Editorial: El derecho de los refugiados

Para el presidente Trump, acercarse a la frontera es sinónimo de criminalidad

Donald Trump.

Donald Trump. Crédito: Oliver Contreras | EFE

El territorio que habitamos tiene una larga historia de ser un refugio para el perseguido. Desde los peregrinos del Mayflower del pasado hasta los centroamericanos de hoy, la gente llegó con la esperanza de hallar una protección ante la amenaza en su terruño.

Los tiempos cambiaron. Pero no el espíritu de una nación que mostró durante siglos tener incorporado el valor de ayuda al forastero. Que conoce muy bien que quien hoy pide refugio, mañana corresponde la generosidad recibida con el esfuerzo y el trabajo para beneficio de todos.

La política de la administración Trump es una traición a esa historia.

La palabra refugiado es para la Casa Blanca sinónimo de terrorista, criminal y peligro. En el léxico del mandatario, mostrar compasión hacia las mujeres que huyen para proteger a sus hijos de la agresión y de la muerte a manos de la pandillas, es un motivo de la risa de todos por “las estúpidas leyes de inmigración” estadounidenses.

Cuán equivocado está. Esa actitud noble le ganó el respeto a Estados Unidos, no la burla internacional.

Lo único que hoy se pide es que se oiga a quienes cruzaron México para pedir refugio en Estados Unidos.

No argumentamos por fronteras abiertas,ni que se acepte a todo aquel que pide refugio. Solo que se cumpla la ley de escuchar sus argumentos para luego determinar a través de un proceso si están huyendo de una “amenaza creíble”.

Las autoridades migratorias de la frontera sur no tienen buena reputación en el trato a quienes vienen solicitando refugio. Varios estudios revelan que los agentes no hacen las preguntas debidas a los peticionantes o simplemente ignoran lo que se les dice. Con el gobierno de Trump empeoró esta situación.

Ahora en la frontera con Tijuana no se permite a ningún integrante del grupo que viajó en la “caravana” acceso a un agente fronterizo. Un comunicado estadounidense insólitamente dice que la oficina está llena, que no hay espacio. El centro de inspección de San Ysidro ha procesado en el pasado un promedio diario de 50 solicitantes de asilo.

Es indignante que la administración Trump use esta situación para crear una desinformación incesante.

El Presidente utiliza a las madres que piden asilo para lanzar la amenaza de cerrar el gobierno si no le autorizan el muro para detener “la invasión” de indocumentados. Y la secretaria del Departamento de Seguridad Interna, Kirstjen Nielsen, dice que esta es una manera en que “criminales, traficantes y contrabandistas” aprovechan los recovecos de la ley.

La Casa Blanca no pierde ocasión para mostrar un antagonismo cruel hacia los inmigrantes.

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