La desigualdad económica y la fiscalidad son cuestiones feministas

Senadora demócrata  Elizabeth Warren.

Senadora demócrata Elizabeth Warren. Crédito: CJ GUNTHER | EFE

Dos legisladoras estadounidenses, la senadora Elizabeth Warren y la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, están decididas a hacer de la tributación de los muy ricos uno de los temas centrales de la campaña electoral en el 2020. No es de extrañarse que sus propuestas hayan encontrado eco dentro y fuera de su país. En el planeta entero, estamos viviendo una crisis de desigualdad. En América Latina y el Caribe, el 10% más rico de la población concentra el 68% de la riqueza total, según mostró recientemente OXFAM.
El hecho de que sean dos mujeres quienes iniciaron el debate en los Estados Unidos no es una coincidencia. La evasión y elusión fiscal contribuyen en gran medida a la desigualdad de género, puesto que limitan los recursos que disponen los gobiernos para invertir en políticas redistributivas. Como reveló un estudio del FMI de 2015, los países con mayores niveles de desigualdad de ingresos también generan mayores desigualdades de género.
La planificación fiscal agresiva de las corporaciones fuerza a los países a cubrir sus déficits fiscales aumentando los impuestos regresivos al consumo, como el impuesto al valor agregado (IVA). Estas políticas impactan negativamente a los grupos de ingresos bajos y medianos -donde las mujeres están sobrerrepresentadas.
Cuando las corporaciones no pagan los impuestos que justamente les corresponde, los países tienen menos dinero para invertir en servicios públicos y protección social. Debido a las normas sociales, la carga del cuidado no remunerado recae desproporcionadamente sobre las mujeres, quienes en promedio destinan 3,3 veces más tiempo que los hombres en estos trabajos. Sin servicios de guardería, por ejemplo, ellas tienen dificultades para permanecer en el mercado laboral.
El sistema tributario internacional actual es obsoleto e injusto, ya que permite la evasión fiscal sistémica por parte de las grandes empresas multinacionales. Amazon, por ejemplo, no ha pagado ningún impuesto en los Estados Unidos en 2018. En América Latina, la CEPAL estima que la evasión y la elusión fiscales costaron a la región el equivalente de 4% de su PIB en 2014.
El descontento social ha ido creciendo, sobre todo después de escándalos como el de los Panama y Paradise Papers. Como resultado, después de años de negación, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reconoció recientemente la necesidad de poner fin a la evasión fiscal. En la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (ICRICT), de la que soy integrante, acogemos con satisfacción este cambio de rumbo. Mientras el mundo se prepara para celebrar el Día Internacional de la Mujer, debemos sumarnos al llamado de las organizaciones feministas a rediseñar un sistema tributario internacional progresista. Sin justicia fiscal, no hay igualdad de género.

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