‘Aprobar el Dream Act es la dignidad que merecemos’

Jóvenes de la comunidad LGBT amparados con DACA cuentan la procupación que sienten al pensar en una deportación

Tony Ortuño (i), Luis Gómez (c) y Alberto Donjuán (d) son miembros del Centro LGBT del condado de Orange.

Tony Ortuño (i), Luis Gómez (c) y Alberto Donjuán (d) son miembros del Centro LGBT del condado de Orange.  Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinión

Para un grupo de jóvenes del condado de Orange, la preocupación ante la posibilidad de perder su protección migratoria temporal no se debe solo a quedar como indocumentados sino que afirman sentir que, en caso de ser deportados, quedarían en riesgo en su país de origen debido a su orientación sexual.

Por ello, unen fuerzas para luchar por la aprobación de una ley que los legalice de manera permanente.

Luis Gómez, de 28 años de edad y quien se identifica como un hombre gay, es beneficiario de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) y su experiencia para “salir del clóset dos veces”, dice, le ha enseñado que hablar de ambos temas —migratorio y de orientación sexual— crea conciencia en las comunidades.

“No me mantengo callado, yo vocalizo mi estatus”, dijo el joven quien trabaja como especialista de inmigración en el Centro LGBT del condado de Orange.

Gómez señaló que desde muy pequeño supo que era diferente y en su adolescencia decidió revelarle a su madre su orientación sexual. Poco imaginaba en aquel momento que tras quitarse un peso de encima le llegaría otro: el entender su estatus migratorio.

“Para mí fue de gran ayuda llegar con visa y no fue hasta que tenía que obtener un trabajo y una licencia de conducir que entendí lo que significaba no tener estatus [legal]”, recordó el joven de origen mexicano quien llegó a EEUU a los 14 años.

Luis Gómez  es beneficiario de DACA y tiene 28 años de edad. (Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)

Huir de la deportación

Por su parte Alberto Donjuán, de 24 años, experimentó hace ocho lo que fue mudarse de cinco estados tras la deportación de su padre.

“Llegamos con mi familia a Georgia cuando yo tenía 4 años”, comentó el joven quien se identifica como gay y es beneficiario de DACA.

“Ahí viví los mejores años [de mi niñez] pero un año antes de graduarme de la secundaria [Inmigración] deportó a mi papá a México”, recordó.

Fue por temor que su madre se vio forzada a dejar Georgia junto a sus cuatro hijos. Por meses vivieron temporalmente en North Carolina, Ohio y el estado de Washington.

“En Washington trabajé en la pizca de la manzana pero como vivíamos en un área rural y yo quería ir a la universidad nos mudamos otra vez”, dijo Donjuán.

Finalmente se establecieron en el sur de California. Ahora estudia en el colegio de Santa Ana mientras realiza una pasantía en el mismo Centro LGBT del Condado de la Naranja.

Confiesa que no tiene una buena relación con su padre, que vive en el estado de Guerrero, y que teme regresar a su país natal sobre todo ahora que le reveló su orientación sexual por teléfono.

“No conozco [México], solo recuerdo historias y no sé si son historias que me contaba mi mamá o yo me las imaginaba”, recordó el joven.

Alberto Donjuán, de 24 años, se vio obligado a mudarse varias veces tras la deportación de su padre. (Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)

Las organizaciones a favor de la comunidad lesbiana, gay, bisexual, transexual y queer (LGBTQ) han revelado que las relaciones entre personas del mismo sexo están penalizadas en casi 80 países del mundo y esto deja a los inmigrantes LGBTQ vulnerables al regresar a condiciones inseguras.

Un final a DACA pondría en peligro a miles de estos jóvenes al obligarlos a ir a países que no conocen y donde los derechos humanos de las personas LGBTQ son precarios, afirman los organismos.

De acuerdo con el Instituto Williams —dedicado a realizar investigaciones independientes de orientación sexual y leyes de identidad de género— existen cerca de 36,000 beneficiarios LGBTQ DACA en riesgo de perder su estatus legal. Con ello se enfrentarían a regresar a países que les son desconocidos y que reportan altas tasas de violencia contra esta comunidad.

Por esta razón, organizaciones pro LGBTQ —como Los Ángeles LGBT Center, Equality California, Latino Equality Alliance, Community of LGBT Centers y el National Center for Lesbian Rights—piden al Congreso que se apruebe un Dream Act sin restricciones.

Gómez y Donjuán aceptan que ante una deportación tendrían temor de llegar a un país desconocido además de la incertidumbre de saber si la sociedad los puede aceptar.

“Tengo recuerdos de sentimientos antiLGBTQ y la violencia en mi país. No sé como será ahora pero sé que hay muchos en [nuestra] contra”, dijo Gómez. “Una deportación afectaría a una comunidad que de por sí ya sufre”.

Los jóvenes aseveran que a pesar de las adversidades, han luchado para obtener educación superior. (Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)

La lucha sigue aquí

Tony Ortuño, de 27 años, llegó a EEUU cuando tenía 2 años y a pesar de ser beneficiado de DACA, se identifica como un hombre indocumentado queer. Dice que su experiencia como activista le ha enseñado que luchando se puede avanzar.

“Después de que el Dream Act no pasó [en 2010] seguimos luchando con otros Dreamers hasta que se aprobó DACA”, dijo Ortuño que trabaja como coordinador de jóvenes en el mismo centro LGBT de OC. “Fue un alivio tener cierto estatus migratorio”.

Sin embargo, hoy teme perder este beneficio.

“Mi español no es muy bueno y siento que mis raíces están más acá. Además cuento con muchos amigos que son LGBTQ y no sé si pudiera encontrar ese apoyo allá”, dijo el joven de origen mexicano. “La experiencia de ser echado del país sería terrible. No quisiera eso para nadie”, reveló.

Tony Ortuno llegó a EEUU cuando tenía 2 años de edad. (Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)

‘Pertenecemos a este país’

Gómez, Donjuán y Ortuño aseveran que su país es EEUU y que han luchado por obtener educación superior y un mejor estilo de vida pese a las adversidades. Todos concuerdan que los más grandes luchadores son sus padres.

Los jóvenes están decididos a seguir luchando. (Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)

“Yo pienso mucho en mi mamá. Ella llegó a un país a mediados de sus 20 años, con dos niños chiquitos, sin trabajo y ningún lugar estable. Ella me dio la base para salir adelante”, reconoció Ortuño quien se graduó de Cal State Long Beach en 2012 con un titulo en Ciencias Políticas.

Gómez, quien obtuvo en 2015 una licenciatura en psicología de la Universidad de California, Irvine, dijo que la aprobación del Dream Act es todo lo que necesita para demostrar su potencial.

“Hemos pasado por mucho. Me siento muy afortunado de estar en esta caja del ‘buen inmigrante’ y aunque otros no tienen las mismas oportunidades no quiere decir que no sean buenos”, dijo Gómez. “La aprobación del Dream Act es la dignidad que merecemos”

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