“Yo crucé la frontera embarazada”
Con el objetivo de salvar la vida de su hija, Yuridia Rueda decidió cruzar la frontera embarazada y sin documentos para ser atendida en un hospital de Estados Unidos

Yuridia Rueda Crédito: Yuridia Rueda | Cortesía
MEXICO.- Yuridia Rueda no tenía opción. O emigraba o tendría un aborto. En el hospital de Acapulco fueron tajantes sobre el riesgo de aferrarse al embarazo pero sus familiares radicados en Estados Unidos la animaban: la ciencia allá está más avanzada y encontraría una opción de tener a su hija.
Solo tenía que decidirse a cruzar sin papeles porque ella no tenía visa y no iba a iniciar el trámite en ese momento. Quería salvar a la niña y cada minuto que pasaba era una amenaza. “Yo no pensaba ser una emigrar”, dice en entrevista con este diario.
Como muchos embarazos adolescentes el de Yuridia Rueda no fue planeado. México ocupa el primer lugar a nivel mundial en embarazos de entre 15 y 19 años entre las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada 1,000.
En nuestro país 23% de los adolescentes inician su vida sexual entre los 12 y 19 años de edad. De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Población comienza a una edad promedio de 15 años, y estadísticas del Instituto Nacional de Perinatología indican que sucede a los 14 años, en promedio.
Aunque Yuridia Rueda quedó preñada sin planearlo, acogió su condición con ilusión pero a los cinco meses de gestación su vida corría peligro por el embarazo de alto riesgo. “Me voy”, dijo a su familia .
Luego, mientras avanzaba entre matorrales, se dio cuenta que su embarazo dificultaba algunas cosas. Ahí, en la planicie, bajo el sol y el frío extremos, no había nadie que realmente pudiera apoyarla. Aunque iba en grupo sabía que, si en algún momento se convertía en un lastre, los demás no dudarían en dejarla atrás. O al menos eso crería ella.
El calor, la fauna, la deshidratación, todos eran desafíos que Yuridia no sabía si ella o su hija aguantarían. Así se le vio en el desierto embarazada e indocumentada.
En julio de 2020 la Oficina del Inspector General (Office of Inspector General) del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) reveló cómo la patrulla fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) ha actuado frente a mujeres embarazadas detenidas en custodia.
Por ejemplo, en Chula Vista el 16 de febrero de 2020, una mujer embarazada bajo custodia de ICE dio a luz poco después de llegar a la estación migratoria. La madre y el bebé fueron trasladados al hospital. El 18 de febrero fueron dados de alta y luego devueltos al puesto de la patrulla fronteriza.
“El marido de la mujer pidió a CBP atención médica, pero se le negó, y la mujer dio a luz parcialmente a su bebé de pie y agarrada al borde de un cubo de basura para apoyarse”, detalló en un informe.
Yuridia Rueda corría el riesgo de una situación similar. O algo peor: el aborto o la deportación. O ambos. Aún le faltaban cuatro meses para que su hija viera la luz. O también podía ser abandonada a su suerte si se lastimaba y no podía seguir el camino por los pies llagados, la falta de fuerza, el cansancio, el sueño.
En 2019, la Contraloría General detalló que ICE había detenido un año antes a 2,089 mujeres embarazadas y 381 mujeres que amamantaban a sus bebés. Dos años después de esos datos, la administración de Joe Biden anunció que no detendría en prisiones migratorias a este perfil de migrantes.
No obstante, aún hay inconformidades por la expulsión del país de madres migrantes y de sus bebés que, por haber nacido en Estados Unidos, son ciudadanos de este país.
En México, el Instituto para las Mujeres en México alertó en un reporte que es un hecho que ellas “ya no migran solo como acompañantes de su pareja sino por su cuenta y de los 12 millones de mexicanos que viven en el extranjero, el 46.8% son mujeres, lo que representa alrededor de 5.2 millones, principalmente en EEUU”.
Yurina Rueda pisó el desierto con la promesa de que su trayecto duraría cuatro horas, pero las cuatro horas se convirtieron en 15 días. “Te venden es que esto va a ser fácil, que recorrer todo el tramo va a terminar rápido. Te venden el sueño y además te prometen que será sencillo, y en realidad el camino a veces es un infierno”.
Cerca de El Paso, sus pasos eran más lentos que los de sus compañeros, necesitaba comer más, su cuerpo se enfriaba más rápido. ¿Podrían hacer algo sus compañeros si tenía un aborto? ¿la dejarían atrás para que muriera sola?
“Caminé 15 días para el desierto. Hacía frío. Había lluvia. Fue toda la travesía. Pero yo sólo tenía un objetivo: llegar a Atlanta para tener a mi hija”, detalla.
“Cuando por fin lo logré, no sabía ni qué día era pero eso ya no importaba. Sólo recordaba que el agua que teníamos debía aguantarnos una semana, y a los seis o siete días de atravesar la frontera se nos acabó y terminamos tomando hojas del rocío”.

Redes de apoyo
A lo largo de los 3,169 kilómetros que separan México de Estados Unidos, uno de los grupos derivados del Estado mexicano es el Grupo Beta, célula del Instituto Nacional de Migración fundado hace 29 años dedicada a la protección y defensa de los derechos humanos de los migrantes, especializada en brindarles orientación, rescate y primeros auxilios, independientemente de su nacionalidad o situación migratoria”.
Entre las recomendaciones que este grupo da se encuentra: evitar la deshidratación, falta de alimento, prepararse para largas caminatas. Aunque este grupo fue fundado en Baja California, actualmente operan también en Sonora, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Chiapas y Oaxaca.
La actuación de Grupos Beta está limitada geográficamente a territorio mexicano. En casos como los de Yuridia Rueda hubiera sido imposible su actuación si se hubiera complicado en medio del desierto, pero la complicación de grupos vulnerables empiezan desde el lado mexicano.
Tomás López, encargado de Grupo Beta en Coahuila cuenta que las temperaturas han subido y actualmente llegan a 46 o 48 grados centígrados y a la sombra, amén de que el arribo masivo de migrantes en los últimos años que salen de sus países o de México sin informarse complica el cruce.
“Con los migrantes que no son mexicanos el principal problema es el río Bravo porque por fuera se ve muy tranquilo y cuando entras las corrientes son muy violentas y los ahoga”, cuenta en entrevista con este diario. “Los mexicanos se arriesgan más en el desierto“.
El agente López dice que en una semana, por ejemplo, sólo en la región de Piedras Negras han rescatado a 40 cuerpos y en Ciudad Acuña nueve. En lo que va del año no ha localizado muerta a ninguna mujer en gestación, pero sí niños: en febrero pasado a un niña de siete años de origen venezolano.
Para apoyar a algunos de estos migrantes existe una red de organizaciones no gubernamentales La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) resalta la Red Jesuita con Migrantes LAC; Red Regional de Organizaciones Civiles para las Migraciones y Cover ArtRed Latinas, ésta última dedicada a atender las necesidades de las mujeres que cruzan a lo largo y ancho del continente americano.
En la frontera entre California y Arizona, de lado estadounidense, se encuentran las Aguilas del desierto. Ely Ortiz, uno de los activistas cuenta que en los últimos años su intervención en la región se ha vuelto clave, pero está limitada a la disponibilidad de tiempo de los voluntarios. “Ahora mismo solo podemos apoyar lo fines de semana”.
Desde que comenzaron a operar las Aguilas del desierto en 2012 ha sido así: atienden entre cuartro y cinco llamadas de emergencia porque es lo que pueden hacer. “Todos tenemos trabajos aperte de esto para sobrevivir”, pero el flujo de indocumentados ha incrementado desde entonces, desde que un Ely Ortiz perdió a un hermano y un primo.
Los datos estadísticos de las detenciones y deportaciones de migrantes muestran que desde el 2020 (año de la pandemia) las detenciones fueron 458, 088 personas, un año después 1.7 milloes 734 mil 686 y y para el presente año se acumulan 2.1 millones. Y falta el tercer semestre.
“Ante la alta demanda, el coyote abandona porque los migrantes ya no aguantan: los enganchan diciéndoles que vann a caminar dos o tres horas y se convierte en 10 días y la gente no está acostubrada a caminar, les dan golpes de calor o las ampollas de los pies”, detalla.
“La ampolla no es cualquier cosa: les barca toda la planta y el talón y la piel se te despega al caminar y los traficantes ya perdieron el respeto a la vida, sólo miran 8,000 o 9,000 dólares por persona”.
En lo que va del año, Ely Ortiz y los otros activistas como en otros tiempos, pero sí con casos de niños de 13 o 14 años. Resalta el caso de una señora en Texas que en el camino se encontró con el cuerpo de un niño de cuatro años. “No puedeo imaginar el dolor de los padres al desprenderse de él, dejarlo ahí y seguir caminando”.
También le sorprendió la llamada e emergencia de un chico que se perdió en la base militar de Arizona porque el coyote lo dejó y tuvieron que tramitar el permiso para ir a buscarlo. La familia que alertó quiso acompañar a los buscadores: se sumaron13 o 14 miembros, tíos, padres, hermanos, esposa y lo encontraron sin vida.
“Ha sido lo más impresionante que he visto: el padre llorando y arrastrándose frente al cuerpo de su hio en estado de descomposición y todos suplicando para que volviera a la vida.
Yurina Rueda, tuvo suerte. Sus compañeros eran condescendientes. Cuando el agua comenzó a escasear y no llegaban los garrafones de repuesto, los otros migrantes pedían que ella tomara primero. Pero cuando ya no hubo agua, su hija en el vientre empezó a tomar sus propios orines mientras la madre esquivaba las bolas de espinas que el viento traía rodando.
“Mi niña se aferró tanto a la vida que en todo el trayecto por el desierto no hubo amenaza de aborto”.
Dos semanas después de internarse en el desierto, Yurina llegó a Los Angeles. Se metió a bañar en el hotel y en cuanto se quitó los tenis se le cayeron las uñas de los diez dedos de los pies. Así volvió a calzarse y siguió su camino en avión hacia Georgia, donde sus familiares habían sacado una cita en el hospital para que revisaran su caso.
En Atlanta, los médicos se sorprendieron de que la amenaza de aborto no volviera en dos semanas. También de que, ante la falta de agua, el feto se hubiera tomado los orines de la madre. La sometieron a diversos tratamientos para evitar la expulsión de la niña y mejorar su salud en el vientre.
Al final nació una bebé sana y salva. Sin problemas en los riñones, sin complicaciones. Yurina Rueda tuvo que agarrar tres trabajos: de limpieza, de comida y de nana. Pero salvó a su hija.
Otras cifras
Desde el 1 de octubre, que marca el inicio del año fiscal en EEUU, se han registrado 748 muertes, según cifras de Seguridad Nacional. Esta cifra es superior a las 557 muertes registradas en la frontera suroeste durante el año fiscal 2021, el récord anterior.
Las muertes a lo largo de la frontera sur de Estados Unidos han ido aumentando a lo largo de los años. En el año fiscal 2020, hubo 247 muertes y 300 en 2019, lo que marca un aumento significativo en medio de un año récord de 30 cruces fronterizos. Los datos de la agencia sobre muertes se remontan a 1998. Pero las estadísticas no detallan la condición de embarazo.
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