Cómo cuidar el hígado

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Los expertos en hígado en los Estados Unidos observan una tendencia preocupante: Cada vez más personas desarrollan la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD por sus siglas en inglés).

Esta enfermedad, que como su nombre lo indica no está relacionada con el consumo de alcohol, se produce cuando se acumula demasiada grasa en el hígado. En la actualidad afecta a unos 89 millones de estadounidenses, según el Center for Disease Analysis (Centro de Análisis de Enfermedades), una empresa de salud pública que estudia enfermedades poco conocidas. El problema es especialmente preocupante para los adultos mayores, ya que cerca de 40% de las personas de 60 años o más padecen la enfermedad.

Sin embargo, muchos de ellos lo desconocen. Esto se debe, en parte, a que la enfermedad por lo general no presenta síntomas y a que muchos médicos de atención primaria no la detectan de forma rutinariamente, por lo que no se diagnostica, dice el doctor William Sánchez, experto en trasplantes de hígado en la Clínica Mayo en Rochester, en Minnesota.

Pero sus consecuencias pueden ser graves. En un estudio de 2019 publicado en BMJ Gastroenterology, los investigadores analizaron datos sobre más de 3,000 adultos mayores y encontraron que las personas de 60 a 74 años con NAFLD tenían un 60% más de riesgo de muerte prematura por cualquier causa en cinco años y un 22% más de riesgo en 10 años. Además, en algunos casos la enfermedad progresa hasta un estadio más grave, denominado esteatohepatitis no alcohólica (NASH por sus siglas en inglés), que puede requerir un trasplante de hígado o desembocar en un cáncer de hígado.

Pero el hígado es un órgano único que puede regenerarse y repararse a sí mismo. Esto significa que hay muchas cosas que se pueden hacer para prevenir e incluso revertir la NAFLD.

Las causas del hígado graso

Este órgano realiza más de 500 funciones clave, por lo que un hígado dañado puede contribuir a muchos problemas de salud de gran alcance. Es responsable de filtrar las toxinas de la sangre, producir bilis para procesar los alimentos para la digestión, fabricar proteínas para regular la nutrición, equilibrar el contenido de líquidos, ayudar a coagular la sangre y metabolizar los azúcares, las grasas y las vitaminas. Este órgano vital también es una parte clave del sistema inmunitario del cuerpo.

Cuando el cuerpo almacena demasiada grasa en el hígado, el órgano se sobrecarga. Esto puede llevar a una respuesta inflamatoria que daña las células del hígado y acaba interfiriendo con la función hepática. Los investigadores no saben exactamente por qué algunas personas desarrollan NAFLD, pero aquellas con obesidad, presión arterial alta, colesterol alto, antecedentes familiares de diabetes o enfermedad hepática son los que corren mayor riesgo, dice Sánchez.

“Cargar mucho peso en el vientre es especialmente peligroso”, dice, porque se cree que este tipo de grasa produce compuestos que promueven la inflamación.

Los cambios en el estilo de vida son poderosos

Todavía no hay medicamentos en el mercado para tratar o curar la NAFLD o la NASH. Pero los cambios en el estilo de vida pueden ser muy eficaces. Cualquier persona a la que se le haya diagnosticado alguna de estas enfermedades debería seguir los pasos que se indican a continuación. También son útiles para prevenir el daño hepático y son buenos para la salud en general.

1. Hazte un chequeo del hígado. Los síntomas de la NAFLD, cuando se presentan, son fatiga, dolor en el lado derecho del abdomen, hinchazón e ictericia. Pero incluso sin síntomas, algunas personas deben someterse a un control periódico de la enfermedad hepática.

“Las personas de más de 50 años con sobrepeso y diabetes tipo 2 deben pedir a su médico que incluya un examen hepático en su chequeo médico anual”, dice el doctor Scott Friedman, jefe de la división de enfermedades hepáticas de la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinai en Nueva York. Esto incluye un análisis de sangre para determinar si las enzimas hepáticas, como la ALT, la AST y la bilirrubina, están elevadas. “Si es así, hay inflamación del hígado y deben hacerse una ecografía del abdomen para comprobar si hay depósitos de grasa en el hígado”.

2. Pierde peso. “La pérdida de peso en muchos casos puede eliminar el problema”, dice Friedman. “De hecho, ninguna terapia experimental que se haya desarrollado hasta ahora es más efectiva”.

Un estudio publicado en 2015 en la revista Gastroenterology fue uno de los primeros en mostrar el impacto de la pérdida de peso. Las personas con NISH, la forma más grave de la enfermedad del hígado graso, que fueron capaces de perder entre el 7% y el 10% o más de su peso corporal durante un año mostraron mejoras en la función y la salud del hígado.

3. Sigue la dieta mediterránea. Seguir una dieta mediterránea basada en plantas redujo los niveles de grasa en el hígado en un 29%, según un estudio publicado en 2018 en Circulation. Otro estudio publicado en 2021 en la revista Gut encontró que incluir nueces en esta dieta, junto con el ejercicio, conducía a la pérdida de grasa en el hígado y que añadir té verde y una planta acuática llamada Mankai reducía el riesgo de hígado graso a la mitad.

Esta dieta, que se centra en alimentos ricos en fibra como frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, tiene varios aspectos saludables. La fibra favorece la pérdida de peso y regula los niveles de glucosa, según una revisión publicada en 2020 en la revista Nutrients. Y estos alimentos son ricos en antioxidantes, que ayudan a controlar la inflamación.

La dieta también es baja en grasas saturadas, lo que es bueno para el hígado, y rica en grasas insaturadas. Esto se debe en parte a que limita el consumo de carne roja. Aunque puedes comer carne de vez en cuando, “concéntrate en las grasas monoinsaturadas como aceite de oliva, los aguacates y las nueces, ya que reducen la inflamación y ayudan a promover la pérdida de grasa del hígado”, dice Debra A. Silverman, dietista clínica de la Clínica Mayo en Jacksonville, Florida. Las grasas omega-3 del pescado también ofrecen estos beneficios.

Aunque el vino a menudo se considera parte de la dieta mediterránea, no bebas alcohol si padeces alguna forma de enfermedad hepática. Y evita las bebidas azucaradas y los alimentos procesados, dice Silverman. En grandes cantidades, los azúcares agregados pueden hacer que el hígado produzca grasa. En su lugar, bebe mucha agua para ayudar a que tu hígado funcione mejor. El café y el té verde también son buenas opciones. Tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.

4. Mueve tu cuerpo. Es útil para perder peso, y el ejercicio tiene un impacto directo en la función hepática. “Aumentar el ritmo cardíaco mediante el ejercicio es como un mini masaje para el hígado”, dice Wayne Eskridge, director general de Fatty Liver Foundation (Fundación Hígado Graso), una organización sin fines de lucro. “Mejora el flujo sanguíneo, reduce la hipertensión y desacelera el daño hepático”.

Lo mejor es una combinación de ejercicios de fuerza y cardiovasculares. “Lo ideal es hacer 30 minutos de ejercicio cinco veces a la semana para revertir la NAFLD, si no está muy avanzada”, dice Sánchez de la Clínica Mayo. Empieza poco a poco hasta llegar a ese objetivo de manera paulatina.

¿Son seguros los suplementos de desintoxicación del hígado?

Muchos suplementos vienen con la promesa de que optimizan la función hepática, desintoxican el hígado o promueven la salud del hígado. Normalmente contienen varios ingredientes. La investigación sobre las sustancias comunes en estos productos es limitada, y las pruebas que existen han sido contradictorias.

El cardo mariano, por ejemplo, contiene una sustancia química llamada silimarina que puede reducir la inflamación del hígado. Un estudio de 72 personas con enfermedad del hígado graso no alcohólico, publicado en 2013 en el World Journal of Hepatology, encontró que tenía un pequeño efecto positivo. Pero los sujetos del estudio también estaban tomando vitaminas B12 y E, y seguían una dieta saludable.

Otros estudios han sugerido que 800 unidades internacionales de vitamina E al día pueden ayudar a las personas con esteatohepatitis no alcohólica (la fase más grave de la enfermedad del hígado graso) que no tienen diabetes. Los omega-3 del aceite de pescado también son buenos para la salud del hígado, pero muchos expertos dicen que es mejor obtener estas grasas insaturadas del pescado que de los suplementos. Algunas píldoras de aceite de pescado pueden contener contaminantes, como PCB y mercurio.

Nadie, en especial si sospecha o sabe que tiene una enfermedad hepática, debe recurrir a suplementos a menos que estén aprobados por su médico. “La Administración de Alimentos y Medicamentos no hace pruebas a estos productos, por lo que la pureza y la cantidad de ingredientes que contienen es impredecible”, dice el doctor Pieter Cohen, profesor asociado de la Escuela de Medicina de Harvard en Boston. “Y algunos pueden tener compuestos que pueden irritar el hígado y hacer más daño”. La alimentación saludable y el ejercicio son formas más probadas de mantener el hígado funcionando correctamente.

Nota del Editor: Una versión de este artículo también se publicó en la edición de septiembre de 2021 de Consumer Reports On Health.

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