Editorial: Lo justo es un pago igualitario

El rostro de la pobreza es el de una mujer trabajadora

Las latinas junto a las afroamericanas sufren la brecha salarial más grande en California.  (Archivo/La Opinión)

Las latinas junto a las afroamericanas sufren la brecha salarial más grande en California. (Archivo/La Opinión) Crédito: Archivo | Aurelia Ventura/La Opinion

Las trabajadoras latinas enfrentan un doble desafío a la hora de la compensación laboral. Son las más perjudicadas por un sistema inherentemente discriminatorio.
El 2 de abril es el Día de Equidad Salarial para la mujer. Esta fecha se determinó contando el promedio de cuántos días más tiene que trabajar una mujer en 2019 para recibir la misma compensación que un hombre a lo largo de 2018.
Si bien ya es malo que haya que laborar más de tres meses adicionales, esta cantidad es un promedio entre los dos extremos. La asiática que sería el 5 de marzo y la latina el 20 de noviembre. Sí, esa es la realidad. Una hispana gana aproximadamente 53 centavos por cada dólar que recibe un hombre, cuando el promedio nacional de todas las mujeres es 23% menos.
La cifra refleja una disparidad muy preocupante. Se estima que el 42% de madres son la fuente de ingreso único o principal del hogar estadounidense. El mal pago se refleja en la condición de vida de estas familias. Esto explica en parte porque el rostro de la pobreza es el de una mujer trabajadora.
Los analistas ven que el bajo ingreso de la latina se debe a las dificultades que debe enfrentar como la barrera idiomática, la exclusión del mercado laboral por su situación migratoria y la falta de acceso a la educación superior. Tampoco ayuda que tengan familia a temprana edad y que esta sea numerosa. Los empleos que están a su alcance son los mal remunerados como en el área de servicio.
La buena noticia es que la cifras de la Oficina del Censo muestran un cambio. Las latinas inmigrantes comienzan su propio negocio a una tasa más elevada que la mujer blanca. Las que son de segunda y tercera generación ya no tiene obstáculos legales. Las más jóvenes comienzan más tarde a tener familia y, cuando la tienen, es menor que la de sus padres. Por eso hay una baja en el índice de fertilidad entre los latinos.
Más allá de las circunstancias propias de la comunidad latina, no se puede decir que hubo alguna acción específica que puso a la mujer en una condición de desigualdad. La responsable es una cultura patriarcal de mucho tiempo que se sigue proyectando en nuestra sociedad.
Hoy hay más oportunidades académicas y laborales para la mujer. No obstante, las diferencias persisten.
Las encuestas muestran por ejemplo que la mayoría de los hombres empleados no cree que hay una brecha significativa con sus colegas mujeres en cuanto al salario, la promoción y el valor que se da a su labor. Los números de numerosos sectores confirman lo contrario.
La equidad en el salario no pide una consideración para la mujer. Precisamente es lo contrario, exige un trato igualitario. Todos, hombres incluidos, deben ver que no es una cuestión de género, sino de derechos humanos.

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