Padres e hijos se reencuentran al son de la banda sinaloense

La fraternidad del mismo estado les ayudó con el trámite de la visa de turista para viajar a los EEUU.

Olga Lidia López estaba super emocionada de reencontrarse con su madre Josefina López. (Araceli Martínez/La Opinión).

Olga Lidia López estaba super emocionada de reencontrarse con su madre Josefina López. (Araceli Martínez/La Opinión). Crédito: Araceli Martinez | Impremedia

Al son de la banda sinaloense, padres e hijos se volvieron a ver en persona tras años de separación en un festivo y emotivo encuentro celebrado en Los Ángeles. 

Fueron 34 padres de familia quienes viajaron más de 20 horas en un autobús desde el estado norteño mexicano de Sinaloa para reunirse con sus hijos a quienes no habían visto por 15, 20 o más años.

El sueño se los hizo realidad la Fraternidad Sinaloense de California cuya directiva trabajó durante meses hasta conseguir que el consulado de EEUU en Hermosillo, México, les aprobara a los padres las visas que les permitieron reencontrarse con sus hijos.

Amada Curiel Flores y su esposo Rosario Urquídez iban a cumplir casi 20 años de no ver a su hija Areli Eunice Urquídez. (Araceli Martínez/La Opinión).

Amada Curiel Flores creía vivir un sueño. Ella y su esposo Rosario Urquídez iban a cumplir casi 20 años de no ver a su hija Areli Eunice Urquídez Curiel.

“Desde que escuché que la Fraternidad Sinaloense iba a promover el reencuentro de padres con sus hijos, dije de aquí soy; y empecé a agarrar información, y ya no los dejé en paz”, dice Amada.

Su hija Areli no tenía palabras para describir sus sentimientos. “Lo único que puedo decir es que no pude dormir anoche, pensando que los iba a ver. Me voy a pasar abrazando a mi mamá todos los  días”, confiesa.

Su padre asegura que se le hacía “cosa imposible” el reencuentro con su hija y sus cuatro nietos. “Ya habíamos intentado sacar la visa de turista, y no pudimos. Nos la negaron. Ahora la Fraternidad Sinaloense nos ayudó y me siento bien feliz de la vida de haberla conseguido”, dice Rosario mientras recuesta su cabeza sobre el hombro de su hija. 

Lágrimas de felicidad en el reencuentro de padres e hijos al son de la banda. (Araceli Martínez/La Opinión).
Fueron muchos años de separación. (Araceli Martínez/La Opinión).
Durante la reunificación “Uniendo corazones al son de la banda” se vivieron momentos inolvidables. (Araceli Martínez/La Opinión).

La Fraternidad Sinaloense consiguió por primera vez hacer realidad el programa de reunificación de padres e hijos inmigrantes al que han llamado “Uniendo corazones al son de la banda”.

“La idea nació desde el año 2012. Pero empezamos a trabajar en el 2019 con el apoyo de miembros de la directiva como Rosa Higueras e Imelda Beltrán”, dice José Ángel Barajas, presidente de la Federación Sinaloense, quien platica que querían traer a 50 personas, pero al final calificaron 34 padres de familia. 

“El Departamento de Seguridad Nacional hizo una investigación y revisión exhaustiva de nuestra organización y cumplimos todos los requisitos. Es un gran logro del que me siento muy orgulloso.  Esta es mi gente que no habían visto a sus padres en muchos años, debido a que muchos de ellos no tienen documentos para poder salir del país”, dice Barajas muy contento por el éxito de la reunificación.

Y adelanta que el reencuentro de este fin de semana es el primero de cinco que tienen planeados.

Padres de familia del estado de Sinaloa, en México se reunieron en Los Ángeles con sus hijos después de no verlos durante años. (Araceli Martínez/La Opinión)
Los rostros de hijos y padres denotaban tristeza por tantos años de no verse.(Araceli Martínez/La Opinión).

El gobierno de EEUU les autorizó a los padres de familia una visa de turista por diez años. Pero para reencontrarse con sus padres, les dio un permiso por única vez de un mes. Cumplido este compromiso, podrán regresar al país como turistas cuantas veces quieran.

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Olga Lidia López estaba super emocionada de reencontrarse con su madre Josefina López de 75 años a la que no ha visto por 17 años. Ella la recibió empapada en llanto con un enorme ramo de flores y un letrero que decía: “Mamá eres una gran bendición. ¡Te extrañe tanto! ¡Bienvenida!.

Josefina, su madre llegó cargada de comida típica sinaloense para agasajar a su única hija. “Le traje tamales de elote, machaca, dulce de calabaza, coricos, empanadas y tortillas de harina”. 

Olga Lidia, por su parte, dice que se dedicará a mimar, adorar, abrazar y besar a su madre quien no cabía de agradecimiento para la Fraternidad Sinaloense que la ayudó a reencontrarse con su hija.

“Nunca podré pagar este favor de ayudarnos a conseguir la visa. Ya la había pedido antes y no me la dieron”, dice desbordada por la emoción.

Los hijos beneficiados con el reencuentro radican no solo en California sino algunos en Arizona y Nuevo México.

Dolores López se reencuentra con su madre Olga Engracia Morales. (Araceli Martínez/La Opinión).

Dolores López vino desde Arizona por su madre Olga Engracia Morales a quien no había visto por 15 años.

Este es el día más feliz de mi vida. Todos estos años lo recordaba a diario con la esperanza de volver a verlo”, exclama Olga Engracia, quien reconoció sentirse muy cansada por el largo viaje, pero a la vez llena de felicidad.

“La voy a querer, consentir y apapachar mucho estos días”, dice su hijo.

Federico Acosta vino desde Albuquerque, Nuevo México a Los Ángeles por sus padres Teresa Ángulo Lara de 67 años y José Epifanio Acosta de 81 años de edad.

“Yo soy muy duro para llorar, pero nomás abracé a mi hijo y no pude aguantarme. Fueron 20 años sin verlo; y ahora acabo de conocer en persona a mis nietos Daniel, Bryant y Maite”, dice don José Epifanio.

Federico Acosta con sus hijos Daniel, Bryant y Maite vinieron desde Albuquerque, Nuevo México a Los Ángeles por sus padres Teresa Ángulo Lara y José Epifanio Acosta. (Araceli Martínez/La Opinión).

Teresa, la madre hizo un gran esfuerzo por reencontrarse con su hijo, ya que sufrió recientemente un infarto cerebral que la mantiene en una silla de ruedas.

“Estoy muy contento, feliz y agradecido”, dice Federico, quien ya quería llevarse a sus padres a su casa para convivir con ellos y aprovechar el tiempo perdido.

Muchos padres descendieron del autobús que los transportaba y entraron al salón donde se llevó a cabo el encuentro en la ciudad de Bell Gardens, bailando bajo las notas musicales de la banda. MIentras se abrazaban y lloraban con gran emoción, la canción el Sinaloense,  himno de los residentes de dicho estado, se escuchaba por todo lo alto. La banda Los Huajoteños de Badiraguato les tocó la música tradicional de su pueblo durante dos horas.

Eduardo Cervantes García bailó con su madre Josefina García Bobadilla al son de la banda. (Araceli Martínez/La Opinión).

Eduardo Cervantes García del ejido San Marcial de Guasave, Sinaloa, llevaba casi 15 años sin encontrarse con su madre Josefina García Bobadilla, asi que aprovechó para bailar con su progenitora. 

Él radica en Tucson, Arizona. “Solo le pido a Dios que lleguemos bien a casa para disfrutar a mi mamá. La verdad soñé mucho con este momento. Y quiero decirles que todo se puede. Dios es grande y está con nosotros. Sí se puede”, enfatiza feliz, mientras su madre no ocultaba la alegría por encontrarse con su hijo y bailar con él al son de la banda sinaloense.

Muchos empresarios de origen sinaloense en Los Ángeles como Manuel Simental, de El Paisa; Martina Santos, de La Taquiza; Walterio Merino, de Salsas Sinaloa y Paul Peñuelas, de El Perihuete, se unieron para donar la comida que se sirvió en el primer reencuentro “Uniendo corazones al son de la banda” mientras que Carlos Barraza, les prestó el local para que se realizara el tan esperado encuentro.

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