Editorial: Trump, Cuba y la reelección

Hay que aportar por el pueblo cubano con la apertura en vez de darle un portazo a sus esperanzas

Desde su arribo, el presidente Trump ha implementado restricciones a Cuba.

Desde su arribo, el presidente Trump ha implementado restricciones a Cuba. Crédito: YAMIL LAGE/AFP/Getty Images

Florida es el camino a la reelección del presidente Donald Trump. Esa senda se basa a 90 millas de Miami, en Cuba. Es el viejo y fútil ejercicio de apretar al régimen para ganar votos.

Nadie duda que Cuba es una dictadura política sin libertad de expresión. Mucho más lo es Arabia Saudita. Los problemas con China son solo comerciales. Ni que hablar del amigo presidencial, Kim Jong-un, de Corea del Norte, o la simpatía de Trump por los líderes de las llamadas “democracias liberales”.

Es falsa la defensa de la democracia que hace el asesor de seguridad nacional, John Bolton, para explicar las medidas recientes que reducen el acceso de los estadounidenses a Cuba. Ya no habrá cruceros con turistas, barcos de pesca o privados de EEUU ni los viajes en la categoría “people-to-people” que permite el contacto directo e informal con los cubanos.

Bolton habla del comunismo en un lenguaje de la Guerra Fría y de la nueva política electoralista de la Casa Blanca que revive la histeria antisocialista. Cuando el asesor de Trump se refiere en Miami a la Doctrina Monroe –América para los americanos– corre un escalofrío en Latinoamérica que no tiene que ver con la democracia.

Es una fantasía creer hoy que el régimen de Nicolás Maduro se mantiene gracias a Cuba. El chavista sigue en el poder por el respaldo militar, los problemas de la oposición y principalmente por el apoyo de Rusia. Vladimir Putin, es uno de esos cuasi-dictadores que Trump admira. Es más fácil y redituable apuntar a Cuba.

En esta historia hay dos fracasos: creer que con el embargo se puede cambiar a Cuba y un modelo económico insostenible en la isla. La apertura hacia el turismo es un avance al cambio. El dinero llega al gobierno, pero también directamente al bolsillo de los emprendedores que apuestan alrededor de esta industria. Hay una puerta abierta que no se debe cerrar.

El surgimiento de un sector privado y mayor libertad comercial está transformando el panorama. Crea dislocaciones, quiebra un sistema basado en la irrealidad. Cuba no es China y los cubanos no son los chinos. La idea de mano dura política y liberación económica no seguirá los pasos de Beijing. Las incertidumbres son muchas. Eso es positivo en este caso porque hay movimiento.

Lo que se sabe es que la política de Trump alimenta un nacionalismo ya visto por décadas que perjudica a la gente. La crisis venezolana amenaza con el retorno a Cuba de la pesadilla del “periodo especial”, similar al del derrumbe de la Unión Soviética. Es un error cruel y sin futuro buscar el colapso del sistema.

Para lidiar con Cuba hay que seguir la lección de la historia en vez de la estrategia electoralista interna. Hay que apostar por el pueblo cubano con la apertura en vez de darle un portazo a sus esperanzas.

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