Gobierno mexicano, orgulloso de su estrategia frente al coronavirus pero… ¡viene lo peor!

La autoridades sanitarias han pedido a la población quedarse en casa

Coronavirus en México.

Coronavirus en México. Crédito: EFE

MÉXICO.- Paralelo al discurso político que busca mitigar el impacto económico de la pandemia por el coronavirus en este país, el equipo de salud ideólogo de la estrategia frente al COVID-19 declaró el estado de emergencia para tomar por los cuernos a la tercera fase de contagios: cuando sean miles y se requieran servicios de hospitales, pruebas, mascarillas, un escenario que pretende reducir al mínimo.

La consigna es: #quédate en casa.

Proviene de un equipo científico, formado en las mejores universidades del mundo. Tiene una larga experiencia y una corta condescendencia para decir las cosas como vienen.

“No vamos a evitar que aumenten los casos, se incrementarán. Va a haber más casos y va a haber más muertes”, dijo este fin de sema el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell, vocero del grupo del Consejo de Salubridad General que se declaró en “sesión permanente” con 15 especialistas –cuatro mujeres y 11 hombres – en epidemiología, virología, inmunología y salud mental.

Como mensajero de las decisiones sanitarias de este equipo, el epidemiólogo López Gatell, de 52 años, ha ganado popularidad por su facultad para explicar con sencillez los temas médicos y científicos en las conferencias de prensa que ofrece diariamente a las 7:00 de la noche o, algunas veces, durante los encuentros matutinos con medios que tiene el presidente.

Desde que se reconoció el primer caso de COVID-19, el consejo de Salubridad dijo que atendería el a la enfermedad por fases. En la primera, cuando todos los casos podrían ser rastreados, sólo se pidió estar alerta; en la segunda, se llamaría a escuelas y centros laborarles a parar actividades y en la tercera se detendrían las concentraciones masivas. Todo por zonas.

Así se ha hecho de manera federal, nada obligado y con la independencia de las decisiones estatales. Por presión internacional, se adelantaron medidas como el cierre de escuelas en la etapa 1, pero en los últimos tiempos aún en la fase 2 el subsecretario López Gatell no ha hecho más que repetir una y otra vez: “Quédense en casa” aunque AMLO siga de gira y envíe otro mensaje.

“Parece que hablan a dos públicos”, observó Francisco Murillo, director Médico de Inmunología y Nutrición Clínica en entrevista con este diario. “El subsecretario López Gatell a la gente dispuesta a escuchar el mensaje de salud y el presidente al resto”.

El equipo médico oficial ha reconocido que tiene limitaciones del sistema de salud mexicano, uno de los más golpeados por la corrupción, robo de medicamentos, desvío de dineros y otras ruindades acumuladas durante décadas frente a un coronavirus que requiere pruebas de diagnóstico, camas, ventiladores para la respiración de los enfermos, infraestructura y personal.

Por eso la meta para el equipo sanitario es que no lleguen todos los enfermos al mismo tiempo. Es ahora o nunca cuando hay que guardarse y guardar distancia.

“Si tenemos éxito con las medidas de mitigación comunitaria, vamos a hacer más lenta la transmisión, vamos a lograr lo que queremos que es un número de casos diarios menor al que ocurriría si no hiciéramos nada”, explicó en una conferencia de medios. “En lugar de tener 1,000 casos diarios, tendríamos 300.

“Si usted es el que prepara algún evento público, una fiesta, un bautizo, alguna actividad en la que debe de tener un gran número de personas, evítelo, al menos por un mes (hasta finales de abril)”, habló López Gatell en un mensaje directo.

Volver más lenta la transmisión tiene consecuencias. Entre las más importantes: que se retrasa el momento cumbre de la epidemia (que calculan para la primera semana de mayo) y se prologan los meses de contagio masivo (hasta agosto) además de la restricción de la movilidad de las personas.  Pero no se saturarán los hospitales.

¿Listos?

David Mendoza, es un alergólogo del sistema nacional de salud pública que ha visto cumplir a cabalidad toda la estrategia para hacer frente al COVID-19. Desde la Fase 1 de acciones, cuando todos los casos con infecciones de coronavirus podían ser monitoreados porque venían el extranjero y empezaban a contagiar a la comunidad.

Desde aquella etapa, Mendoza recibió instrucciones de reprogramar a todos los pacientes que no tuvieran alguna urgencia de salud y observó que se instalaron áreas especiales para recibir a los pacientes sospechosos de tener el coronavirus. “Los factores de riesgo que preveían son los que se están presentando”, reconoce.

Al gobierno mexicano le costó aceptar el cambio de la Fase 1 a la Fase 2 (no lo decretó hasta que la Organización Mundial de la Salud lo empujó) que implica el cierre de los trabajos púbicos y los privados y todavía no la aplica a cabalidad: muchos burócratas siguen en operaciones.

Cuando se hizo oficial el cambio a la siguiente etapa, la ONU reconoció que, en general, México se “había adelantado” en medidas precautorias a Europa.

López-Gatell asegura que empezaron a trabajar en una estrategia desde principios de enero, pero, al final de cuentas, se trata de una enfermedad nueva que ha sorprendido al mundo y todos los gobiernos pelean por camas, ventiladores y mascarillas. Aún con estos inconvenientes si todo va bien y no llegan los enfermos por montones, “México pude hacer frente”, insiste el funcionario.

Hasta el momento alrededor de 70 hospitales del Instituto Mexicano de Seguridad Social y otros 22 del sistema público han sido acondicionados como centros especiales total o parcialmente para la atención de la enfermedad. Esto significa que hay alrededor de 30,000 camas con posibilidad de duplicase hasta el momento.

Si es necesario —precisó el subsecretario en entrevista con el diario El País —habría 10 hospitales más que están en proceso de equipamiento así como el apoyo de las fuerzas armadas y la posibilidad de usar gimnasios y teatros para pre diagnósticos.

La falta de equipamiento especializado para la respiración artificial ha sido un asunto de extrema preocupación: los han buscado en China, EEUU, Europa y sólo han logrado comprar 1,200 nuevos: la meta es de 4,500.

Algo similar ocurre con las mascarillas y las pruebas y otros aditamentos médicos cuya ausencia ponen en vilo a los profesionales que tendrán que lidiar directamente con los enfermos.

“Hay mucho temor de que queden vulnerables a los contagios”, advierte el alergólogo Mendoza. “En teoría todo está preparado en los hospitales y sólo se espera que, al llegar el momento, haya todo el equipo para hacer frente tal y como se ha planeado”.

Desde otra trinchera, el inmunólogo, Francisco Javier Murillo lamenta que la estrategia no incluya acciones masivas preventivos. “Es importante estimular el sistema inmunológico antes de que la  infección se instale y esto se logra con nutrición adecuada, dieta balanceada de minerales y vitaminas y probióticos y de eso no se está hablando”.

¿En manos de quién?

Al secretario de Salud, Jorge Alcocer no le gustan las cámaras. A sus 74 años prefirió delegar en López-Gatell (de quien fue director de tesis) la responsabilidad de enviar el mensaje diario sobre el coronavirus y eso le costó una lluvia de críticas.

El inmunólogo especializado en la Universidad de Londres, premio  Nacional de Ciencias y Artes en 2015, respondió con su presencia a un par de conferencias y volvió a la discreción detrás del escritorio como guía sobre los lineamientos de cómo actuar.

Guía del Consejo de Salubridad General que sesiona permanentemente con gente como José Luis Alomía Zegara, un cirujano general certificado como epidemiólogo de Gestión en la escuela de Salud Pública “Bloomberg” en la Universidad Johns Hopkins, Baltimore, Maryland

O Ruy López Ridaura, es el epidemiólogo que dirige el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (CENAPRECE). O Víctor Hugo Borja Aburto director de Prestaciones Médicas del IMSS desde tiempos de Peña Nieto.

Gustavo Reyes Terán, titular de la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad.

Al frente de la vocería (otra vez), al subsecretario Hugo López Gatell, quien once años atrás había sido parte del equipo que dirigió la estrategia contra la influenza H1N1 que tuvo su epicentro en México.

Doctor en epidemiología, maestro en Ciencias Médicas y especialista en medicina interna, López Gatell tiene amplia experiencia en investigación y “manejo de grupos directivos de alto nivel” por lo que logra un mensaje articulado que en general tiene buena recepción.

En las últimas semanas logró que un grupo de seguidoras de Twitter lo promovieran como un hombre con talento para manejar situaciones complicadas y lo proyectan como un buen candidato político a futuro.

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