Hay serpientes que anidan en la Casa Blanca

Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice

El presidente Trump quiere reducir incluso la inmigración legal. EFE

El presidente Trump quiere reducir incluso la inmigración legal. EFE Crédito: EFE/WIN MCNAMEE / POOL

El pasado viernes Donald Trump acudió a su cita con el cónclave del CPAC, que más que conservador es extremista. Ahí, ante esa amistosa audiencia, dio rienda suelta a la retórica que se ha traducido en esfuerzos de política pública para frenar la inmigración, incluso la basada en lazos familiares, así como para blanquear a una nación de inmigrantes de diversas razas, etnias y trasfondos, aunque ahora esta administración también reniegue de nuestra tradición inmigrante.

Para mal, ya estamos acostumbrados a los desplantes y los excesos de este individuo que funge como presidente. Sin embargo, es realmente vergonzoso el nivel de descaro con el que gobierna, con un solo sector en mente, que es su prejuiciosa y extremista base.

Trump habló de los inmigrantes enmarcados como criminales, como la Mara Salvatrucha, pero también se refirió a los indocumentados en general cuando recitó, como hizo durante la campaña y en otras oportunidades, el poema “La Serpiente”, del autor y activista afroamericano Oscar Brown, Jr.

Para Trump, los inmigrantes son serpientes que muerden la mano que les da de comer, que los ayuda, como en la fábula de la serpiente herida que fue ayudada por una mujer, pero al final la muerde, envenenándola.

“Eso es lo que estamos haciendo con nuestro país, dejando entrar a estas personas”, declaró Trump entre gritos de “¡Levanta el Muro!” y “¡USA, USA, USA!”. Momentos antes le había dicho a la audiencia que piensen en el poema “en términos de la inmigración”.

Cuando la serpiente muerde a la mujer y ésta le reclama que la había salvado y que la mordida venenosa la matará, la serpiente le responde: “Cállate, tonta mujer… Antes de acogerme sabías perfectamente que era una serpiente”.

Esta frase final fue la que más enfatizó Trump.

Irónicamente es esta parte final la que mejor resume la presidencia de Trump. Porque a pesar de que su cegada base le aplauda todo, le perdone todo y le justifique todo, quienes votaron por él sabían exactamente quién es Trump y en lo que se estaban metiendo.

Trump encabeza en este momento una guerra cultural y nativista que realmente había iniciado antes, desde que, como el ciudadano Trump, encabezó la campaña que afirmaba que el presidente Barack Obama no había nacido en Hawaii, sino en Kenya.

La retórica antiinmigrante de Trump durante la campaña se ha ido tornando en realidades de política pública, ya sea mediante órdenes ejecutivas o intentonas legislativas.

Ahí tenemos al veto musulmán, por ejemplo, su decisión de revocar las protecciones de DACA para los Dreamers, esto último mientras declara que quiere ayudarlos y que la culpa de la inacción es de los demócratas, aunque el propio Trump haya rechazado todos los acuerdos bipartidistas para legalizar a los Dreamers.

Trump sigue insistiendo en el muro fronterizo; canceló el TPS de ciudadanos de varias naciones; quiere reducir la cifra de refugiados; propone eliminar las visas de diversidad; y condena lo que llama “inmigración en cadena”, que no es otra cosa que la capacidad de ciudadanos y residentes permanentes de solicitar a sus familiares, tal y como hizo su esposa Melania con sus padres, ahora residentes permanentes a punto de convertirse en ciudadanos, según reportes de prensa. Claro está, Melania es de Europa del Este, no de ninguno de los países que Trump llamó “mierderos” cuando lamentó que Estados Unidos admitiera ciudadanos de países como Haití y El Salvador y no de naciones como Noruega.

Trump le ha declarado una guerra abierta a todos los inmigrantes. No solo se trata de los delincuentes que cita a cada oportunidad. Al desechar la discreción procesal se trata de padres y madres de familia, muchos detenidos cuando salen o regresan de trabajar o cuando llevan a sus niños a la escuela. Sus agentes de ICE no se centran únicamente en delincuentes, sino que husmean en centros de trabajo, viviendas y negocios. Todo inmigrante es objetivo de ICE.

Eso sin contar con que Trump ha devaluado la presidencia, que atenta contra nuestras instituciones democráticas, ataca a la prensa, a sus propias agencias policiales federales y al sistema judicial, y es investigado por potencial colusión con una nación hostil, Rusia, y por potencial obstrucción de justicia.

Pero como dijo el propio Trump al recitar el poema, “antes de acogerme sabías que era una serpiente”.

Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice

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