Erick Monzón abrazó con fuerza a su novia Jocely Pineda y le plantó un tremendo beso mientras sostenía en sus manos su certificado de naturalización que lo declaraba ciudadano de los Estados Unidos.
“Estoy bastante feliz. La ciudadanía es un logro. Siento como que me gradué de la universidad”, afirmó sonriente.
Erick vino de El Salvador a los ocho años. Se hizo residente permanente hace 14 años, y finalmente a unos días de cumplir los 37 años, se convirtió en ciudadano.

“No lo había hecho antes por desidia, pero con la ciudadanía vienen mejores oportunidades. Yo quiero ser chofer de transporte público y si no eres ciudadano, no te dan el empleo”, comentó.
Lo que más lo animó a iniciar el proceso de naturalización fue “mirar el peligro en el que viven los residentes con el presidente Trump. Mejor hay que asegurarse con la ciudadanía que lamentar”, dijo irradiando dicha.
Erick Monzón fue parte de un grupo de más de 7,000 residentes permanentes del sur de California que se hicieron ciudadanos estadounidenses en Los Ángeles. En el grupo de nuevos naturalizados había gente de más de 130 países, pero sobresalían México, Filipinas, China, El Salvador e Irán.
Durante el año fiscal 2018, el distrito del Servicio de Ciudadanía y Migración (USCIS) de Los Ángeles, le dio la bienvenida a más de 81,000 nuevos ciudadanos de Estados Unidos; a nivel nacional 750,000.
El distrito de USCIS de Los Ángeles, abarca los condados de Los Angeles, Orange, Riverside, San Bernardino, Ventura, Santa Bárabara y San Luis Obispo.



Por qué no se hacen ciudadanos
La desidia es causante de que muchos residentes permanentes que califican para la ciudadanía, posponga durante años el proceso de naturalización.
Elena Durán Quintero lleva como 40 años en el país, y desde hace 16 años es residente permanente. “Por desidia, no lo había hecho”, reconoció.
Sus hijas Lorena y María Quintero quienes la acompañaron a la ceremonia de naturalización y la motivaron mucho para convertirse en ciudadana, dijeron que su madre se sentía insegura para hacer el examen.
“Se aprendió las 100 preguntas. Y se la pusieron difícil porque le hicieron más de diez preguntas”, comentó Lorena.
Pero Elena de 76 años quien llevaba un año estudiando para el examen, se sentía satisfecha porque no les quedó mal a sus hijas y pasó el examen. “Estoy contenta porque no las defraudé”, dijo esta madre nacida en Michoacán, México.
Sus hijas dijeron que le insistieron a su progenitora en hacerse ciudadana sobre todo por todos los recortes sociales que se quieren hacer a los residentes permanentes bajo la administración de Trump.
“Hay más discriminación con este presidente. Es mejor ser ciudadano“, dijo su hija Lorena.



Candelaria Rodriguez vino desde San Bernardino a Los Ángeles para su ceremonia de ciudadanía. “Estoy feliz. La verdad que no me había hecho ciudadana por pura desidia”, sostuvo esta nueva ciudadana, inmigrante de Toluca, México. “Llevo 25 años en este país, 15 años como residente”, precisó.
Lo que más la entusiasmo para iniciar el proceso de ciudadanía hace seis meses, fue su deseo de traer a vivir a este país a sus padres ancianos que viven en México.



Grecia Delgado esperó ansiosa estar cerca de cumplir los 18 años para solicitar la ciudadanía.
“No podía hacerlo antes de los 18; pero cuando faltaba poco, presenté la solicitud y todo el proceso se llevó nueve meses”, dijo feliz esta joven ciudadana quien vino de El Salvador a los ocho años.
“Con la ciudadanía vienen muchas oportunidades”, consideró Grecia quien es estudiante de la Universidad de California (UC) en Davis al norte de California.
Lo que más anhela ahora es votar. “Nuestro voto es muy importante para hacer cambios en este país“, remarcó.



Sin límites de edad
En su silla de ruedas Bernarda Dora Fajardo de 83 años, prestó juramento de lealtad a su nueva patria, los Estados Unidos.
“Estoy feliz. Me hice ciudadana porque quiero votar para que no nos mangoneen”, externó la nueva naturalizada, inmigrante de El Salvador.
“Me convertí en residente con la Amnistía de Reagan, y por indecisa no me hacía hecho ciudadana, pero Trump me hizo reaccionar”, externo Bernarda para enseguida agregar que todo su proceso de ciudadanía duró tres meses.



A sus 72 años, la inmigrante de Guatemala, Elisea Mendoza logró hacerse ciudadana estadounidense, 21 años después de obtener la residencia.
“Este certificado de naturalización se lo dedico a mi esposo. Él era texano de padres mexicanos. Nos casamos diez años después de vivir juntos, tuvimos dos hijos y pidió mi residencia. Estoy feliz, pero me hace falta mi esposo, murió en 2017. Me hubiera gustado que él estuviera aquí conmigo en este momento”, platicó emocionada.
Elisea recomendó a quienes están pensando en hacerse ciudadanos, no ponerse tan nerviosos para el examen. “Es una cosa tan fácil de hacer, pero hay que estudiar bastante. Tampoco se confíen”, anotó.
Ya como ciudadana, lo que más quiere es poder votar y viajar a Guatemala para pasar tiempo con la familia que dejó al emigrar.