Biden, una esperanza para los inmigrantes

El presidente electo está obligado a implementar una política migratoria que realmente haga honor a la tradición democrática de esta nación y refleje sus valores de respeto a la vida, la dignidad y los derechos humanos

800,000 personas consiguieron el beneficio migratorio.

Se esperan que acabe el rezago de visas bajo Biden. (EFE)  Crédito: SHAWN THEW | EFE

Para millones de inmigrantes indocumentados en este país, la elección de Joe Biden representa no sólo un alivio al enorme sufrimiento que les han causado las políticas de persecución y maltrato de Donald Trump sino también la esperanza de que podrían legalizar su estatus migratorio en Estados Unidos.

Aunque Biden ha enfocado por ahora su atención en el control del Covid-19 y en la reactivación de la economía, durante su campaña electoral prometió que durante sus primeros cien días en la Casa Blanca otras de sus prioridades serían el cambio climático y el tema migratorio.

El presidente electo ha expresado que es una vergüenza nacional que un padre y su pequeña hija hayan muerto ahogados en su intento de cruzar la frontera de México hacia Estados Unidos. De igual manera ha manifestado su abierto rechazo a separar a los hijos pequeños de sus padres cuando éstos llegan a pedir asilo y enjaularlos en condiciones infrahumanas, así como amenazar con deportar de manera masiva a personas sin antecedentes penales cuyo único delito es ser indocumentados.

Biden entiende muy bien que los inmigrantes son la columna vertebral de Estados Unidos. Son ellos, al margen de su estatus legal, quienes han hecho de esta nación la más poderosa del mundo mediante su trabajo arduo, su espíritu empresarial y sus innovaciones en todas las esferas de la vida económica, social y cultural.

Por eso ha declarado que dará marcha atrás a las políticas antiinmigrantes decretadas por Trump, entre ellas el terminar de facto con el derecho de asilo y enviar a México a miles de migrantes centroamericanos a esperar allá la resolución de sus casos en situaciones por demás peligrosas debido a la presencia del crimen organizado en las zonas fronterizas.

De igual manera, Biden ha ofrecido sacar del limbo a los casi 800,000 Dreamers a los que Trump negó el derecho a legalizarse y también ha ido más allá al prometer que trabajará con el Congreso para aprobar la ansiada reforma migratoria que le daría la oportunidad de regularizar su situación a unos 11 millones de indocumentados. No será tarea fácil, pero debe utilizar todo su capital político para lograrlo.

Muchos votantes se inclinaron a favor de Biden justamente por este ofrecimiento. Pero no se puede negar que muchos otros temen que incurra en el mismo error de Obama, quien no solamente no pudo cumplir su promesa de aprobar una reforma migratoria, sino que deportó a millones de indocumentados y mandó construir los centros de detención que después utilizó Trump para enjaular niños y separarlos de sus familias.

Biden ha reconocido este imperdonable error. Ahora debe resarcirlo y hacer todo lo que esté a su alcance para evitar que se repita la pesadilla de dejar sin sus padres a centenares de niños, tal vez para toda la vida. El presidente electo está obligado a implementar una política migratoria que realmente haga honor a la tradición democrática de esta nación y refleje sus valores de respeto a la vida, la dignidad y los derechos humanos.

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