‘Nos quieren sacar del negocio’, responden restauranteros a nuevas restricciones contra COVID-19

Los restaurantes han sido de los negocios más castigados debido a las reglas impuestas por las autoridades

Como todos los propietarios de restaurantes, Vicente Ortiz, dueño de Don Chente's y El Pescador está preocupado por la inflación. (Aurelia Ventura/La Opinión).

Como todos los propietarios de restaurantes, Vicente Ortiz, dueño de Don Chente's y El Pescador está preocupado por la inflación. (Aurelia Ventura/La Opinión). Crédito: Impremedia

Los dueños de restaurantes, bares, wineries y cervecerías de Los Ángeles pusieron el grito en el cielo ante las nuevas restricciones impuestas en el estado de California para frenar la nueva oleada de casos de COVID-19, que les exigen cerrar a las 10 de la noche; y reducir al 50% el servicio de venta de comida al aire libre en patios, terrazas, aceras y estacionamientos.

¡Nos van a matar! Yo voy a empezar a cortar empleados la próxima semana”, dice Vicente Ortiz, chef y propietario de los restaurantes Don Chente’s y El Pescador de Los Ángeles.

Y advierte que si les vuelven a ordenar otro cierre para que solo vendan comida para llevar,  no van a aguantar y muchos restaurantes comenzarán a cerrar. “¡Parece que nos quieren sacar del negocio!”, se lamenta.

Imponen más restricciones para los restaurantes en California. (Getty Images)

Ante el resurgimiento de casos de COVID-9 en el estado, el gobernador Gavin Newsom ordenó un nuevo toque de queda para que a partir del sábado 21 de diciembre y durante un mes, todos los negocios cierren a partir de las 10 de la noche y hasta las 5 de la mañana. La orden aplica también para los californianos, con excepción de quienes tengan que desempeñar una actividad esencial.

Esta orden es obligatoria para 41 condados del estado de California que están en el nivel morado de alto riesgo con un número creciente de casos.

Ortiz expone que no ha habido ni un solo estudio que demuestre que los restaurantes son un foco de infección de la pandemia. “La mayoría operamos de manera correcta y seguimos normas muy estrictas de higiene y prevención. Son contados los trabajadores que llegan y nos dicen que se sienten mal. Y cuando eso ha ocurrido los mandamos a hacerse el examen, y no regresan hasta que salen negativos”.

Añade que tampoco han sabido de un solo cliente que vaya a decirles que se enfermó de COVID-19 por ir a comer con ellos.

La nueva ola de contagios es el resultado de las campañas y eventos políticos así como de las protestas. No es responsabilidad de los restaurantes o salones de belleza que están luchando por sobrevivir, pero creo que a las grandes compañías que se han hecho multimillonarias durante la pandemia, les conviene que estemos cerrados. Quién sabe que habrá detrás de todo esto”.

Y explica que la nueva orden para restaurantes, bares, cervecerías (breweries), vinaterias (wineries) de limitar al 50% el servicio de consumo de comida al aire libre, significa que si tienen 10 mesas en un patio, ahora solo podrán trabajar con 5.

Agustín Ruelas de la cervecería Brewjeria teme que las nuevas restricciones contra COVID-19 afecten más sus ingresos. (Cortesía Brewjeria Company)

Agustín Ruelas, propietario de la cerveceria Brewjería en la ciudad de Pico Rivera en el condado de Los Ángeles, dice que debido a las nuevas restricciones, tuvieron que remover algunas mesas. “El espacio con el que contamos da para mucha más capacidad de las mesas que hemos puesto. Así que esta nueva medida es ridícula. ¿Por qué un pequeño restaurante con tres mesas afuera de su negocio tiene que reducir sus asientos?”, cuestiona.

Ruelas comenta que el cierre a las 10 de la noche no les impacta porque esa es la hora que normalmente cierran. Sin embargo, menciona que las noticias sobre el aumento en los casos de coronavirus ,sí les preocupa. “No sería una sorpresa que para la próxima semana, el condado de Los Ángeles ordenara otro cierre. Eso sí nos afectaría enormemente. Nuestras ventas estaban al 80% cuando reabrimos en octubre”.

De hecho, hace ver que al trascender en las noticias, las nuevas restricciones a restaurantes, cervecerías, bares y wineries, y el rebrote del coronavirus, se notó de inmediato una baja en la clientela.

Mike González, propietario del restaurante bar Sahuayo de Santa Ana, California, decidió aprovechar estas semanas para cerrar y remodelar su negocio. Pero comenta que si hay una nueva orden de solo vender comida para llevar, definitivamente tendrán que cerrar. “Ya estuvimos cerrados varios meses porque con solo las órdenes de comida eran más pérdidas que ganancias”. Su negocio – dice – es conocido por el karaoke y los shows de imitadores. “Cerramos hasta las 2 de la mañana. Así que es imposible trabajar mientras esté la pandemia.Y si nos afecta porque vendamos o no, tenemos que pagar renta y los servicios públicos. No nos perdonan esos pagos”.

González confía que de no ser porque desde hace 30 años, es dueño de una compañía de agentes de seguridad y no dependen exclusivamente del restaurante-bar, él y su familia ya se hubieran quedado en la calle.

Reducen la cantidad de personas que pueden comer al aire libre en los restaurantes de California. (Ramos Frisneda/Impremedia)

El condado de Los Ángeles registró este jueves el número más alto de positivos al COVID-19 en un solo día desde que comenzó la pandemia en marzo pasado, al superar por primera vez los 5,000 casos. Hay 1,238 personas hospitalizadas y 28% en las salas de emergencias. Desde que inició la crisis de salud, el condado ha experimentado 7,367 muertes, 52% han sido de latinos; mientras que hemos tenido 353,232 casos positivos.

El gobernador Newsom apretó esta semana las restricciones para evitar la propagación de COVID-19 en el estado; al tiempo que enfrenta severas críticas por no predicar con el ejemplo y cumplir con las recomendaciones que él mismo exige a los californianos.

El 6 de noviembre, él y su esposa se dieron el lujo de asistir a la celebración del cumpleaños de Jason Kinney, consultor político y cabildero, en el French Laundry, un exclusivo restaurante en el Valle de Napa donde se reunieron más de 20 personas para agasajar al cumpleañero. 

Aunque el festejo por los 50 años de Kinney fue en una mesa en el patio del restaurante, Newsom y los asistentes no guardaron distancia social ni usaron mascarilla. Además hay reportes de que como el grupo hacía demasiado ruido, les cerraron las puertas del espacio donde estaban.

Esta semana cuando los medios de comunicación comenzaron a divulgar imágenes y reportes de la reunión social en la que participó el gobernador, Newsom emitió una disculpa pública: “Cometí un grave error. Debí pararme e irme a mi casa. El espíritu de lo que he predicado todo el tiempo fue contradicho. Necesito predicar y practicar, no solo predicar”.

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