Castigo doble: Familias tienen que manejar horas para ver a sus detenidos por ICE

El daño emocional es aún mayor para los menores porque a causa de la distancia, no pueden visitar al inmigrante detenido como ellos quisieran

Centro de Detención de Adelanto.

Centro de Detención de Adelanto. Crédito: Cortesía | Nancy Evans/CIVIC

Agustín Sánchez salió de su casa en Sacramento a las dos de la mañana para acudir a la corte de su esposa Adriana Santiago Mendel en el Centro de Detención de Adelanto en el sur de California.

Con Agustín viajaban en su camioneta sus hijo Luis, de 15 años, Carlos de 11 y Stephanie de 6.

“Llegamos a las 8:00 de la mañana a Adelanto, vimos al abogado Raúl Saldaña, y a la 1:00 de la tarde mis hijos pudieron entrar a la corte para hacer acto de presencia y que la juez los viera en la audiencia de mi esposa”, dice.

Era la segunda vez que sus hijos podían ver a su madre durante una audiencia con la juez. “No se pudieron abrazar, ni besar, solo verse de lejos”, cuenta Agustín.

Durante los siete meses que Adriana lleva detenida, su esposo y sus tres hijos no han podido hacerle una visita, solo asistir a dos audiencias de la corte.

Adriana Santiago Mendel lleva desde febrero en el Centro de Detención de Adelanto. (Foto suministrada)
Adriana Santiago Mendel lleva desde febrero en el Centro de Detención de Adelanto. (Foto suministrada)

“Ni siquiera yo pude entrar a la corte porque me advirtieron que mi licencia de manejo AB60 no se puede usar para propósitos de identificación federal”, expone.

El sufrimiento por la separación que enfrentan muchas familias a quienes el Servicio de Migración y Control de Aduanas (ICE) le arresta a alguno de los padres, se ve agravado cuando los mandan a centros de detención fuera del estado o dentro del propio estado, pero a muchas millas de distancia.

“Nuestra comunicación es por teléfono cada tres días, pero venir de Sacramento al sur de California sale caro. En el último viaje gasté 450 dólares. En el primer viaje, entre 1,500 y 1,700 dólares porque renté dos vans para traer a 30 personas a la corte que apoyan a Adriana y que pueden dar testimonio de la clase de persona que es”, cuenta Agustín.

Pero venir a visitarla cada semana es prácticamente imposible, estando a seis horas y media o más de manejo. “Primero es riesgoso por mi estado migratorio; segundo, ahorita estoy convertido en padre y madre de mis hijos; y tercero es muy difícil por las escuelas de ellos”, indica.

Además, el factor económico no le ayuda. Antes del arresto de Adriana, ella trabajaba y aportaba al hogar. “Ahora hay un solo ingreso. Estoy muy atrasado con muchas cuentas pendientes de pago y los miles de dólares que ha tenido que pagar a abogados”, comenta Agustín.

Sufrimiento emocional

Sin embargo, dice que el dinero como quiera se repone, lo que le preocupa es sacar a su esposa de la detención, y el estado anímico de sus hijos.

“Cuando regresábamos de Adelanto, venían entre felices y tristes por haber visto a su mamá”, platica.

Los dos niños menores de Agustín y Adriana nacieron en Estados Unidos. El grande nació en México. “Yo venía rogándole a Dios que no fuera a haber algún problema en la corte para que pudiera entrar a ver a su mamá”, dice.

Platica que desde que arrestaron a su esposa, sus hijos no quieren ir a la escuela y les han bajado las calificaciones.

La más afectada ha sido la niña de seis años. “Ya me han reportado de la escuela que no quiere hacer caso, que se aparta mucho. No quiere que la vean. Ella es la que más ha sufrido la ausencia de su mamá porque el grande ya entiende más las cosas”, comenta.

Adriana, de 35 años, vino por primera vez al país en 2005.

Entre ella y su esposo trabajaban en la construcción y la limpieza de casas en Sacramento.

Arrestada por ICE

El 25 de febrero como a las 5:00 de la mañana, cuando iba a su trabajo en una de las calles de la capital de California, agentes del Servicio de Migración y Control de Aduanas (ICE) se les atravesaron en su camino, los obligaron a bajar del auto y a ella la arrestaron.

En lugar de ponerla bajo custodia en el norte de California, la trajeron hasta el Centro de Detención de Adelanto, a más de 400 millas de donde vive su esposo y sus tres hijos.

ICE tiene diversos tipos de operativos.

“Primero dijeron que se la llevaron a Adelanto porque no quiso firmar su deportación. Después que no había cupo en San Francisco”, detalla Agustín.

Adriana es una de los miles de indocumentados que son arrestados y transferidos a la red de más de 200 cárceles de los condados y otras instalaciones de encarcelamiento privadas que ICE contrata.

Lauren Mack, portavoz de ICE, dijo que ellosn hace todo lo posible para mantener a los detenidos en instalaciones localizadas dentro de las comunidades.

Sin embargo, debido a las pocas camas en sus centros de detención, no siempre es posible. “ICE entonces busca lugar en otras instalaciones mientras coordina con su oficina nacional. Todos los detenidos tienen el derecho de pedir que el sitio de su custodia sea revisado por un oficial de migración o deportación”, indica.

El problema con transferir a un inmigrante lejos de su comunidad es que afecta su relación familiar y hasta su representación legal. Agustín tuvo que buscar un abogado en Victorville, cerca de Adelanto, donde está su esposa.

El abogado explica

El abogado en migración Raúl Saldaña, quien lleva el caso de Adriana, dice que esta madre no calificó para una fianza porque hace algunos años regresó al país después de haber sido deportada. “La juez argumentó que si la dejaban salir bajo fianza, se podía escapar y ya no la encontrarían. Ella volvió a entrar al país por sus hijos”, explica.

Ahora su esperanza está puesta en una audiencia para el 23 de octubre, cuando la juez va a tomar una decisión sobre si autoriza o no, la cancelación de la deportación (withholding of removal).

Mujeres en el centro de detención migratorio de Adelanto, en el condado de San Bernardino. Este centro es manejado por la empresa privada GEO. (Aurelia Ventura/ La Opinion)
Mujeres en el centro de detención migratorio de Adelanto, en el condado de San Bernardino. Este centro es manejado por la empresa privada GEO. (Aurelia Ventura/ La Opinion)

Si le autorizan ese alivio, ya no la deportarían y le darían un permiso de trabajo, aunque quedaría en una especie de limbo migratorio mientras encuentra alguna manera de arreglar su estatus migratorio, dice el abogado Saldaña.

“Los argumentos que vamos a presentar para reforzar esa petición son basados en el miedo a regresar a México que ella tiene, que son parecidos a los que se manejan para el asilo”, explica.

Al mismo tiempo, Adriana tiene en proceso una petición de visa U que se otorga a las víctimas de crímenes. “Ella sufrió un crimen en Sacramento. La cosa es que Migración se está tardando mucho en aprobar la solicitudes de las visas U”, dice el abogado.

“Eso ya se le dijo a la juez en Adelanto, y se le ha hablado del daño que están sufriendo sus hijos con la separación, y estamos esperando una decisión a favor”, indica.

Señala que en el peor de los casos, si a Adriana la deportaran, su petición de visa U sigue adelante. “Ella puede regresar al país si se la aprueban. Solo tendría que pedir un perdón por haber reigresado al país después de ser deportada, pero es un perdón más flexible”, indica.

Agustín dice que la detención de Adriana ha sido muy difícil para toda la familia. “Ella está sufriendo mucho adentro. La atención médica es muy mala en Adelanto. Ella se fracturó un dedo, se lleva con los pies hinchados y se llena de granos. No le quieren dar medicina porque dicen que ella intentó suicidarse, pero eso no es verdad”, explica.

El daño en los menores

Joshua Koffman, administrador de salud mental del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD), dice que los niños cuyos padres son detenidos por migración y deportados, sufren un gran impacto emocional con la separación.

“A diferencia de un adulto, no tienen las herramientas para lidiar con esa alteración en sus vidas”, explica.

“Los menores presentan problemas de comportamiento, pierden la concentración en la escuela, el apetito, la energía, se deprimen, les sobreviene ansiedad y tienen dificultades para dormir, interactuar y conectarse con otros”, detalla.

Lo primero que los maestros se preguntan cuando un estudiante empieza a tener problemas de conducta es si pasó algo que lo asustara en su casa o en su comunidad. “Los menores son los más vulnerables”, subraya.

Y reconoce que es aún más difícil cuando un padre o madre se queda solo con los hijos mientras el otro permanece arrestado o es deportado, ya que ellos están enfrentando su propio dolor.

“Es muy importante que los que se quedan estén hoy más que nunca presentes en la vida de su hijos, que escuchen y hagan preguntas a sus hijos. Preguntas tan simples como un cómo estás, y mantener la comunicación con la escuela”, dice.

Koffman agrega que el daño que provocan las deportaciones y arrestos de padres inmigrantes afectan a otras familias porque incrementa su miedo de que a ellos les pueda pasar lo mismo.

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