El ritual que no cambia

Las peleas de semifondo sólo las ven los verdaderos fans del boxeo

LAS VEGAS.- La presentación fue digna de un evento estelar en cualquier parte del mundo, pero el lejano aplauso que le respondió desde las tribunas reveló de inmediato que no era así.

“Con récord de 10-1, seis nocáuts, de Flint, Michigan… ¡Dion Savaaage!… y en esta esquina… de Longueuil, Canadá, con récord profesional de 14-1, 11 nocáuts… ¡Adonis Steeeeeevenson!”, dijo con perfecta entonación el anunciador.

¿Quiénes?

Al menos, el segundo tiene nombre vinculado a la perfección y apellido de una gran tradición boxística.

Y del mismo modo que subió al ring con una fanfarria no correspondida, bajó de él con una victoria adicional: ganó por KO con apenas 1:57 de pelea.

Es la misma historia que se repite una y otra vez; tan solo los nombres cambian. Son los llamados ‘undercards’, las peleas de fondo, las que reciben el mote de “el resto de la cartelera”. Su desarrollo jamás se ve por televisión.

En grandes arenas -como esta del MGM Grand Garden Arena, con capacidad para unos 17,000 parroquianos- apenas algunos cientos las ven.

Las celebridades tampoco –para eso y por eso son “celebridades”, reclaman entradas triunfales y gritería del público que se percata de su presencia.

Al otro extremo de la tanda, unas horas más tarde, entrarían a escena los grandes nombres: Erik Morales, Víctor Ortiz, Floyd Mayweather Jr. Pero cuando Stevenson ganó, para eso faltaba mucho.

Los rigores de requisito, sin embargo, son los mismos. El que abre una cartelera frente a sus familiares y empleados del lugar también tiene que entrenar, sacrificarse y prepararse para ganar.

De lo contrario los riesgos son evidentes: una corta carrera, menos ingresos, quizás un golpe que inhabilite para el resto de la vida. Pero es parte del proceso de escalar hacia mejores cosas y aspirar a estar en esos turnos de mayor relieve.

Tras Stevenson-Savage, un largo receso, atenuado por el constante bombardeo promocional, que en esta ocasión contó, para satisfacción de los presentes, de la repetición de los capítulos de la serie “24/7” de la empresa televisiva HBO, con Mayweather y Ortiz de protagonistas.

Mientras tanto, las gradas se llenaban paulatinamente de público. Era apenas la tercera pelea de la velada, compuesta por un total de ocho.

A ello se le agregaría la transmisión, en vivo desde Los Ángeles, del combate en que Saúl “Canelo” Álvarez expondría su título junior mediano del CMB ante Alfonso Gómez.

En Las Vegas, el turno estelar estaría a cargo del choque entre Ortiz y Mayweather, en el cual el primero pondría en juego –por primera vez- su corona welter del mismo organismo.

En la semiestelar, Morales buscaría convertirse en el primer púgil mexicano en conquistar campeonatos mundiales en cuatro diferentes divisiones, al disputar la vacante corona de las 140 libras CMB frente a Pablo César Cano, en choque entre mexicanos.

Pero, para que eso llegara, el programa de fondo continuaba. Y mientras los Mayweather, los Ortiz y los Morales seguramente buscaban matar la ansiedad de subir al ring, los Jones ya marchaban en sentido contrario -sí, los Jones, como en Carson Jones, quien venció por KO’t en siete asaltos a Said Ouali.

Era la cuarta pelea de la noche, y las gradas todavía esperaban quien les ocupara.

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