Literatura: ejercicio ‘crítico’
Autora Cristina Rivera Garza dice que si las letras no fueran críticas tendrían poco valor
MADRID, España.- La mexicana Cristina Rivera Garza, una de las voces más representativas de la literatura contemporánea en México, observa la literatura como un ejercicio “crítico” que debe saltar desde el “trampolín de la imaginación” y conquistar nuevos territorios.
Rivera Garza, galardonada en dos ocasiones con el premio Sor Juana Inés de la Cruz, que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), viajó hasta Madrid para participar en el Festival ViVamérica que hasta el día 9 reune en Madrid a medio centenar de creadores iberoamericanos.
La autora consideró, en una entrevista, que si la literatura no fuera un ejercicio crítico “tendría muy poco valor”; por ello se mostró partidaria de “arriesgar”, moverse en las fronteras y conquistar “nuevos territorios”, incorporando elementos que no se asocien de manera natural al ejercicio de escribir.
A la novelista mexicana, también doctora en historia latinoamericana, le interesa la mezcla de géneros. “Me gustan los libros que están vivos, que no se plantean una repetición de lo que existe, si no que tienen como vocación el acentuar una relación estrecha y critica con el mundo donde son producidos”, afirma.
Esta escritora, que ha sido reconocida con prestigiosos galardones internacionales además del Sor Juana Inés de la Cruz en, 2001 y 2009, ve los cambios tecnológicos de nuestra época como un “reto” y un “fructífero campo de experimentación”.
“La tecnología que se nos está poniendo enfrente es una puerta enorme”, afirma la escritora al referirse a internet, para añadir que pese a que cada plataforma digital posibilita una serie de ejercicios de escritura, ello no quiere decir que la experimentación no se pueda trasladar al papel.
Convencida de que cada vez es más fácil encontrarse “escrituras híbridas y colindantes”, dice “abrazar” definitivamente los cambios tecnológicos que conllevan “apertura y exploración”, algo con lo que, apunta, la literatura siempre sale “ganando”.
Compara la actual situación a los años en los que los pintores vivieron el nacimiento de la fotografía, una disciplina que tan bien retrata la realidad, y se muestra optimista al afirmar que ambos campos, el papel y el digital, pueden nutrirse y fortalecerse.
Al preguntarle cómo la literatura puede ayudar a las mujeres que sufren violencia en su país, la escritora recuerda que “la escritura en general lo que hace es posibilitar moverse fuera del horror” que provoca la violencia, y que en el caso concreto del feminicidio puede ayudar “a salir de la parálisis y la mudez que provoca la experiencia del dolor como sufrimiento social”.
Considera que la situación de su país es “grave y seria” y que se deriva de “la reticencia del Estado a tomar en cuenta sus responsabilidad como protector del bienestar de los ciudadanos”.
Rivera Garza reparte su tiempo entre Estados Unidos -donde trabaja como profesora de creación literaria en la Universidad de California en San Diego- y México, país al que viaja con frecuencia para participar en talleres literarios y actividades culturales.
Y es que la autora de La muerte me da y Nadie me verá llorar cree que una de las pocas formas de abatir la violencia es a través de “la recuperación de los espacios públicos y la inversión en el mundo de la cultura”.
Reconoce que su afición a la literatura surgió leyendo, un placer que sigue practicando con ojos críticos y que aplica tanto a los textos literarios como a los históricos.
“En unos casos se trata de leer e interpretar con cuidado textos cuyos autores se pierden a veces en el tiempo y en otros su firma se reconoce, pero en ambos lo que se está haciendo es leer el mundo a través de pruebas escritas”, explica.
Su última obra Verde Sanghai supone para la autora el “cierre de un ciclo liberador” que le da pie a iniciar otro tipo de proyectos que tendrán, concluye, mucho que ver con la fotografía, dado su interés en ahondar en la relación entre este arte y la literatura.