¿Qué precio debe pagar Alemania por su papel en el “primer genocidio del siglo XX”?

Alemania está dispuesta a disculparse con Namibia por las atrocidades cometidas hace más de 100 años, y a pagar una cantidad de dinero aún sin fijar.

Alemanes

Un arma alemana en posición de ataque en 1904. Crédito: Getty Images

No será fácil curar las antiguas y profundas heridas dejadas por Alemania en Namibia de lo que ahora es ampliamente considerado como un genocidio perpetrado por las fuerzas coloniales.

Pero ambas naciones están en camino de llegar a un acuerdo, que además podría sentar un precedente en las antiguas colonias de todo el mundo.

Pero ¿cómo se compensa la destrucción de toda una sociedad? ¿Qué precio se puede poner a esto?

En Namibia, los descendientes tanto de las víctimas como de los colonizadores discuten encarnizadamente sobre ello.

“A lo largo de toda esta playa, había un campo de concentración“, dice Laidlaw Peringanda. “El alambre de púas corría por donde se ve el estacionamiento hoy”.

El artista y activista social señala más allá de una hilera de cafeterías al aire libre y un parque infantil en el paseo marítimo de Swakopmund, el principal balneario de Namibia, donde las aguas frías del Atlántico chocan contra el borde del desierto del Namib.

Swakopmund

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Swakopmund es una de las playas más concurridas de Namibia.

“Mi bisabuela me contó que algunos miembros de nuestra familia fueron traídos aquí y obligados a trabajar, y murieron”.

Está hablando de los años 1904-1908, cuando la actual Namibia era la colonia alemana de África del Suroeste.

Decenas de miles de personas murieron cuando las fuerzas coloniales reprimieron brutalmente los levantamientos de dos de los principales pueblos del país, los herero y los nama, matando a la mayor parte y llevando a otros a un desierto (el desierto de Omaheke en el este del país) donde muchos murieron de hambre.

Los sobrevivientes terminaron en campamentos donde fueron utilizados como mano de obra esclava.

Morían de frío, desnutrición, agotamiento y violencia.

Se estima que perecieron hasta 65.000 de los 80.000 herero que vivían en África del Suroeste bajo dominio alemán al comienzo del periodo colonial, así como quizás 10.000 de una población de nama estimada en 20.000 miembros.

Desde 2015, cuando Alemania reconoció formalmente que las atrocidades cometidas allí podían ser tipificadas de genocidio, el país ha estado negociando un acuerdo de justicia restaurativa con Namibia que sentará un precedente mundial.

Laidlaw Peringanda en una fosa común de víctimas de campos de concentración.

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Laidlaw Peringanda en una fosa común de víctimas de campos de concentración.

Nunca antes una ex potencia colonial se había sentado con una antigua colonia de esta manera para llegar a un acuerdo integral sobre el legado del pasado.

Alemania ha dicho que presentará una disculpa formal, aunque la redacción de la misma aún no se ha elaborado.

Dinero y tierras

Pero la pregunta más importante para los namibios es qué forma adoptará cualquier compensación material.

Laidlaw Peringanda, como la mayoría de los hereros, no tiene ninguna duda sobre lo que quiere de las conversaciones: un acuerdo financiero masivo que ayude a restaurar la prosperidad que él cree que su pueblo disfrutaba entonces, como pastores de ganado, antes del genocidio.

Posteriormente, la mayor parte de la tierra del país se dividió en granjas privadas y se entregó a los colonos alemanes.

Y hoy la mayoría de los herero y nama viven en pequeñas áreas superpobladas de tierras comunales que les fueron asignadas posteriormente, o en pueblos, en los “asentamientos informales” o barrios de chabolas que albergan al 40% de la población de Namibia.

En Swakopmund, hay un enorme abismo social entre el bonito centro de la ciudad de la era colonial con sus edificios a dos aguas pintados en colores pastel, hogar de muchos nietos y bisnietos de los colonos originales, y los barrios empobrecidos improvisados con tablones y láminas de metal que se extienden durante kilómetros hacia el norte.

El campamento de ocupantes ilegales en Swakopund

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Los barrios empobrecidos improvisados con tablones y láminas de metal se extienden durante kilómetros hacia el norte.

“No tienen inodoros, no tienen agua potable, no hay electricidad”, dice Laidlaw.

“Algunas de las personas que viven allí son descendientes de las víctimas de los campos de concentración. Es realmente injusto lo que está pasando”.

“Alemania debe volver a comprar nuestra tierra ancestral”.

Es una demanda que se escucha una y otra vez.

La esperanza es que el gobierno alemán financie un programa de reforma agraria que permita que las granjas de los agricultores namibios alemanes puedan ser compradas y distribuidas entre los herero y los nama.

Se cree que los namibios alemanes son el grupo más grande entre los agricultores blancos que poseen alrededor del 70% de las tierras agrícolas del país, y algunas de sus propiedades son vastas: solo una cubre 400 millas cuadradas (unos 1.036 km2).

¿Cuán realista es esta demanda?

El jefe negociador de Namibia, el embajador Zed Ngavirue, dice que Alemania “ha reconocido que necesita hacer algo para ayudarnos a reconstruir nuestra sociedad” y acordó proporcionar algo de dinero, como parte de un acuerdo más amplio, para comprar tierras a los vendedores que estén dispuestos a ello.

Zed Ngavirue

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Zed Ngavirue es el negociador jefe.

Pero agrega: “No quiero engañarme a mí mismo pensando que Alemania resolverá el problema de la tierra. No hablamos sólo de la pérdida de tierras como resultado de la colonización alemana”.

Después de que Alemania perdiera su colonia en la Primera Guerra Mundial llegaron muchos más colonos, y África Sudoccidental pasó a estar gobernada por Sudáfrica durante 70 años.

Y desde la independencia en 1990, tanto los namibios negros como los extranjeros han comprado tierras.

El gobierno alemán se niega a usar la palabra “reparaciones”, pero Zed Ngavirue dice que otros proyectos que se están discutiendo incluyen la posible ayuda alemana en temas de salud, educación, vivienda y desalinización del agua.

El negociador considera que las conversaciones son demasiado delicadas para hablar de sumas concretas.

En cuanto a la parte alemana, se niega a decir nada públicamente sobre el progreso de las conversaciones.

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Después de seis años sin resultado, Laidlaw es uno de los muchos herero y nama que se impacientan cada vez más.

Argumenta que Alemania debería estar hablando no solo con el gobierno de Namibia, sino también directamente con los líderes herero y nama, como el jefe de los herero, Vekuii Rukoro, que intentó demandar a Berlín para obtener una compensación en los tribunales estadounidenses, pero hasta ahora no ha tenido éxito.

El temor es que cualquier beneficio de un acuerdo de gobierno pueda ir en parte a comunidades que nunca sufrieron en el genocidio, como los ovambo, ahora el grupo étnico más grande de Namibia.

El jefe supremo de los herero, Vekuii Rukoro

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El jefe de los herero, Vekuii Rukoro.

El asesor de Rukoro, Festus Mundjuua, dice que el gobierno quiere “poner sus manos en el dinero porque tienen sus propios proyectos para los que no tienen dinero”.

El gobierno lo niega y dice que los fondos serán administrados por las comunidades afectadas.

Escepticismo

Pero no solo los descendientes de las víctimas son escépticos sobre las conversaciones.

También lo son algunos de los aproximadamente 30.000 hablantes de alemán que quedan en Namibia, descendientes de los colonos.

“El mito del genocidio no es más que un chantaje moral”, dice el historiador Andreas Vogt.

Como muchos germano-namibios, Vogt sostiene que la infame “orden de exterminio” firmada por el comandante de las fuerzas coloniales, el general Lothar von Trotha, en 1904, que decía que “cualquier herero que se encuentre dentro de la frontera alemana, con o sin un arma, se ejecutará “, no fue política de estado y nunca se implementó.

“La representación de, por un lado, una autoridad colonial alemana genocida, brutal e implacable, y por el otro, el prístino y completamente inocente pueblo herero está contaminada. Se necesitan dos partes para que pasen cosas”, apunta Vogt.

Él y muchos otros namibianos alemanes señalan que los herero se rebelaron contra el dominio alemán en 1904, matando a unos 120 colonos alemanes, pero luego fueron derrotados en la decisiva Batalla de Waterberg.

Swakopmund

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En Swakopmund, hay un enorme abismo social entre el bonito centro de la ciudad de la era colonial y las chozas improvisadas que se extienden hacia el norte.

El año pasado, Anton von Wietersheim, un germano-namibiano que fue ministro del gobierno poco después de la independencia, ayudó a lanzar una iniciativa para alentar a los namibios de habla alemana a discutir el pasado, tanto entre ellos como junto con representantes de los herero y nama.

Y aunque planea la celebración de una conferencia de germano-namibios, ésta se ha visto retrasada debido a la pandemia de covid-19.

“Muchos de nuestros compatriotas blancos aún tienen que darse cuenta de la situación en la que se encuentran estas personas afectadas como resultado de los acontecimientos históricos“, dice.

Von Wietersheim cree que si los germano-namibios respaldan las conversaciones sobre genocidio, alentarán a Alemania a llegar a un acuerdo, que Namibia desea cerrar antes de las elecciones alemanas de septiembre.

Prisioneros herero encadenados en 1904.

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Prisioneros herero encadenados en 1904.

El académico y activista germano-namibiano Henning Melber, que ha estudiado los antecedentes de las conversaciones, cree que otras antiguas potencias coloniales en Europa han expresado en privado su preocupación a Alemania de que el acuerdo con Namibia desencadene una avalancha de reclamos contra varios colonizadores por parte de naciones africanas, del sudeste de Asia y otros lugares.

Tanzania, la sucesora de otra excolonia alemana, Tanganyika, ya está exigiendo reparaciones por las atrocidades, y potencialmente otras excolonias podrían hacer lo mismo.

“Creo que Alemania sería flexible en cuanto a la cantidad que podría ofrecer, si tuviera alguna garantía de que (el trato) cerraría el capítulo de una vez por todas. La cuestión es evitar un precedente con amplias implicaciones”, dice Melber.

Un tren que transportaba prisioneros herero al campo de concentración (1904)

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Un tren que transportaba prisioneros herero al campo de concentración (1904).

Por su parte, Zed Ngavirue, un veterano diplomático, evita cualquier promesa sobre lo que se puede lograr.

“La política es el arte de lo posible”, dice con una sonrisa.

Pero en los miserables barrios marginales en las afueras de Swakopmund, donde algunos herero trabajan hoy con salarios mínimos para los descendientes de alemanes que utilizaron a sus bisabuelos como esclavos, no existe la misma opinión.

“Los jóvenes, algunos de ellos están hartos, quieren tomar la tierra por la fuerza”, dice Laidlaw Peringanda.

“Así que tal vez el gobierno alemán no debería jugar con nosotros”.


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