Repartía La Opinión y ahora es dueño de su propia empresa de distribución

José Suárez ha trabajado con este diario por casi 30 años, primero 'tirando' diarios y ahora como repartidor independiente

José Suárez con sus nietas Luna (i), Alize y Paris.

José Suárez con sus nietas Luna (i), Alize y Paris. Crédito: Familia Sánchez | Cortesía

Los días para José Suárez comienzan en la noche, cuando todavía faltan varias horas para que se vean los primeros rayos del sol. Despierta a la 1:30 de la mañana y conduce de Los Ángeles a Gardena, donde recoge la mercancía que más tarde llegará a miles de hogares en el sur de California.

“Yo me encargo de la transportación del periódico, de llevarlo a su zona de despacho; ahí lo dejo y en ese lugar hay personas que se encargan de repartirlo”, dijo Suárez, cuya empresa JES News Distribution está a cargo de llevar La Opinión a los puntos de venta de varias ciudades al sur del condado de Los Ángeles.

Diariamente, la compañía de Suárez, en la que trabajan 22 personas, entrega alrededor de 5 mil ejemplares que se distribuyen en tiendas Seven Eleven, máquinas dispensadoras, gasolineras y tiendas de abarrotes.

El trabajo de este empresario, sin embargo, no termina cuando el periódico llega a su destino. Él también está a cargo de llevar estadísticas de cada punto de venta, de recolectar el dinero de las máquinas dispensadoras y de supervisar que funcionen y que estén en buen estado. También es quien da la cara a los clientes cuando las cosas no salen bien.

Todo esto no se aprende de la noche a la mañana. Suárez ha estado en este negocio por casi 30 años; comenzó poco después de que dejara su natal Guatemala, cuando se vino siguiendo a la que era su novia, una chica nacida en Estados Unidos hija de guatemaltecos que había viajado al país centroamericano para aprender español.

Suárez, ahora de 54 años, estaba tan enamorado que no lo pensó dos veces; dejó sus estudios de medicina –una carrera que su padre, quien era médico, inspiró en él– para emigrar a este país y casarse con su novia. Solo que, una vez en Los Ángeles, comenzó con un trabajo en un centro de ayuda para personas con discapacidades donde no ganaba lo suficiente, así que alguien le recomendó repartir periódicos para tener una entrada extra de dinero.

Primero consiguió un medio tiempo en el diario Los Angeles Times, donde comenzó “tirando rutas”, o repartiendo ejemplares en casas y negocios.

“Al principio no me gustó; dije, ‘esto no es para mí’. Me daba dolor de estómago el olor a la tinta”, recordó. “Además tenía que levantarme muy temprano todos los días”.

Pero Suárez tenía una habilidad que no tenían otros repartidores. Era capaz de memorizarse las rutas con mucha facilidad, así que la labor que a otros les tomaba dos horas o más, a él le tomaba una hora.

Eso fue algo que notó su supervisor, quien a los cinco meses de haber comenzado en el trabajo, lo promovió como su asistente personal. No solo era un trabajador muy eficaz, sino que como hablaba español era muy útil para el trato con los clientes, la mayoría hispanos.

Como asistente, Suárez estaba a cargo de supervisar y de capacitar a los empleados. Llegó a memorizarse las 46 rutas de repartición, con todo y direcciones. Pero, de nuevo, se trataba de un trabajo de medio tiempo y él quería algo fijo.

Fue hasta que un día, cuando en un fin de semana que andaba repartiendo colchones de aire para fiestas infantiles, un cliente le recomendó hacer solicitud en La Opinión. Así lo hizo, y lo contrataron cuando entonces el periódico tenía sus propias rotativas y se encargaba de su propia distribución.

Hace catorce años, la situación económica cambió radicalmente para los medios impresos y La Opinión tuvo que prescindir de su imprenta y de su equipo de repartidores; entonces le dieron la opción a Suárez de crear su propia empresa y de convertirse en distribuidor independiente del diario.

“En total llevo 29 años repartiendo La Opinión”, dijo Suárez, cuya empresa distribuye otros cuatro periódicos en inglés en la misma área.

Actualmente, Suárez ya no está con la novia que lo trajo a Estados Unidos –y con quien procreó una hija–, pero sí con la que es su segunda esposa. Con ella tuvo otra hija y crió a un hijo que ella ya tenía cuando se conocieron. Ahora la pareja de esposos administra la empresa familiar.

Suárez pasa sus ratos libres con sus tres nietas, Luna, Alize y Paris, y espera, cuando se llegue el momento, retirarse para disfrutar de la casa que compró en Guatemala, donde aún viven todos sus hermanos.

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