos de Stanford University y allí conoció a inversionistas del fondo Perpetua, que solo invierte en negocios latinos que puedan crecer. Este fondo lideró la ronda de financiación para la que Flores dice haber hablado con cientos de inversores.

Dice que siendo latina, mayor de 40 años y no haber estudiado en Harvard no se pone fácil conseguir la atención de los dueños del dinero a pesar de que como dice “estamos en un mercado de miles de millones de dólares, tenemos ventas aseguradas con clientes que repiten, altos márgenes que son una locura, a partir del 50%, y un carrito de compra que crece porque quien compra las extensiones compra champú y acondicionadores…”. A pesar de eso, dice que ha sido duro.

No obstante, dice que esta ronda de capital semilla “legitima la compañía” para la que tiene planes muy claros. Venderla.

“Con este dinero vamos a crecer, vamos a invertir en más gente e inventario y vamos a hacer una empresa grande, lo suficientemente grande como para venderla a una multinacional en cinco años. Me gusta lo que hago pero no quiero hacer siempre lo mismo”, explica.

Pero eso no quiere decir que deje de ser empresaria. Habla de tomarse vacaciones y atender a su familia pero también dice tener más ideas, “y cuando vendes una empresa y consigues dinero para tus inversionistas, mucha más gente querrá darte dinero después”.

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