Editorial: La Opinión se opone a la Proposición 23

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La proposición 29 busca imponer ciertos requisitos en las clínicas de diálisis. (Shutterstock) Crédito: shutterstock

Con la salud no se juega. Mucho menos en el caso de los pacientes con enfermedades de riñones cuya vida depende de su asistencia a las clínicas de diálisis. Estos enfermos necesitan una atención compleja. Lo último que necesitan es estar en medio de una disputa laboral que sólo crea incertidumbre.

Por eso creemos que hay que rechazar la Proposición 23. La iniciativa es el resultado de la persistencia de un conflicto laboral entre un sindicato y de la industria. Y aunque dos empresas controlan la mayor parte de las clínicas, el golpe al bolsillo de la industria va mucho más allá de DeVita y Fresenius. Cientos de clínicas sin fines de lucro y sin reservas financieras pueden sucumbir.

La iniciativa es menos agresiva que la Proposición 8 de hace dos años, a la que nos opusimos, y que fue rechazada por el 60% de los californianos. La Proposición 23 básicamente es la misma idea. Por eso recomendamos: No.

Las relaciones laborales entre un sindicato y la patronal se hacen en una mesa de negociaciones. Si el sindicato tiene el respaldo de los trabajadores puede hacer una medida de fuerza o conseguir una ley de trabajo en la Legislatura.  La boleta electoral estaría más congestionada, y esta vez son 12 proposiciones, si cada conflicto laboral es pateado para que los votantes decidan. .

Se estima que hay más de 80,000 personas que dependen de alrededor de 600 centros de diálisis. Para tener una buena diálisis el paciente necesitará 4 horas de diálisis, 3 veces por semana  conectados a una máquina cuyo fin es remover el exceso de agua, solutos y toxinas de la sangre. Hace el trabajo del hígado. Hay gente, los más afortunados, es tan solo un tiempo en estas rutina. Los menos, están el resto de su vida en esta rutina. La alternativa es la muerte.

Los pacientes ya sufren demasiado con la enfermedad como para estar siendo usados como moneda de cambio en un tire y afloje laboral.

En su núcleo, la propuesta exige un médico en todo momento en que el centro atiende pacientes. Suena razonable pero no imprescindible. El médico no sería un especialista, y el equipo médico que hoy trabaja en los centros es suficiente con excepción de emergencias, muy raras, en donde se llama una ambulancia para ir al hospital. La atención en los centros de diálisis es mucho más compleja que la presencia de un doctor.

La exigencia del médico a cada paso enfrenta dos problemas: la escasez de doctores y el costo. En California faltan médicos como para que miles de profesionales -por los turnos en las clínicas- tengan que estar en un labor estricta de supervisión en vez de estar atiendo directamente a pacientes.

Hace dos años fue rechazada, hoy no merece mejor destino. ¡Vota No a la Proposición 23!

La Opinión

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