Felipe llegó a Tijuana esta semana y este domingo decidió regresar junto con su hijo de ocho años de edad a Quetzaltenango.
“Es que cuando vine no pensé que fuera a necesitar las evidencias que me van a pedir”, explicó al hablar de su primera cita ante una corte federal en San Diego, programada para el 7 de enero, casi dentro de medio año.
Algunas de las pruebas están desde hace más de un año en la delegación de la policía local. “Ganaba 40 quetzales –poco más de cinco dólares—por día y las pandillas me obligaban a darles 30; con los otros diez no me alcanzaba”.
Lo habían descansado unos días en el trabajo agrícola por no tener dinero para los pandilleros, lo golpearon y amenazaron con agredir a su esposa y a sus tres hijos. “La denuncia que presenté me puede servir para pedir asilo”, dijo.

Salió de su pueblo apenas en junio y con su hijo viajó en autobuses hasta Reynosa, Tamaulipas, donde hace unos diez días cruzaron el río para entregarse a la patrulla fronteriza para pedir asilo.
Al rendirse le dieron una cita hasta enero y en San Diego hasta el otro lado del país. Así que padre e hijo viajaron a lo largo de la frontera y fue solo al llegar al refugio Agape en Tijuana que comprendieron que necesitaba las pruebas.
Cristina Güicho, asistente administradora del albergue, dijo a La Opinión que la falta de información sobre lo que necesitan los migrantes para solicitar asilo y que el gobierno de Estados Unidos reduce cada vez más las posibilidades de otorgarlo, generan desánimo e incertidumbre entre las familias.
En un autobús que 50 migrantes rentaron para viajar a la frontera con Guatemala este domingo, por lo menos diez levantaron la mano cuando en reunión el pastor Albert Rivera preguntó quienes viajaban para recoger evidencias y pruebas para pedir asilo.



“Levantaron la mano diez adultos, pero con ellos van niños, ninguno viene solo, así que medio camión se regresa en busca de las evidencias de debe entregar”, dijo Güicho.
La señora Rosa Isela, también de Guatemala, dijo que tras su primera entrevista con oficiales de asilo decidió regresar a su país definitivamente.
“Esta semana pasamos 80 y de todas solamente dejaron pasar a Estados Unidos a una sola persona, pero no tiene asilo”, dijo Rosa Isela. “Solo que ella está allá y nosotras acá, pero todas tenemos citas para enero, y luego vienen otras citas, más espaciadas. Por eso prefiero regresarme”.
Un estudio de esta semana del proyecto de Acceso a records Transaccionales de la Universidad de Siracusa reveló que de 14 mil 800 migrantes que ya tienen cita en cortes para solicitar asilo y que fueron enviados a esperar a México, a ninguno le han otorgado asilo y solamente el 1.3 por ciento tiene representación de abogados.



“Imagínese”, dijo el pastor Rivera, “si en Estados Unidos en las cortes no les pueden proporcionar abogados que les informen a los migrantes sobre las evidencias que necesitan, pues mucho menos acá que no hay ningún abogado”.
Pero para ir a recoger las evidencias o pruebas que sustenten sus peticiones, los migrantes todavía tienen que sortear otro riesgo: México ya les dio una vez permiso humanitario para internarse al país, porque huían de riesgos en sus países.
Si ahora regresan a sus lugares de origen y vuelven a salir, equivaldría a que no corren riesgo, por lo que podría negarles el paso.
“Pero si nos quedamos, nos niegan el asilo y es peor; si vamos por las evidencias, por lo menos podemos intentarlo”, tratar de conseguir el asilo en Estados Unidos, dijo Felipe.