Casa Libre, un hogar para jóvenes inmigrantes que huyen de sus países de origen

La organización puede ayudar a 12 menores, pero por la falta de recursos ahora solo apoya a ocho

Casa Libre se encuentra en un edificio histórico en Westlake.(Aurelia Ventura/La Opinion)
Casa Libre se encuentra en un edificio histórico en Westlake.(Aurelia Ventura/La Opinion)
Foto: Aurelia Ventura / Impremedia/La Opinión

Casa Libre es un albergue para menores de edad que se encuentra en el área de Westlake. Su función es única ya que desde 1995, esta casa histórica se ha convertido en el hogar de docenas de jóvenes no acompañados, inmigrantes o refugiados que llegan a Estados Unidos.

Uno de ellos es el centroamericano Arnoldo, de 18 años.

Su temple es callado. En su tiempo libre le gusta estar solo en su recámara y escuchar música. Sin embargo, no puede quitar de su mente el plan que originalmente tenía de trabajar en suelo americano para enviarle unos dolaritos a su madre.

Pero las circunstancias le han cambiado sus planes.

“Ya le dije a mi mamá que yo estaba dispuesto a trabajar, pero no se puede hasta que me den mi permiso de trabajo”, dijo el originario de Huehuetenango, Guatemala.

Arnoldo contó que en septiembre del 2017 emigró hacia Estados Unidos y después de brincar la barda fronteriza -México-Estados Unidos- y caminar por dos horas, los agentes de inmigración lo detuvieron y se lo llevaron a un centro de detención.

“Estuve ocho meses encerrado en San Diego y me dijeron que no podía salir. En el centro de detención había unos 90 niños de 10 a 17 años de edad”, recordó el joven, quien pidió no revelar su apellido.

En Casa Libre tratan de que los menores salgan adelante con todo y retos. (Aurelia Ventura/La Opinion)

“Nos ponían a estudiar, salíamos a jugar, pero no nos sacaban a la calle”, añadió Arnoldo quien con el tiempo comenzó a desesperarse y pidió a los agentes de inmigración que lo deportaran a Guatemala.

Para su buena suerte, el joven, quien en ese entonces todavía era menor de edad, recibió la ayuda de abogados que lo refirieron a Casa Libre y desde el 6 de diciembre del 2018 vive ahí.

Intenta una vida normal

Arnoldo dijo que en Guatemala solo estudió la primaria y fue hasta que ingresó al centro de detención en San Diego, California, que volvió a tener una educación semiformal.

Ahora él, al igual que otros jóvenes que viven en Casa Libre, asiste a la escuela, primordialmente para aprender inglés.

“Ahora si quiero seguir estudiando y [eventualmente] trabajar para estar mejor”, dijo Arnoldo.

Contó que en su tiempo libre también sale a divertirse al parque, la playa, o a correr en la montaña.

“A veces nos llevan a comer o al cine”, dijo el joven. “Pero si extraño Guatemala. Extraño a mi mamá que no he visto desde hace varios años”.

Lydia Quintanilla, coordinadora del programa para jóvenes de Casa Libre, dijo que actualmente la casa de ocho recamaras está albergando a ocho jóvenes, todos hombres.

La mayoría de los jóvenes en Casa Libre tienen familia en EEUU, pero no tienen documentos y no pueden estar con ellos. (Aurelia Ventura/La Opinion)

Casa Libre es supervisada por el Centro para los Derechos Humanos y Leyes Constitucionales, Inc., el cual se encarga de referir a jóvenes que están en los centros de detención.

Desafortunadamente, los jóvenes no pueden trabajar por no tener un estatus migratorio legal; mientras sus casos están siendo procesados, ellos reciben un estipendio de 15 dólares a la semana y la organización se encarga de financiar todos sus gastos de vivienda, así como su transportación a la escuela y costos migratorios.

Casa Libre tiene personal las 24 horas al día los siete días a la semana.

Una ayuda para los inmigrantes

Debido al trabajo que realiza Casa Libre, el concejal Mitch O’Farrell, quien representa el área, recientemente sometió una moción que fue aprobada por el concilio, con el fin de apoyar el trabajo de la organización.

El funcionario dijo que hace poco tuvo la oportunidad de ver la situación de los inmigrantes varados en la frontera de Tijuana, México, cuando lideró una caravana de ayuda de ropa, alimentos y servicios de salud.

O’Farrell agregó que mientras la situación en la frontera continúa empeorando debido a las “políticas ilegales e inhumanas” del presidente Trump, el ayuntamiento de Los Ángeles está dispuesto a crear espacios seguros para los jóvenes inmigrantes que huyen de su país de origen.

“Como Presidente del Comité de Pobreza y Personas sin Hogar presenté una moción que asigna 175 mil dólares para financiar y asistir a Casa Libre”, dijo el concejal vía email. “Debemos hacer todo lo necesario para asegurar que nuestros jóvenes solicitantes de asilo que llegan a Los Ángeles tengan sus necesidades cubiertas para que no terminen en las calles”.

Casa Libre trata de hacer la vida de los jóvenes lo más normal posible. (Aurelia Ventura/La Opinion)

Los fondos serán utilizados para continuar brindando apoyo de salud, educación, vivienda y actividades para los jóvenes en Casa Libre.

El presupuesto anual de Casa Libre es de unos 250.000 dólares aproximadamente, dijo Peter Schey, director ejecutivo del Centro para los Derechos Humanos y Leyes Constitucionales, Inc.

“En Casa Libre tenemos acceso máximo a 12 jóvenes, pero por ahora solamente tenemos presupuesto para mantener a ocho”, dijo Schey.

El director agregó que ellos se enfocan en intentar sacar a los adolescentes de los centros de detención que están cerca de cumplir la mayoría de edad. De otro modo, una vez cumpliendo los 18 años, los jóvenes son enviados a los centros de detención de adultos donde es poco probable que avance su caso.

“Como menores de edad pueden calificar para solicitar lo que se le conoce como un ‘Special Immigrant Juvenile Status’ que se les da a los menores abandonados, abusados o descuidados”, explicó Schey.

Una vez que comienzan a procesar sus documentos pueden seguir luchando por sus casos en Estados Unidos, sin importar si cumplen la mayoría de edad.

Aproximadamente el 80% de los jóvenes que están en Casa Libre tienen familiares en Estados Unidos, sin embargo, no los pueden sacar de los centros de detención porque ellos también son indocumentados.

Casa Libre funciona como un intermediario que los ayuda legalmente y eventualmente llevarlos con sus familiares, mientras esperan que se solucionen sus casos migratorios.

Schey dijo que agradecen la ayuda de la ciudad de Los Ángeles, pero es importante mencionar que existe una urgencia para continuar recaudando más fondos.

La lectura es parte de la vida diaria de los jóvenes en Casa Libre. (Aurelia Ventura/La Opinion)

“Necesitamos urgentemente recaudar poco más de 100 mil dólares para poder aumentar nuestra capacidad de hospedaje en un tercio porque sabemos que la necesidad es enorme”, dijo Schey.

Casa Libre intenta ser un modelo para la nación y espera que más albergues abran sus puertas para ayudar a los menores a salir de los centros de detención que en ocasiones se convierten en una prisión.

Para saber más acerca de Casa Libre visite: http://casa-libre.org/index.html