Cáncer de mama: “El cirujano me dijo que los pezones son ‘una bobada'”

Janine tuvo una mastectomía en la que le reconstruyeron sus senos. En este monólogo explica que su cirujano no quiso perder el tiempo en los pezones... y por qué todavía no los ha podido recuperar.

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Crédito: Sarah Dousse

Cuando tienes cáncer de mama, la vida puede ser diferente y a veces complicada, pero se lleva mejor con un poco de humor.

El texto que sigue es una versión editada de un monólogo de Janine Hammond, cuya vida cambió tras ser diagnosticada con cáncer de mama triple negativo, más difícil de tratar y agresivo que los otros tipos más comunes.

Hammond le relató a la BBC esta experiencia real durante el Edinburgh Fringe, un festival internacional de artes escénicas que se celebra en la capital escocesa y que este año tuvo como tema central Lost and found (objetos perdidos).

Tengo que hacerles una confesión: he perdido mis pezones.

¡Qué descuidada! Muy irresponsable por mi parte. Es un verdadero fastidio porque los pezones son una maravilla. Alimentan a tus bebés y son pequeñas cúpulas de placer que te hacen notar cuándo necesitas usar un abrigo.

Personalmente, prefiero el pecho entero: la parte más carnosa y el pezón. El combo tradicional.

Confesión número dos: perdí mis dos senos por cáncer.

No tengo prótesis o implantes. En lugar de eso, tengo lo que llaman colgajos: reconstrucciones con colgajo TRAM.

Como exenfermera, sé que al mundo médico le encantan los acrónimos; no tenemos tiempo para decir las palabras más largas. TRAM viene de músculo recto abdominal.

Básicamente, cualquiera tiene esos dos músculos y ambos forman parte de tu six-pack. Ahora se han movido de mi abdomen a mis senos. Es raro, ya lo sé.

La operación requiere dos equipos quirúrgicos. El primero te quita el seno (con el cáncer incluido). Luego el otro equipo te abre de lado a lado y te quita todo el colgajo frontal de tu abdomen para después levantar los músculos, con todo su suministro de sangre y terminaciones nerviosas, y usar la grasa y el tejido para hacer nuevos senos.

También te hacen un ombligo nuevo precioso. Es impresionante.

La primera vez que tuve cáncer de mama fue en 1997. Tenía 32 años, mis hijos eran pequeños y acababa de empezar un nuevo trabajo, pero la vida es así, ¿no?

Janine
Janine contó su historia sobre el escenario. BBC

En 2012, me encontré de nuevo en la “sala de las malas noticias” del hospital. No la llaman así, pero muchos centros de cáncer tienen una sala menos clínica que otras, con sofás cómodos y cuadros bonitos en las paredes.

Sabía lo que estaba a punto de pasar.

Efectivamente, el cirujano me dijo: “¡Ha vuelto!”.

“Gracias, amigo”, pensé yo.

Dijo que me extirparía los dos senos y que me harían la reconstrucción TRAM en una sola operación de 12 horas.

“¿Y los pezones?”, le pregunté.

“¿Pezones? ¡Ah, son una bobada!”, me contestó el cirujano.

“¿Una bobada?”, dije yo. “Así que van a pasar 12 horas rebanándome y troceándome como a la novia de Chucky para después pegármelo todo de nuevo y usted me dice que los pezones son una bobada?”.

“Bueno, podría hacerlos, pero ya sabe…”.

La secretaria me llevó a un lado.

“Lo que pasa con los pezones es que los hombres que trabajan como cirujanos no siempre valoran cómo se sienten las mujeres sobre los nuevos pezones exagerados que hacen ellos”, me explicó.

“No suelen advertirte de que sobresalen, para empezar, y que no se aplanan hasta un par de años más tarde. No estoy segura de cómo se sentirá de tenerlos siempre… duros”.

“¿Duros?”, pensé. “¡Dios mío! No puedo tenerlos siempre duros“.

Pensé en hacerme un tatuaje en 3D. El tatuador de mi barrio hace trabajos muy buenos, pero solo tiene un taller. ¿Te imaginas que llegue el próximo cliente mientras te tatúan un pezón nuevo?

Así que la secretaria en lugar de eso me dio unos pezones protésicos que se pegan, literalmente.

Nunca me los he puesto… sobre mis senos.

¿Y si se me despegan y mientras estoy hablando con alguien y me dicen: ‘¡Ah! Tienes un pezón en el cuello’? Sería horrible.

La única vez que me he puesto los pezones es en el medio de la frente para hacer mi imitación de David Bowie como Ziggy Stardust y reírme un rato.

BBC

Janine
Escribir obras de teatro le ayudó a superar la situación, dice Janine.

Tardé varios meses en recuperarme de la operación y me quedé con algunos problemas extraños.

Me da la sensación de que llevo puesto un corsé todo el tiempo porque los músculos del pecho se movieron hacia mis senos. No puedo sentarme si me tumbas en el suelo.

Además, esta vez me dieron un tipo de quimio diferente, FEC, otro acrónimo formado por una variedad de medicamentos: 5FU, epirubicina, ciclofosfamida.

Un dato curioso: la epirubicina te cambia el color de la orina. El efecto solo dura unas 48 horas, pero pasa del intenso color de un rosado portugués al rosa palo de un vino de la Provenza. Es muy divertido para tus familiares y amigos.

Cuando mis cicatrices comenzaron a sanar, me di cuenta de que mi seno derecho era mayor que el izquierdo. El cirujano estuvo de acuerdo en hacer otra operación para arreglarlo.

Después el izquierdo era más grande que el derecho, así que me lo arreglaron también.

Pero reconstruir los pezones todavía lo consideraban una bobada.

Para ayudarme con los extraños dolores de nervios y articulaciones que experimenté, la clínica del dolor me sugirió hacer mindfulness.

Lo intenté, pero meditar con otras diez personas en un almacén no me funcionó. En lugar de eso, comencé a escribir y me hice un hueco en un programa para dramaturgos.

Escribí un monólogo sobre una mujer con cáncer de mama a la que le habían hecho mi operación, pero era soltera y tenía que contarlo cada vez que comenzaba una nueva relación.

La obra estuvo de gira e incluso recaudó dinero para investigación del cáncer, algo de lo que me siento muy feliz.

Pero algo con lo que no estoy tan contenta son mis pezones.

Janine, y su caja vacía de pezones, ilustración
Y todavía sigue buscando sus pezones… Sarah Dousse

Como parte de la actuación, mi querida actriz se pone un pezón en medio de la frente para hacer su mejor versión de Ziggy Stardust.

Pero resulta que los teatros no tienen pezones protésicos, así que tengo que darles mis propios pezones a las actrices.

Se ha convertido en un capítulo muy emocionante de mi vida porque ahora recibo emails que dicen: “Janine, por favor, ¿me dejas tus pezones?”.

Me encantaría abrir esos emails en un tren lleno de gente cuando supiera que hay alguien leyendo por encima de mi hombro.

La verdad es que les tengo un poco de resentimiento. Mis pezones están apareciendo en teatros sin mí. ¡Tienen vida propia!

Así que cuando les dije al principio que “he perdido mis pezones” es porque es cierto.

Los perdí. Primero por el cáncer… y después por el caprichoso mundo del espectáculo.


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