EE.UU. y México se desatienden de los refugiados, mientras centros de ayuda se desbordan

La mayoría de los inmigrantes que llegan a la frontera son familias

Migrantes centroamericanos

Migrantes rezan en las inmediaciones del cruce fronterizo de El Chaparral, en Tijuana México. Crédito: Joebeth Terríquez | EFE

El pastor Salvador Zepeda platicó a La Opinión que en tan solo 36 horas las autoridades federales mexicanas le llevaron a su albergue a 87 migrantes centroamericanos deportados de Estados Unidos y le avisaron que hoy, lunes, llegarán por lo menos otros 20 migrantes.

“Todos son de Honduras, El Salvador y Guatemala”, dijo el pastor del refugio Roca de Salvación, en la periferia de Tijuana cerca del representativo Cerro Colorado. Ahora el refugio está lleno con 227 personas, y el pastor no sabe dónde podría albergar a más migrantes.

“Me dijeron que trataran de hacer espacio porque van a llevar más” migrantes deportados a Tijuana, dijo el pastor; “como está haciendo frío en las madrugadas, les dije que por lo menos me ayudaran con algunas cobijas para los niños, pero no nos dan nada, solo nos traen a los migrantes”.

Quien entrega a las familias es el Instituto Nacional de Migración (INM) del gobierno federal mexicano.

En el asentamiento de La Pequeña Haití y el albergue Caballeros de Jesús, el pastor Gustavo Banda mencionó a La Opinión una queja similar.

“El INM nada más nos los trae en varios vehículos, y aquí nos los dejan, que nosotros nos encarguemos de todo lo que los migrantes necesitan”, dijo el pastor.

Calculó que en lo que va de la semana ha recibido a cerca de 500 personas, en su mayoría familias. Algunos se quedan unos días y se van, pero otros permanecen a la espera de saber si habrá un proceso en el que puedan pedir asilo o se quedan porque les es imposible continuar.

“Anoche nos trajeron unas familias con unas niñas muy desnutridas, muy débiles. Sus mamás nos platicaron que la última vez que comieron carne fue hace unos meses”, dijo el pastor alarmado, “nosotros como podemos les hacemos un lugar para que descansen, donde se aseen, y si podemos les hacemos un caldito, una sopita, para que se repongan”.

Pero Banda expresó la misma queja que su colega Zepeda. A las autoridades federales mexicanas “les debería dar vergüenza que a nosotros sin recursos nos pasen la responsabilidad”.

Dijo que el INM llega sin avisar a dejar a las familias de migrantes, “me gustaría que tu como periodista estuvieras cuando vengan en sus camionetas, a ver sin les da un poquito de vergüenza”, dijo el pastor, “lástima que puede ser a media noche o hasta el otro día”.

La Opinión preguntó a oficiales de esa institución en su central en el paso peatonal El Chaparral, pero dijeron desconocer el tema.

De acuerdo con administradores de varios albergues en Tijuana, el flujo de migrantes centroamericanos deportados a la ciudad comenzó hace unos diez días, poco después de que el estado fronterizo de Tamaulipas –junto al Golfo de México—se negó a recibir más familias migrantes deportadas desde el estado de Texas.

La noche del sábado al domingo también llegaron a San Diego 500 niñas migrantes que cruzaron la frontera de Texas sin compañía de adultos.

En el albergue Roca de Salvación, el pastor Zepeda dijo que dos familias que llegaron en estos días planean viajar de nuevo a la frontera de Texas para probar suerte nuevamente.

“Parece que en Texas a unas familias las dejan quedarse, pero a otras no; de los migrantes que nos han traído después de ser deportados nadie sabe a qué se debe que a unos les permitan quedarse, todos tienen niños, los que se quedan y los que deportan”, dijo el pastor.

Una madre hondureña, Zuley, dijo que su prima cruzó con sus dos hijos pequeños a Roma, Texas, y las autoridades llevaron a la familia a un albergue en territorio estadunidense; mientras que a ella, a Zuley, y a sus dos niñas las detuvieron, luego las mandaron en un vuelo a San Diego y las deportaron a Tijuana.

“No le sé decir por qué nos separaron así, si venimos del mismo lugar, huimos de los mismos peligros y tenemos familia en la misma ciudad en Estados Unidos”, dijo la madre de familia.

En su primera conferencia de prensa, el presidente Joe Biden, dijo que solo se permitirá el paso a menores migrantes no acompañados, pero reconoció que “México no quiere recibir a todos” los que son deportados a su territorio, en su mayoría centroamericanos.

Desde hace un año la patrulla fronteriza deporta de inmediato, generalmente por el mismo punto por el que cruzaron, a los migrantes detenidos en la frontera.

La patrulla se basa en el Título 42, una medida de la época de la Segunda Guerra Mundial que la administración Trump empleó para impedir el paso desde el extranjero como medida de seguridad sanitaria, esta vez con la excusa de la pandemia, con base en orientaciones del Centro para el Control de las Enfermedades (CDC).

El pastor Banda dijo que con el Título 42, que conservó la administración Biden, “tuvieron la excusa para sellar la frontera”.

Cada mañana cruzan cerca de 50 mil personas de Tijuana a San Diego por la garita de San Ysidro y cada tarde regresan al sur de la frontera, sin que las autoridades les consideren riesgo.

Pero con más de 400 personas, el refugio del pastor Banda está saturado, y dijo que estos días se agotará toda posibilidad de albergar a más personas.

La representante de la administración Biden para la frontera, la embajadora Roberta Jacobson, reconoció en entrevista esta mañana luego de visitar a funcionarios mexicanos, que “México no tiene la capacidad de recibir más migrantes”.

Jacobson reiteró que la administración Biden planea implementar un sistema de peticiones de asilo desde los lugares de origen de los migrantes.

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