Educadora de LA abre espacio educativo para niños migrantes en Tijuana

Los pequeños viven en refugios con sus padres a la espera de un asilo; ahora El Nido es su distracción

Los pequeños apreden con la ayuda de voluntarios. / fotos: Manuel Ocaño.

Los pequeños apreden con la ayuda de voluntarios. / fotos: Manuel Ocaño. Crédito: Impremedia

Cada mañana, las mamás migrantes en el refugio ‘Caritas’ lavan y peinan a sus niños pequeños y puntuales a las 8:30 a.m., cruzan la calle para que sus hijos -de hasta 6 años de edad- entren a clases en “El Nido”, el espacio infantil de aprendizaje para niños migrantesde Tijuana, que fundó una educadora de Los Ángeles.

“Nunca había visto que los niños fueran tan contentos a aprender”, dice Leticia Herrera, la directora del refugio. “Se ven entusiasmados, me tienen sorprendida”.

Las mamás van a mediodía a recogerlos y “a veces no quisieran regresar [a casa]”, platica Herrera.

Es comprensible. TheNest, como oficialmente se llama en inglés El nido, es una casa de dos pisos que opera de manera independiente al refugio con ayuda de educadores voluntarios que llegan al menos por unos días desde cualquier parte del mundo, y asistencia de voluntarios locales.

La planta baja semeja una casa en la que los niños se desenvuelven entre muebles y equipos educativos interactivos a su alcance, supervisados en todo momento.

Los niños llegan contentos a las 8:30 a.m. al lugar.

Mientras que en la planta superior están los niños de hasta 18 meses de edad, generalmente con sus madres.

El Nido opera con educadores voluntarios internacionales y locales de lunes a jueves, pero incluso los dos días en que se supone que no estaría abierto “los niños de todos modos quieren ir, así que los dejan entrar”, dice Herrera.

A El Nido asisten unos 35 niños centroamericanos y mexicanos, quienes esperan junto a sus padres un turno para pasar a pedir asilo a San Diego, California, o para regresar a audiencias en la corte de migración.

Parece un poco un kindergarden o preescolar convencional, pero los menores se desenvuelven mejor porque son grupos de dos, tres y cuatro alumnos con cada instructor voluntario.

A El Nido asisten cerca de 35 niños, de Centroamérica y México.

El día que La Opinión visitó el Nido comenzó con una concentración de los alumnos para entonar “estrellita, cómo estás; me pregunto qué serás”.

Pasan de cantar juntos en una sala, a que un grupo dibuje en otra, mientras uno más desarrolla actividades en una cocina con todo a su alcance y otros en diversas actividades. Luego se rotan.

“Mira, se hace así”, dice una niña mientras por una pantalla pasa un rastrito de madera y se dibuja.

Alise Ivey, la fundadora y directora ejecutiva del Instituto Pedagógico de Los Ángeles (PILA), explicó a La Opinión que El Nido, frente al refugio Caritas -que se ubica en un vecindario de escasos recursos de Tijuana ahora debe conocerse como El Nido de la Frontera.

“Porque el próximo fin de semana vamos a inaugurar un segundo espacio infantil educativo, como este, pero en el refugio de La Pequeña Haití”, al que asistirán niños pequeños de por lo menos siete nacionalidades, incluidos haitianos y cameruneses. “EsE será El Nido de El Cañón”, porque estará en el Cañón del Alacrán de Tijuana.

Se llaman nidos “porque significan seguridad, protección, abrigo”, dice la maestra Ivey.

“Más que un proyecto humanitario, es educativo; creemos que los niños deben ser libres, que tomen decisiones, que exploren e inventen; así que les proporcionamos ambientes donde lo pueden hacer”,  agrega.

¿Cómo empezó todo?

La idea surgió hace unos años cuando Tom y Alise Ivey pasaban unas vacaciones en Grecia donde en un campo de refugiados los niños jugaban descuidados con colillas de cigarros y basura, y la maestra Alise propuso crear un espacio educativo para los pequeños.

Le aceptaron la idea y desde Los Ángeles reunió donativos para crear ese primer espacio y luego otro  en Grecia y después otro Nido en un campo de refugiados en El Congo.

“En México buscamos por años alguna institución que quisiera acompañarnos en esta misión pero no encontramos, hasta que volteamos a ver a los refugios y a los niños que necesitan tanto la educación”, dice la maestra Ivey.

Fue durante un viaje a Grecia que a Alise Ivey, se le ocurrió crear un espacio educativo.

El proyecto para los refugios llama la atención de educadores internacionales que costean sus viajes para llegar a apoyar, por lo menos de manera temporal.

Mientras La Opinión platicaba con Ivey, a El Nido llegó por unos días una voluntaria, educadora experimentada de San Francisco.

La invitación es abierta a educadores que quisieran comunicarse con PILA en Los Ángeles.

El instituto está por lanzar una campaña de recaudación de fondos para sostener y posiblemente abrir nuevos nidos.

Pasos para voluntarios para El Nido

  1. ¡Comprométase a hacerlo! Hay una estadía mínima de 5 días, aunque le recomendamos que se quede más tiempo.​

Para ayudar visita: https://www.thinkwithus.org/nest-tijuana

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