No se puede utilizar la pobreza como excusa por los fallos de la educación pública

Estudiantes frustrados.

Estudiantes frustrados.  Crédito: Fredy Martinez | Cortesía

Las elecciones del 3 de noviembre se aproximan y muchos candidatos se postularán no solo a nivel nacional, pero también a nivel local; es por eso que es importante que estemos pendientes de los debates.

Recientemente escuché a un candidato que se postula para la reelección del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) decir en un debate, que el problema más grande que tiene el distrito es el de la pobreza, que hay demasiados estudiantes viviendo en áreas de bajos recursos y por ello, los retos que enfrenta el distrito son más grandes, pero que como comunidad los podemos resolver.

La filósofa estadounidense Martha Nussbaum, profesora emérita de la Universidad de Chicago, y Amartya Sen, economista y profesor de la Universidad de Harvard, ambos definen la pobreza no sólo como una falta de recursos o dinero, sino como la falta de capacidad o carencia de competencia a largo plazo.

Cuando aún era presidente de los Estados Unidos, Barack Obama llamó a la educación el tema de justicia social más grande de nuestros tiempos. Durante los dos términos de su administración, el mandatario puso en marcha un plan para mejorar las escuelas y la calidad de educación pública del país llamado Race to the Top (Carrera a la Cima).

Obama al igual que cada padre del distrito escolar de Los Ángeles reconoció que una educación de alta calidad es la llave al éxito para la gran mayoría de familias, en especial para los alumnos de bajos recursos porque ofrece oportunidades para un futuro mejor, siendo ésta la mejor opción para romper el ciclo de pobreza.

En el distrito ya hay escuelas como las preparatorias de Arleta y Sun Valley en el noroeste del Valle de San Fernando que llevan años demostrando que los estudiantes inmigrantes, aprendices de inglés y de bajos recursos pueden salir adelante, graduarse e ingresar a una universidad. Gran parte de la responsabilidad del éxito de esos estudiantes cae sobre la calidad de instrucción y apoyo que recibe cada alumno por parte de sus maestros, consejeros y la administración escolar.

Cuando estudiaba en la universidad a principio de los años 90, estuve un tiempo trabajando como asistente de maestros en una primaria localizada en una de las áreas más pobres de la ciudad en ese entonces, Rampart. Fue allí donde me di cuenta que los estudiantes que sobresalían en sus estudios lo hacían siempre con la ayuda de los maestros, y que al igual, los estudiantes que se quedaban atrás carecían de este apoyo.

Como madre de dos estudiantes de escuelas públicas de Los Ángeles he notado lo mismo con mis propias hijas. El apoyo de maestros capacitados y comprometidos a la educación de alta calidad hace toda la diferencia en las vidas de nuestros jóvenes y de nuestras familias.

No culpemos a la pobreza por los fallos en la educación pública en uno de los países más ricos del mundo porque es una excusa inaceptable. Es posible que en nuestros tiempos nunca eliminemos el factor de la pobreza y que en estos momentos sea aún más aguda, pero sí podemos tratar el tema desde la perspectiva de carencia de capacidad. El distrito sí puede y debe capacitar mejor a sus maestros porque al fin, el distrito existe solamente para un propósito y ese es la educación, el educar a nuestros hijos, y educarlos bien, para que puedan llegar a tener un mejor futuro.

(*) Evelyn G. Alemán es residente de Los Ángeles y una profesional que se enfoca en ayudar a la comunidad latina en temas sociales. Recientemente lanzó el grupo @OurVoiceforEducation de Facebook llamado Our Voice: Communities for Quality Education (Nuestra Voz: Comunidades por una Educación de Calidad). El grupo es un foro para que padres, estudiantes y educadores hablen acerca de temas relacionados con la educación.

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