El final del túnel

En política pública, California suele ser el líder entre los estados del país, para bien y para mal.

Recordemos a la Proposición 187 que se aprobó aquí en 1994, la primera ley estatal que intentó castigar a los inmigrantes indocumentados, aprobada por los votantes y luego rechazada por los tribunales.

Fue entonces que comenzó el cambio más significativo en política migratoria de la era moderna de la nación, con más leyes estatales restrictivas y cambios en las leyes y prácticas federales. En 1996, el Congreso republicano aprobó la ley de inmigración más restrictiva de la era moderna, que fue firmada por el presidente demócrata Bill Clinton.

Luego vinieron las famosas ordenanzas de ciudades recónditas, Hazleton, Farmers Branch, Escondido, Shenandoah, actuando por su cuenta para intentar expulsar a los inmigrantes en una reacción maníaca que contagió a cientos de municipalidades.

Finalmente llegaron las leyes antiinmigrantes de Arizona, Oklahoma, Georgia y Alabama y la cerrazón de un Congreso que no quiere lidiar con la reforma migratoria y de una Casa Blanca que piensa que mientras más mano dura, mejor.

Pero en California, otro cambio está comenzando. Y si no, pregúntele al asambleísta Gil Cedillo, quien por años ha estado buscando mejorar las vidas de los inmigrantes indocumentados de California sin lograr que entre los gobernadores con los que ha tenido que lidiar, le tocara un solo aliado. Al menos hasta ahora.

En las últimas semanas y sobretodo en estos días, el gobernador Jerry Brown firmó cinco de seis proyectos de ley presentados por Cedillo, incluyendo las dos partes de su DREAM Act estatal, que abre el acceso de becas públicas y privadas a estudiantes indocumentados de California. Brown también rubricó otra ley de Cedillo: una que no permitirá usar los retenes contra los conductores ebrios para confiscar los carros a conductores indocumentados por no tener licencia.

Yo pienso que Brown es un pragmático que sabe lo que le conviene a California (y a sí mismo). Cedillo piensa que es un visionario “una persona inteligente, que tiene una visión clara de lo que necesita nuestro estado”.

“Es la economía del futuro. Entre esos muchachos indocumentados podría estar el nuevo Steve Jobs. O el nuevo Dr. Q”, dijo Cedillo.

Alfredo Quiñones Hinojosa, “Dr Q”, es un galardonado neurocirujano que llegó a California ilegalmente en 1987 y su primer trabajo fue en el campo. Podríamos encontrar también al nuevo José Hernández, el astronauta, también campesino de California en su juventud y que tras retirarse hace poco de la NASA, anunció su candidatura al Congreso.

Las encuestas también dicen que la opinión de los californianos respecto a los indocumentados ha ido cambiando.

“California está en la delantera”, dijo Cedillo ayer.

En medio de tanta oscuridad, se siente algo de luz. ¿Será el final del túnel?

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