Pareja fallece de COVID-19 sin ninguno enterarse de su muerte

En semanas se apaga su vida: Él muere el 27 de diciembre; y ella, el 12 de enero

La pareja de Arturo y Amparo Ferrel mueren de COVID, con semanas de diferencia. (Cortesía Héctor Ferrel)

La pareja de Arturo y Amparo Ferrel mueren de COVID, con semanas de diferencia. (Cortesía Héctor Ferrel) Crédito: Cortesía

Con unas cuantas semanas de diferencia, la pandemia de COVID-19 se llevó las vidas de Arturo y Amparo Ferrell, una pareja que llevaba 45 años de casados. Ninguno de los dos se enteró de la muerte del otro.

“Todavía no lo puedo creer. No hay palabras para describir los sentimientos por la pérdida de nuestros padres. Es un dolor que nunca imaginamos”, dice Miguel Ángel Ferrel, el hijo mayor de Arturo y Amparo.

Él falleció en su hogar el 27 de diciembre a la edad de 66 años; ella exhaló su último aliento el 12 de enero en el Hospital Valley Presbiteriano de Van Nuys a los 65 años. Le sobreviven sus hijos Héctor, Miguel y Alejandro así como 7 nietos. En marzo pasado, perdieron a su única hija, Martha Elizabeth quien a los 43 años murió de un ataque cerebral.

Arturo y Amparo eran originarios de Zacoalco de Torres,  un pueblo en el estado de Jalisco, México. Allá se casaron y tuvieron a tres de sus cuatro hijos. En busca de una vida mejor para su familia, Arturo vino en 1980 a los Estados Unidos. “Con la ayuda de un ‘coyote’ cruzó corriendo el desierto. A los tres años nos mandó traer. Una familia nos cruzó en su carro como si fuéramos sus hijos. Mi mamá vino con una visa de turista”, recuerda.

Arturo y Amparo Ferrel, perdieron la batalla frente al coronavirus. (Cortesía Héctor Ferrel)

La familia vivió en varios barrios de Los Ángeles hasta que se establecieron en el Valle de San Fernando, en el área de Sun Valley donde Arturo compró una casa. “Ahí crecimos. Ahí murió mi padre. Los recuerdos están por todas partes”, dice Miguel Ángel.

Arturo consiguió la residencia permanente de los Estados Unidos con la Amnistía de Reagan en 1986. “Después de que se hizo ciudadano, nos arregló el estatus migratorio a sus hijos y a mi madre en 1994”.

Su padre se ganó la vida como restaurador de mosaicos y ladrillos. Su madre fue una ama de casa dedicada a sus hijos. “Mi papá era un artista para la restauración. Trabajó en las casas de personajes de Hollywood como Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger, Quincy Jones, Clint Eastwood, Priscilla Presley y muchos otros”.

Miguel Ángel dice que su padre acostumbraba decir que como mexicanos debíamos sentirnos muy orgullosos. “Él le ponía mucho empeño a su trabajo porque requería de mucho detalle”.

La tragedia se asomó a la vida de la familia Ferrel en diciembre cuando Arturo, Amparo y uno de sus nietos, de 14 años, enfermaron de COVID.

“A mi hijo de 14 años le pegó como un resfriado; y a los dos días ya estaba bien”.

Arturo y Amparo Ferrel, una pareja de inmigrantes mexicanos que alcanza el sueño americano. (Cortesía Héctor Ferrel)

Arturo y Amparo vivían con su hijo Miguel Ángel, su esposa y dos de sus nietos de 15 y 14 años. Ambos padres padecían diabetes. A Arturo hace dos años le pegó cáncer de colon, pero ya estaba recuperado. Amparo estaba bajo diálisis tres veces a la semana.

“Mi mamá comenzó con problemas para respirar y jadeaba. Estaba muy débil y sin fuerza. El 23 de diciembre, se puso tan mal, que cargando la subí al carro y me la llevé al hospital. Les avisé al hospital que íbamos para allá, y me contestaron que no la llevara porque no tenían lugar. El doctor de mi madre me pidió que no hiciera caso, que él ya iba para allá”.

Cuando Amparo arribó al hospital iba sin pulso y sufría un paro cardiaco. “En dos minutos salieron como 20 doctores a auxiliarla. Fue como si estuviera dentro de una película”.

Las semanas siguientes fueron de altas y bajas. Hubo días que parecía recuperarse en la sala de cuidados intensivos, y ya no necesitaba la máquina ni el oxígeno para respirar. Sus hijos hablaban con ella por teléfono hasta que el 12 de enero, les avisaron que había muerto.

Amparo falleció sin saber que el compañero de su vida, había perecido el 27 de diciembre, y que mientras él tuvo vida, en su casa, rezaba día y noche por la salud de ella.

“Mi padre nunca quiso ver a un doctor ni que lo lleváramos al hospital. El virus avanzó muy rápido en él. Empezó con escalofríos, perdió la fuerza respiraba muy rápido. ¿Puedes respirar bien? le preguntaba. Me decía, que sí y que estaba sacando todo lo malo”.

Arturo y Amparo Ferrel, su partida deja una tremenda tristeza en sus hijos. (Cortesía Héctor Ferrel)

El domingo, Miguel Ángel entró al cuarto de su padre a tomarle la temperatura, cuando lo halló sin vida en su cama.   

A los días, él y su esposa enfermaron también de COVID y vivieron días muy difíciles. “Yo no me quise dar por vencido. Mis padres cuando recibieron la noticia, en especial mi mamá, se asustó mucho. Se rindió antes de empezar la batalla”.

Será el 20 de febrero cuando Arturo y Amparo reciban cristiana sepultura.

“Estamos pidiendo la cooperación de la comunidad para sepultarlos. Su partida es algo que definitivamente no esperábamos, y sabemos que el año pasado ha sido muy difícil para todos. Así que les agradecemos su generosidad durante este tiempo”.

Los donativos para el sepelio pueden ser hechos en: https://www.gofundme.com/f/arturo-amparo-ferrel-funeral-memorial?qid=1a26eb7304c94eb03b208242bc363e63

Miguel Ángel dice que aún no puede creer que sus padres se hayan ido juntos, sin saberlo. El 2 de enero habrían cumplido 46 años de casados.

“Mi padre era muy alegre y tenía mucho humor. Siempre contaba chistes. Era la alegría de la casa. Mi madre también tenía un gran sentido del humor. Era una mujer de mucha fe. Rezaba dos o tres veces al día”.

 

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