El drama de una madre por saber dónde están sus hijos migrantes

Decepciona la lentitud en el procesamiento de niños y adolescentes; y el hacinamiento de los lugares donde los tienen

María, una solicitante de asilo, pasó una semana de angustia sin saber sobre sus hijos detenidos por migración. (Cortesía María)

María, una solicitante de asilo, pasó una semana de angustia sin saber sobre sus hijos detenidos por migración. (Cortesía María) Crédito: Cortesía

María, una madre hondureña, solicitante de asilo que vive en San Bernardino, vivió una semana de terror, sin saber del paradero de sus dos hijos menores a quienes mandó traer de Honduras y les perdió la pista al cruzar el Río Grande y entregarse a las autoridades migratorias en la frontera sur del país.

Fue la abogada en migración, Francés Arroyo a quien acudió desesperada y al borde de un ataque de nervios, quien le dio los recursos para localizarlos.

“Me enteré que están en Texas, pero no he podido hablar con ellos ni sé exactamente dónde los tienen. Los agentes de migración solo me llamaron para que hablara con mi hermanita Ester Yanet de 9 años que viene con ellos. Me dijeron que ella estaba muy deprimida y sufriendo desmayos. Me dieron un minuto para tranquilizarla”, dice.

Saber que sus hijos están en manos de la Patrulla Fronteriza, le produjo un gran alivio. “Ya estoy en paz. Por lo menos sé que están seguros y que no les ha pasado nada malo”.

Jeremy y Denis en custodia de las autoridades de migración. (Cortesía María)
Ester Yanet de 9 años, hermanita de María, se encuentra deprimida en detención migratoria. (Cortesía)

A pocas semanas de que el presidente Joe Biden prestara juramento como presidente de Estados Unidos, se desató un éxodo de niños no acompañados de Centroamérica hacia el país. Los menores llegan solos o en grupos. Algunos de los niños tienen solo 1 año de edad. Tan solo en febrero entraron 9,400 menores, pero hasta el 5 de abril, se mantenían en custodia a más 19,000.

El reto para Biden es mantener a los niños en un ambiente saludable mientras son procesados por migración y entregados a sus familiares que viven en el país. Pero hay reportes que indican que se encuentran hacinados en jaulas.

María de 37 años de edad, quien pidió no revelar su nombre real por miedo a que le afecte en su proceso de asilo, vino a los Estados Unidos hace 6 años. “Yo sufría violencia doméstica”, dice.

Madre de cuatro hijos, que ahora tienen 17, 7, 10 y 14 años, abandonó Honduras, trayendo en brazos a su hija menor. Muy a su pesar, los otros hijos se quedaron con su padre. “Cuando logré cruzar la frontera estuve detenida un mes y medio en un albergue, y durante tres años viví con un brazalete electrónico atado al tobillo”.

María con el alma en vilo por no saber de sus dos hijos. (Cortesía María)

Encontró refugio en la casa de su hermana que ya vivía aquí, y tiempo después se mudó a un departamento de alquiler. Al iniciar su proceso de asilo, obtuvo un permiso de trabajo, que le permitió tener un empleo. “Soy empleada en una bodega de una gran tienda comercial”.

En 2018 mandó traer a su hijo mayor, pero siempre vivía con el pendiente de sus otros dos hijos que se quedaron en Honduras.

“Este año se presentó la oportunidad de traerlos. Con el apoyo de un ‘coyote’, mi papá – de 53 años de edad – se los trajo a ellos y a mi hermanita de 9 años”.

El viaje hasta llegar a Reynosa, Tamaulipas en la frontera entre México y EE.UU. les tomó 25 días.

“El coyote transportaba a mis hijos y a otros niños en un trailer. El 10 de marzo, tuvieron un accidente en Puebla que casi los mata. Y cuando estaban a punto de cruzar la frontera, mi papá me llamó para decirme que se tenía que separar de mis hijos porque así se lo había pedido el ‘coyote’. Me rogaba que no me preocupara, que los niños iban a estar bien, porque una menor de 16 años que iba en el grupo los iba cuidar. ‘No te preocupes’, me repetía. Mi papá me dijo que les decía a los niños cuando iban cruzando, caminen, no se detengan, pero no tengo más detalles de cómo fue el cruce”.

Jeremy y Denis de 14 y 10 años, entran al país como menores no acompañados. (Cortesía María)

El último día de abril fue la última vez que supo de sus hijos, su padre y hermanita. “Después de pasar días sin comer, ni dormir, mi papá me llamó para decirme que se perdió una semana en el desierto y no sabe cómo regresó a México. Tenía los pies llenos de llagas. Dice que por más que caminó, no encontró a la Patrulla Fronteriza para entregarse y pedir asilo”.

Sin embargo, María no supo más de sus dos hijos. “Yo estaba con el alma rota, con una angustia exagerada. Ya no quería ver las noticias. Muchas compañeras me mostraban cosas feas que les han pasado a los niños migrantes. Para ya no saber, dejé de ir una semana al trabajo”.

Su sueño – dice esta madre hondureña – es reunirse con ellos muy pronto.

“Uno como padre o madre sabe que está tomando un riesgo al mandarlos traer con un ‘coyote’, pero lo acepté porque estoy desesperada por verlos. Puse mi fe y confianza en Dios en que todo va a salir bien”.

María, sueña con volver a ver a sus hijos Jeremy y Denis. (Cortesía María)

¿Vale la pena arriesgarlo todo por venir a Estados Unidos?… “Claro que sí porque en Honduras no se respetan los derechos de nadie. La violencia es normal de parte de tu esposo, de tu hermano, de cualquiera. Uno anhela vivir en paz, sin miedo”.

La abogada Arroyo le dio a la madre el teléfono 1-800-203-7071 y el sitio web: http://www.acf.hhs.gov/orr de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR) para que buscara a sus hijos.

“Así fue como ella se enteró que estaban siendo procesados por Migración. Con base en el Acuerdo Flores, este es un proceso que no debe tardar más de 20 días, y que obliga a que los niños estén en centros para refugiados antes de entregarlos a sus padres o al adulto que se hará cargo de ellos”, explica.

La abogada Frances Arroyo apoya a María para encontrar a sus hijos. (Foto Cortesía Paulina Herrera).

“El caso de los niños de María refleja la crisis humanitaria que vivimos en la frontera con miles de niños no acompañados que son traídos por coyotes, pero es una obligación de las autoridades procesarlos lo más pronto posible y entregarlos a sus familias en Estados Unidos”, agrega/

Una vez que se reúnan con sus padres, la defensora considera que la opción migratoria para estos menores será el estatus especial de inmigrante juvenil, una visa para los menores de edad que han sido víctimas de abuso o abandono por un padre.

El abogado Peter Schey, arquitecto del caso Flores que protege a cientos de miles de niños centroamericanos, exigiendo un mínimo de trato humanitario (Photo Aurelia Ventura/ La Opinion)

Peter Schey, presidente del Centro de Derechos Humanos y Leyes Constitucionales y abogado líder del Acuerdo Flores con el gobierno federal en 1997, tras 12 años de litigio, expresó su frustración y decepción por la manera tan lenta cómo el gobierno de Biden ha procesado a los niños y los niveles de hacinamiento en los que los han mantenido por falta de espacio.

“Hemos urgido al gobierno de Biden a firmar la extensión del Acuerdo Flores, que ya quedó completo desde julio del año pasado, y no hemos podido hacer que los firmen”.

Por 21 años, este acuerdo ha sentado los estándares nacionales para la detención de miles de menores acompañados y no acompañados.

“Protege a los menores al exigir un trato humano y que los pongan en instalaciones con licencia de agencias estatales especializadas en el cuidado de menores, lo más rápido posible. El acuerdo requiere que al menos que sea un riesgo para ellos, los menores migrantes deben estar reunidos con sus familias en los Estados Unidos lo más pronto que se pueda”.

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