Las miles de denuncias de incesto en Francia impulsadas por la investigación en contra de un prestigioso intelectual

Un caso de abuso sexual en el que está implicado un conocido intelectual desencadena un diluvio de testimonios de víctimas de abusos.

La campaña, con el hashtag #MeTooInceste pretende hacer visible la problemática de los abusos a menores dentro del ambiente familiar.

La campaña, con el hashtag #MeTooInceste pretende hacer visible la problemática de los abusos a menores dentro del ambiente familiar. Crédito: Getty Images

Decenas de miles de personas han respondido a una campaña en las redes sociales de Francia destinada a arrojar luz sobre el problema del abuso sexual en el seno de las familias.

La campaña, con el hashtag #MeTooInceste (inspirada en el movimiento #MeToo) fue iniciada el pasado fin de semana por NousToutes, una organización que lucha contra la violencia sexual en Francia.

El término incesto se utiliza en francés para referirse al abuso sexual por parte de familiares, incluyendo aquellos que no tienen relación sanguínea.

Esto sucede tras las acusaciones contra un prominente comentarista político, Olivier Duhamel, que ha sido acusado por su hijastra de abusar de su hermano gemelo hace 30 años.

Duhamel ha descrito las acusaciones como “ataques personales”.

Olivier Duhamel, 2019

Getty Images
Olivier Duhamel ha renunciado a la dirección de la Fundación Nacional de Ciencias Políticas, que supervisa la prestigiosa universidad de Sciences Po.

La campaña de Twitter comenzó a finales de la semana pasada con un mensaje de una activista de NousToutes de 67 años conocida como Marie Chenevance.

“Era ahora o nunca para romper la “omertá” [código de silencio] en torno a este tema”, dice Marie.

Mié Kohiyama

Mié Kohiyama
Mié Kohiyama dice que su historia sólo se está escuchando ahora.

En años anteriores, comenta, las víctimas habían encontrado un “muro de silencio” cuando compartían sus historias de abuso familiar.

Más de 80.000 personas han respondido a la campaña desde el sábado, dice la organización.

Mié Kohiyama fue una de las que compartió su historia, aportando un dibujo que hizo cuando tenía cinco años.

El dibujo muestra a un niño sin boca, junto a las palabras “Ayúdame” (“au secours”, que ella deletreó “o scour”).

En aquel entonces, era su manera de hablar del abuso, dice, pero nadie escuchó el mensaje.

“El sábado, cuando publiqué este tuit… es extraño decirlo, pero estaba orgullosa de la niña que hizo este dibujo”, confiesa.

“Me digo a mí misma que ahora la gente puede entender este tipo de dibujos. Cuarenta años antes, no era posible”.

Mié Kohiyama

Mié Kohiyama
Los dibujos de la infancia de Mié Kohiyama ya mostraban el dolor por los horrores que sufría.

Cultura del secretismo

La razón por la que las acusaciones contra Duhamel han tenido tal impacto se debe en parte a que el relato que su hijastra Camille Kouchner realiza en su libro La familia grande.

En él describe no sólo el supuesto comportamiento en sí, sino la cultura del secretismo que, según ella, rodeaba a la familia, sostienen los activistas.

Muriel Salmona, una destacada psicóloga especializada en violencia sexual, afirma que los problemas planteados por la hijastra de Duhamel, junto con el lanzamiento del nuevo hashtag, abrieron un “espacio seguro” para que las víctimas se expresaran.

Históricamente, asegura, ha habido “una impunidad casi total en Francia” para los abusos familiares, y menos del 1% de los casos de violación de menores terminan en los tribunales.

“Las cifras de violencia contra los niños son malas para la mayor parte de Europa”, explica Salmona.

“Pero en Francia hay una corriente que tolera la violencia sexual contra los niños”.

La Familia Grande

AFP
El libro de Kouchner que describe los abusos a su hermano ha generado una gran movilización en redes sociales.

La ley en torno a este tema es compleja.

El sexo con menores es ilegal, pero para probar los cargos más graves de violación o agresión sexual, incluso de un niño, es necesario demostrar que se utilizó violencia, amenaza, sorpresa o coacción.

Si el perpetrador es mucho mayor que la víctima, o está en una posición de autoridad, puede ser visto como coacción, pero Salmona informa de que no es algo automático.

Esto significa que, legalmente hablando, se puede considerar que un niño de tan sólo 11 años ha consentido tener sexo con un adulto.

Los activistas han estado pidiendo durante mucho tiempo una edad legal de consentimiento, pero los repetidos intentos de cambiar la ley han fracasado hasta el momento.

Una encuesta realizada a finales del año pasado indicaba que, en Francia, una de cada diez personas había sufrido abusos sexuales en la infancia en el seno de la familia.

Marie Chenevance asegura que sabía que habría un gran número de personas afectadas por la nueva campaña, pero se ha visto sorprendida por la gran cantidad de testimonios.

“Por un lado, las historias son tristes”, afirma, “pero por otro lado, te hace sentir bien: es liberador”.


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