Ciudadana con zapatos de tacón

Dos inmigrantes latinas hablan del largo camino que tuvieron que transitar para llegar a ser ciudadanas de Estados Unidos

SAN FRANCISCO.- El día que se hizo ciudadana de Estados Unidos Yenny De La Quintana se levantó muy temprano, se puso un vestido de fiesta e incluso se calzó los incómodos zapatos de tacón que había usado apenas tres veces en la vida. “Casi no puedo caminar con ellos, ya me duelen los pies”, comentó al llegar al teatro Paramount de Oakland donde tendría lugar la ceremonia que compartiría con más de mil inmigrantes de distintas partes del mundo.

El camino para hacerse ciudadana de este país no fue tan sencillo, ni estuvo exento de sobresaltos. Hace apenas unos años Yenny, de origen peruano, estuvo a punto de ser deportada y de tener que dejar atrás a su hija y a su esposo, que es ciudadano.

“Me sentía frustrada porque siempre prometían leyes que nunca daban y porque era del grupo que viene, trabaja, aporta y da, y no recibe ninguna garantía de permanencia. “Estados Unidos sin nosotros, los hispanos que aportamos, no la hace”, opinó Yenny, madre de tres hijos; todos ellos ciudadanos de este país.

Hoy se siente segura, porque ya cuenta con la ciudadanía, pero no olvida cuando se enfrentó a la terrible posibilidad de partir sin su familia. “Yo estuve al borde de la deportación junto a un juez que me dijo que tenía 30 días para salir del país”, recordó con amargura.

Una de las razones por las que Yenny explicó que quería hacerse ciudadana pronto, es por la cantidad de leyes antiinmigrantes que han aparecido en otros estados. Según dijo, no se sentía del todo a gusto con su estatus previo, a pesar de que ya contaba con la green card o tarjeta de residente permanente. “Ahora me siento un poco más tranquila, porque en estos últimos años he escuchado de unas leyes… que no cumplen nada de nada de lo que dice la constitución; dicen que acá no hay que tener discriminación con nadie, pero es totalmente lo opuesto”, opinó.

Pero no era la única razón por la que esta inmigrante peruana quería la ciudadanía: “otro motivo era votar”, aseguró. “En estos cinco años que he sido residente me he perdido oportunidades de votar, como lo que pasó con Obama, quería apoyar pero no pude”, dijo.

“Para mí es importante que la mujer tenga voz y voto, que no sea un objeto más o que lo dejemos nada más al hombre”, afirmó Yenny sobre ese derecho fundamental ganado a través de la ciudadanía. “Me parece falta de conciencia que siendo mujer no participe en un derecho ganado”.

El día de su ceremonia de ciudadanía, llevada a cabo el pasado 7 de septiembre, Yenny se conmovió profundamente al escuchar la canción que puso cierre al evento. And I’m proud to be an American (Me siento orgulloso de ser estadounidense)… sonaba la canción ilustrada con escenas de la bandera de las barras y las estrellas. Se sentía contenta y orgullosa de su nueva ciudadanía, pero también dijo que pensaba en los miles de deportados que no lograron llegar a una ceremonia como esa.

“Me sentí emocionada pero por el otro lado triste, por la manera en que te dan la bienvenida… ponen el video de Obama, y yo digo, como es… a nosotros nos dan la bienvenida, seamos de la raza que sea, pero a mis hermanos los están botando en este momento como perros al otro lado de la frontera, y eso sí es para pensarlo”, expresó Yenny.

Pero como el día era de celebración Yenny se refirió más que todo, a lo bueno que le ha dado Estados Unidos. “El respeto a algunas leyes, me enseñó esto”, dijo la inmigrante peruana, quien se desempeña como empleada doméstica en este país a pesar de haber estudiado periodismo y producción de televisión en Perú.

“Por decir, yo como empleada de hogar, en mi país se le discrimina mucho a esa gente, acá no. Acá la gente americana, que tiene cerebro, sabe que este oficio es un oficio común y corriente y que sin la housekeeper o los jardineros ellos no la van a hacer solos; entonces lo que me enseñó este país es a valorar el oficio, a la persona que hace el oficio y a la persona que hace una profesión. Me enseñó valores humanos”, añadió.

El trámite para hacerse ciudadano de este país no es gratis, pero en comparación con otros procedimientos migratorios es más sencillo y más rápido.

Es un proceso que se puede hacer solo, sin la necesidad de un abogado de inmigración. Aunque si se tienen preguntas a lo largo del camino, es recomendable consultar con alguna organización sin fines de lucro que lo pueda guiar. En el Área de la Bahía hay varias que lo pueden ayudar, como Caridades Católicas de San Francisco o Siren, en San José.

El primer paso es ingresar a la página en internet Uscis.gov (U.S. Citizenship and Immigration Services) y buscar arriba a la derecha donde dice español. De esa manera usted podrá leer las instrucciones en su propio idioma. Vaya a la parte donde dice ciudadanía por naturalización e imprima la forma N-400. La forma está en inglés.

Luego de llenarla debe enviarla por correo con un cheque dirigido al U.S. Department of Homeland Security; será por un total de $680 dólares. Y prepárese porque una vez que le aprueben la ciudadanía tendrá que pagar otra cantidad extra por su nuevo pasaporte estadounidense si piensa salir del país.

De acuerdo a Sharon Rummery, vocera de la Oficina de Ciudadanía y Servicios de Inmigración en San Francisco, cada año unas 25,000 personas se convierten en ciudadanos en sus alrededores, y en San José unas 12,000.

En la zona de San Francisco, que incluye las solicitudes de todo el noroeste del estado, se llevan a cabo ceremonias de ciudadanía cada tres semanas aproximadamente, las cuales pueden realizarse también en Oakland. En San José hay una cada mes.

En el evento del 7 de septiembre en Oakland -donde Yenny se convirtió en ciudadana- había unas 1,200 personas de diferentes partes del mundo como China, India, Perú, México, El Salvador, Argentina, Chile, Colombia, Francia y otras decenas de países.

Rummery dijo que entre los comentarios positivos que ha recibido de algunas personas que se vuelven ciudadanas es que ese día es “uno de los más importantes de su vida, incluso lo han llegado a comparar con el día en que nació su primer hijo”.

Una de las partes requeridas para lograr la ciudadanía estadounidense es pasar un examen de cultura e historia general estadounidense, así como un muy breve y sencillo examen de inglés. En la prueba se hacen diez preguntas al solicitante, pero si contesta bien las seis primeras ya no le preguntan más. De La Quintana tiene una sugerencia acerca de las personas que hacen las preguntas y revisan la documentación de los solicitantes: “Tienen que hablar bien inglés”. La observación de Yenny se basa en que al momento de presentar su examen no entendía muy bien las preguntas que le hacían, ya que la persona tenía un fuerte acento oriental.

Además la inmigrante peruana se quejó de que durante la entrevista y examen le pidieron documentos que no creía que fueran necesarios, como su acta de matrimonio, ya que ella no hizo el trámite amparada en la ciudadanía de su esposo.

Una vez que uno pasa el examen de ciudadanía no quiere decir que automáticamente uno ya la hizo. En la hojita que le entregan al solicitante al terminar la entrevista hay varios apartados, el más anhelado es el que dice que uno ha sido recomendado para convertirse en ciudadano, y que en unos días uno recibirá una carta con la fecha de la ceremonia.

Pero también puede ocurrir que aunque haya cumplido con todos los requisitos, si existe alguna duda de cualquier tipo por parte del empleado de inmigración, uno pueda recibir un papel que diga que la decisión aún no está tomada y que habrá que esperar para conocerla. Esos días posteriores a la entrevista suelen ser los más largos y preocupantes.

El resultado puede tener un final feliz, y en unas dos o tres semanas uno puede abrir el sobre con el codiciado papel que lleva la fecha de la ceremonia de ciudadanía, pero también puede recibir malas noticias.

Eso fue lo que le ocurrió a la señora Virginia Guzmán, quien en su primer intento de hacerse ciudadana fracasó porque había pasado en México, su país de origen, más de seis meses en uno de sus viajes.

La señora Virginia, tuvo que quedarse en México más de seis meses debido a que su madre Antonia de más de 80 años había tenido un infarto y dos embolias.

La salud de su madre no le importó a quien tomó la decisión de negarle la ciudadanía la primera vez.

El estatus de residente permanente que durante 23 años tuvo la señora Virginia, especifica que uno no puede estar fuera de Estados Unidos más de seis meses porque puede perder la residencia.

Virginia, de 62 años, originaria de San Juan de los Lagos, Jalisco, decidió quedarse un año completo en Estados Unidos para volver a solicitar la ciudadanía. Tuvo que pagar de nuevo los cientos de dólares de la solicitud y revivir la incertidumbre de recibir una decisión desfavorable.

Por fortuna esta vez su historia sí tuvo un final feliz porque ya recibió la carta con la fecha de su ceremonia de ciudadanía: será el 25 de octubre en Oakland.

“Me siento muy tranquila y feliz, porque ese caso de tanto tiempo ya salió”, dijo doña Virginia en entrevista telefónica. “Sentía muchos nervios de que me dijeran que no otra vez. Estaba muy tensa”.

Después del 25 de octubre la señora Virginia, una ama de casa que reside en San Francisco con sus hijas, pero tiene a la otra parte de su familia en México, ya no tendrá la preocupación de quedarse mucho tiempo en ese país.

“A mí me gusta más vivir allá, aquí me siento más encerrada y menos comunicada con la gente. Allá podré estar al lado de mi madre para poder darle un trago de agua”, agregó la señora Virginia, vecina del barrio de la Misión, y también, una futura ciudadana estadounidense.

Suscribite al boletín de Noticias

Recibe gratis las noticias más importantes diariamente en tu email

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y Google Política de privacidad y Se aplican las Condiciones de servicio.

¡Muchas gracias!

Más sobre este tema
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain