Las ‘mandas’ a la Virgen de Guadalupe, tradición que aviva la fe

El 12 de diciembre es cuando muchos aprovechan para cumplir las promesas hechas

Miguel Cuevas ha cumplido varias mandas a la Virgen de Guadalupe.  (Cortesía Miguel Cuevas)

Miguel Cuevas ha cumplido varias mandas a la Virgen de Guadalupe. (Cortesía Miguel Cuevas) Crédito: Cortesía

A sus casi 80 años, Miguel Cuevas planea cumplirle una manda a la Virgen de Guadalupe si le hace el milagro de curar a su sobrina de 16 años quien sufre de lupus y debido a complicaciones de salud, cayó en estado de coma.

Le hice la promesa de ir a la Basílica de Guadalupe en la ciudad de México, y si no fuera posible llegar hasta allá, iré a cumplir la manda a su santuario en Guadalajara”, dice.

Originario de Ciudad Guzmán en Jalisco, México, Miguel lleva 55 años en Los Ángeles, durante los cuales nunca ha perdido su fe en las mandas.

Una manda es una promesa o voto hecho a la Virgen o algún santo para que interceda ante Dios por un milagro que ayude a uno mismo o algún ser querido a recuperar la salud o a salir de un trance difícil. A cambio de realizarse el milagro, el solicitante promete cumplir con la manda, haciendo un sacrificio o una ofrenda.

“Ya mi sobrina ha salido del coma y está mejorando. Espero que pueda levantarse y recuperarse plenamente”, dice.

Muchas promesas le ha cumplido Miguel Cuevas a la Virgen de Guadalupe, su protectora. (Cortesía Miguel Cuevas)

Esta no es la primera vez que Miguel hace una promesa a la Guadalupana. “Las primeras mandas las ofrecí para pedir favores para mi esposa y para mi. Llevo tres cirugías del corazón y de la vista. Tengo una válvula artificial en el corazón y uso un marcapasos”.

Pero además ha sufrido tres accidentes automovilísticos graves. “El último fue casi mortal. Sobreviví después de 7 días en el hospital. Los 3 vehículos quedaron arruinados”.

A partir de esos percances, Miguel mantiene siempre una estampa y una imagen de la Virgen de Guadalupe en su automóvil. “Es para mi protección y la de mi familia”.

Su devoción por la Virgen de Guadalupe es muy grande. Todas las veces que él o su esposa se han visto en situaciones de peligro por enfermedad o accidente, se compromete con una manda y la cumple. “Siempre he salido adelante, y el 1 de junio voy a llegar a los 80 años, primero Dios”, dice orgulloso.

Su tio Miguel Cuevas ofrece una manda por la salud de Aimee Odette Zavala Calderón. (Cortesía Miguel Cuevas)

Pero la petición más grande que ha hecho es por la salud de su sobrina, Aimee Odette Zavala Calderón. “Si se recupera, iré a la Basílica de Guadalupe en México o a su Santuario en Guadalajara”.

Su fe, dice, cada vez se acrecienta más. “Pertenezco a un grupo de oración en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en la ciudad de Irwindale del Valle de San Gabriel; participo en Guadalupe Radio; y para mi fue una suerte ser uno de los que recibieron en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, las imágenes de la Virgen de Guadalupe que fueron bendecidas y obsequiadas por el Papa Juan Pablo a la Arquidiócesis de Los Ángeles hace más de dos décadas”.

Su fe en la Virgen de Guadalupe nació desde que siendo un niño lo comenzaron a vestir como el indígena Juan Diego a quien se le apareció la Virgen en varias ocasiones en el Cerro del Tepeyac en México. Los mexicanos mantienen la tradición de honrarla, vistiendo a sus hijos menores como Juan Diego, con ropas de manta, sombrero y huarache, el 12 de diciembre, el día que se celebra a la Virgen María de Guadalupe.

“Vestido de Juan Diego, nos íbamos en una procesión de dos millas a un cerro donde la Virgen tenía una ermita – capilla -. Me cansaba mucho, pero quedaba muy complacido. Ahí nace mi devoción; y se me inculcó ir a rezar 46 rosarios en su santuario en Ciudad Guzmán, antes del Día de la Virgen. Por eso cuando se me presenta un problema grave de salud, le ofrezco una manda para que me ayude”.

El padre Nicolás Sánchez de la parroquia San Patricio de North Hollywood.(Cortesía padre Nicolás)

El padre Nicolás Sánchez de la iglesia de San Patricio en el barrio de North Hollywood de la ciudad de Los Ángeles, explica que una manda es una ofrenda en la religión católica.

“Regula en cierto sentido la relación que se tiene con Dios, ya que pueden hacer que nuestra realidad cambie, porque Dios es omnipotente, es bondadoso y puede actuar favorablemente. El solicitante de la manda establece un diálogo con él y ofrece corresponderle. Pasa lo mismo en las relaciones humanas, es un recibir y dar”.

Cuando la gente le ofrece una manda a la Virgen, que es nuestra madre, ella es una intercesora ante Dios.

“En el caso de la Virgen de Guadalupe, se las ofrecen a ella, porque ha pasado las fronteras, y los inmigrantes se han acogido a su devoción”.

Sin embargo, el sacerdote dice que la verdadera devoción a la Virgen no es ofrecerle flores o una vela sino convertirse en un discípulo de Jesús y hacer lo les dice como en las Bodas de Caná, participando en los sacramentos, en los grupos parroquiales, en las comunidades cristianas y profundizando la fe.

“De nada sirve ir de rodillas durante kilómetros para cumplir una manda, si al terminar, van a seguir con su vida igual. El sentido positivo de las mandas es cultivar la fe”, dice el padre Nicolás.

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