Leyenda sigue viva

El español Mateo Gil 'resucita' a Butch Cassidy y Sundance the Kid

Las leyendas nunca mueren… especialmente si son cinematográficas.

Mateo Gil lo sabe.

El director y guionista español, autor de los libretos de cintas tan destacadas como Abre los ojos, Mar adentro y Ágora, todas ellas firmadas por Alejandro Amenábar, acaba de estrenar en diversas salas del país se segundo largometraje como realizador, Blackthorn.

La película ofrece una mirada revisionista a la leyenda de Butch Cassidy: según esta, Robert LeRoy Parker, su nombre real, y su socio en robos y crímenes Harry Alonzo Longabaugh, más conocido como Sundance Kid, fueron abatidos por tropas del ejército boliviano en 1908.

Pero los rumores apuntan a que, quizás, uno de ellos (o los dos) sobrevivieron.

Desde ese punto de partida, Gil sigue a James Blackthorn (interpretado por el actor y dramaturgo Sam Shepard), que reside en una pequeña localidad de Bolivia. Este sabe que sus días están contados, por lo que planea su regreso a Estados Unidos.

Por el camino se topa con un ladrón décadas más joven (Eduardo Noriega), quien le da la oportunidad de dar un último golpe…

“Mi acercamiento a la película es bastante fiel al western, pero hay varias cosas que nos condicionaron”, explica Mateo Gil sobre el estilo con el que ha definido a Blackthorn. “Una era que ya en la propuesta inicial había una cuestión muy nostálgica hacia el viejo western, lo que te hace tomar una posición más clásica de darle un cierto tono”.

“Y la otra cuestión es que, aunque hemos tenido mucha suerte consiguiendo el dinero que conseguimos, la verdad es que era un dinero bastante justo para el guión que había escrito. Tuvimos que ir encontrando un estilo sobre la marcha, aprovechando las cosas que nos ofrecía el día a día. Una mezcla de esos dos factores y muchas cosas más resultó en este estilo que quizás no es el de un western hecho en EEUU hoy en día, porque para empezar hubiera tenido mucho más tiempo y dinero…”.

Paul Newman y Robert Redford dieron vida a Butch Cassidy y Sundance Kid en la exitosa película homónima que se estrenó en 1969.

“Esa película es una hija de su tiempo absoluta. Tenía esa especie de sentimiento e ideología tan clara que había a finales de los 60 pero en el género del western. Sí fue una cinta muy renovadora”, relata el director canario sobre el filme, ganador de cuatro Oscar. “Pero Blackthorn no es renovadora: es reivindicadora de un cine que no se hace y que muchos echamos de menos”.

El origen de Blackthorn cabe encontrarlo en un viaje del guionista Miguel Barros a Bolivia. Este “quería hacer un documental en el que aprovechando la ruta de Butch Cassidy y Sundance Kid en Bolivia, describía la Bolivia de hoy en día. Cuando volvió me dijo que no encontraba la manera de mostrar [lo que quería]. Pero tenía una idea para un guión. Empecé a leer lo que escribió y las circunstancias me llevaron a apropiarme del proyecto. Después hicimos tres reescrituras juntos”.

La película se rodó en escenarios naturales del país suramericano. “Aprovechamos que muchas poblaciones se conservan como estaban hace un siglo. No tuvimos que construir una aldea, porque tampoco nos lo podíamos permitir”, recuerda el realizador.

“Aparte de la expresividad que tiene el paisaje del altiplano [boliviano], a mí me pareció que rodar un western, un género eminentemente estadounidense, en un paisaje distinto nos iba a permitir hacer que el espectador volviera a fijarse en el paisaje como elemento expresivo. Como referencia tenía una película de Robert Altman McCabe & Mrs. Miller, con Warren Beatty [1971]. Una película fantástica. Pero el paisaje era completamente nevado. Y por el simple hecho de tener nieve, hizo [del filme] algo diferente”.

En el reparto de Blackthorn aparecen actores norteamericanos -Sam Shepard-, españoles -Eduardo Noriega-, británicos -Stephen Rea- y suramericanos -la actriz peruana Magaly Solier-. “Había consciencia por mi parte de que tener actores de todos lados [chirriara]”, reconoce Mateo Gil, de 39 años. “Yo me empeñé mucho en que [los actores] se conocieran y que se palparan los unos a los otros, a pesar del poco tiempo que tuvieron. La suerte nos acompañó, porque es difícil tal unidad cuando tienen esta variedad de actores”.

“Una cosa que nos ha ayudado mucho es esa misma nostalgia del western que teníamos el equipo técnico. Aunque hablamos mucho, yo siento que el estilo se forjó de una manera inconsciente: todo el mundo sabía lo que tenía que hacer. Y eso pasó también con los actores. Todos tenían claro qué es un western y hacia dónde va un western”.

El guionista de Tesis, el debut de Alejandro Amenábar tras las cámaras, así como del resto de sus filmes, asegura que “he aprendido todo” de este, “porque crecimos juntos haciendo cortometrajes. Luego hicimos todos los guiones y colaboramos en el rodaje. Todo lo que me ha enseñado Alejandro es muy difícil de definir”.

“Una de las lecciones más importantes que he aprendido de él y que no sé si la hubiera aprendido solo -además, es una lección fundamental a la hora de dirigir- es saber discriminar. Porque en un rodaje te aprietan mucho las tuercas, hay que tomar decisiones dolorosas, asfixiantes. Aprendí de él es que hay que mantener la cabeza fría, saber qué es fundamental para una secuencia”, concluye.

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