Lo engalardonado

La historia sobre Marco Rubio no va ninguna parte ya que cuenta con sustanciosos vericuetos y torceduras.

El novato senador republicano de la Florida comenzó su primer término este año y ya se le menciona como posible candidato a la vicepresidencia.

Ocurre esto porque el Partido Republicano sabe que sus posibilidades en una campaña nacional son desesperantes sin algo de simpatía de parte de la comunidad hispana. Rubio parecía ser cual píldora de arsénico para un paciente cardíaco, aunque no fuera buen remedio para muchos más.

Pero se le quitó el brillo a Rubio después de una nota en el Washington Post que demuestra que él posó como si hubiera formado parte de la diáspora cubana tras la revolución cubana, liderada por Fidel Castro.

Los hechos verídicos indican que su familia inmigró a la Florida en el año 1956, dos años y medio antes que se realizara la revolución. Depende si Rubio prevaricó, mintió o -como optaron por llamarlo los editores del Washington Post “engalardonó” la historia- el caso es que Rubio no dijo la verdad entera sobre los meros hechos de su historia vital.

Si afectará esto o no la carrera de Rubio sigue siendo tema de especulación. Pero lo que no está en ascuas son las lecciones que revela sobre el liderazgo político relámpago.

Los candidatos relámpago son contendientes como Herman Cain, Michele Bachmann, Sarah Palin en el 2008 y el independiente Ross Perot en 1992. Con frecuencia corren la ola de un solo tema hacia la prominencia a nivel nacional, y logran producir dudas cuando se les investiga, y terminan apagándose cual llama o dejando sabor a decepción.

A diferencia de los demás, Marco Rubio contaba con un relato familiar y de servicio público atractivo que contar -si sólo hubiera dicho la verdad, la verdad por entero.

Los padres de Rubio, quienes dejaron Cuba dos años y medio antes del regreso triunfante de Castro, inmigraron a la Florida, donde nació Marco 15 años más tarde, en 1971. A la edad de los ocho años de Marco, la familia se mudó a Las Vegas. Su padre servía en el bar de un hotel y su madre trabajaba en la limpieza de un hotel.

Al volver a Miami, la madre de Marco fue empleada de almacén en Kmart hasta que se jubiló. Su padre atendía bar en un hotel, después trabajó de guardia para cruces peatonales, jubilándose en el 2005.

Marco Rubio, después de una educación en una universidad comunitaria, recibió el título universitario de la Universidad de Florida y se graduó de abogado en 1996 de la Universidad de Miami.

Su carrera política meteórica comenzó cuatro años después en la Cámara de Representantes estatal, donde sirvió hasta el 2008. Fue líder mayoritario y después fue presidente de la Cámara alta. Su agenda era la promoción de un gobierno eficiente y mercados libres.

Rubio innovó lo de “Idearaisers” (los levanta ideas), concepto que dijo Newt Gingrich era “obra genial”. Rubio viajó por el estado pidiéndoles a los floridianos sus mejores ideas para fortalecer el estado. Las 100 mejores ideas se publicaron en un libro; todas fueron promulgadas en la Cámara estatal; 57 se convirtieron en ley.

Esta historia vital es muy llamativa para una persona que no nació privilegiada, quien pudiera aportar una perspectiva especial a nuestro estamento político. De este material se tejen leyendas. Pero se convierte en ficción su biografía cuando se esculpe para caber dentro de otra agenda.

El relato se calzó a la fuerza para seguir la ola creciente de políticas de derechas al estilo Tea Party del 2010. Rubio candidateó con una campaña de severa derecha contra el gobernador Charlie Christ, un republicano moderado, para un escaño en el Senado federal.

Una vez instalado, Rubio resultó antipático con los muchachos indocumentados cursando estudios universitarios, tomó una línea dura en cuanto a la reforma migratoria y dijo que los programas de derechos constatados como Medicare y el Seguro Social “nos debilitan como pueblo”.

Contrariado con una nota de Univisión sobre la detención por narcóticos del cuñado de Rubio en 1987, los contendientes republicanos a la presidencia se han negado en gran parte a participar en un debate planificado por la red televisiva en español.

Pero tal vez el tema que menos atención ha recibido es aquél que perdura que pone a Rubio como un individuo poco auténtico para los de la derecha extrema y los que cuestionan el nacimiento del presidente. Si los padres de Rubio no fueron ciudadanos a la hora que él naciera, ¿esto lo descalifica como posible vicepresidente?

A veces lo mejor es contar la historia de uno correctamente y de paso hacerse con un poco de empatía para otras personas y sus historias vitales.

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