Más latinos mueren en el trabajo

Idioma y falta de documentos los hacen más vulnerables

SACRAMENTO.- La muerte de dos jóvenes hermanos oaxaqueños, uno de ellos menor de edad, en una planta de reciclaje en el condado de Kern la semana pasada sacó a la luz pública que en California los latinos son el grupo con más riesgo de perder la vida mientras trabajan.

Según el estudio Morir en el trabajo en California, realizado por Safework, una organización dedicada a eliminar los peligros en el trabajo, en 2007 el 34% de la fuerza de trabajo de California eran latinos y el 39% de las muertes en el lugar de trabajo correspondía a este grupo social.

En 2009 la cifra subió y el 42% de todas las muertes en el trabajo fue de latinos, mientras que 40% de blancos.

Patricia Ortiz, portavoz de la Agencia Estatal de Seguridad Ocupacional y Salud (CalOSHA), dijo que en 2010 ocurrieron 302 muertes en el trabajo, 131 de las cuales correspondieron a latinos.

“Nuestra gente está más expuesta porque se emplea en industrias de alto riesgo, como la construcción, y es lógico que corran más riesgos de morir”, consideró Ortiz.

El estudio revelado en abril pasado citó como razones principales el hecho de que con frecuencia los latinos se emplean en labores que están pobremente reguladas, como la construcción, la instalación de techos y la agricultura.

Otro factor es la barrera del idioma que les impide comunicarse apropiadamente o recibir entrenamiento; al mismo tiempo, al no tener acceso médico no se atienden de las lesiones que sufren.

Las diez ocupaciones con la más alta cifra de muertes entre los trabajadores latinos en el condado de Los Ángeles entre 1992 y 2007 fueron: instaladores de techos; taxistas; vendedores de puerta en puerta; guardias de seguridad; agentes de los casinos; obreros de la construcción; electricistas; soldadores; plomeros; supervisores de la construcción; policías y empleados de mantenimiento.

El miércoles pasado, Armando Ramírez, de 16 años, murió en una planta de reciclaje de Lamont, en el condado de Kern en la parte central de California, al inhalar sulfuro de hidrógeno cuando se encontraba tratando de destapar un tubo de drenaje de ocho pies, por donde se cuela el agua con que se mojan los desperdicios para descomponerse y transformarse en abono.

Cuando se dio cuenta que Armando no salía, su hermano Heladio, de 22 años, entró a auxiliarlo, pero los gases lo hicieron desmayarse. Armando murió al instante en el lugar de trabajo metido en el tubo, en tanto que Heladio falleció dos días después en el Centro Médico de Kern al ser desconectado de los aparatos que lo mantenían con vida. Los médicos dictaminaron que tenía muerte cerebral y no había nada por hacer.

El sulfuro de hidrógeno es un gas que se usa para el proceso de transformar los desperdicios en abono que ataca el sistema central del cerebro.

Ortiz, la portavoz de CalOSHA, dijo que no podía dar detalles de la investigación de los dos hermanos porque apenas comienza; y por ley tienen hasta seis meses para concluirla.

En tanto, habitantes de las comunidades aledañas a Community Recycling and Resource Co. han realizado varias protestas pidiendo a la Junta de Supervisores del condado de Kern cerrar este centro de reciclaje.

Gustavo Aguirre, uno de los manifestantes que trabaja para el Centro de la Raza, Pobreza y Medio Ambiente, una organización en el Valle Central, dijo que desde 2008 el centro de reciclaje ha estado en medio de la controversia porque los vecinos constantemente se quejan de los gases y fuertes olores que despide.

“No queremos que la muerte de estos jóvenes quede olvidada. Tenemos información de que era una rutina que los muchachos se metieran a esos tubos donde se acumulan gases que son un veneno. La única protección que usaban era una máscara de papel. No se habían muerto antes porque se turnaban por períodos cortos adentro de los tubos”, dijo Aguirre.

Armando Ramirez trabajaba con una identificación falsa en la que indicaba que tenía 30 años.

“Era un ser humano que no tuvo la fortuna de estudiar, de ser legal en este país y que fue explotado por gente con poder que ahora quiere tapar su irresponsabilidad de envenenarlo a él y a toda una comunidad con sus gases contaminantes”, señaló Aguirre.

Funcionarios de la planta de reciclaje y de la compañía que contrató a los hermanos muertos, A & B Harvesting Inc., no respondieron a una solicitud para comentar sobre la tragedia.

De acuerdo con CalOSHA, todos los menores de edad que trabajen deben tener un permiso de la escuela a la que asistan para poder trabajar pero ese no es el caso de los menores inmigrantes.

Luis Magaña, líder campesino del Proyecto Voz de Stockton, dijo que es algo común que los menores de edad inmigrantes laboren en trabajos de riesgo mortal.

“Los patrones lo saben y es un mercado laboral bien explotado en California, en la construcción, la agricultura y sólo se reportan los casos en los que llega la muerte. Muchas veces los trabajadores se lesionan o hieren en el trabajo y no se quejan porque son jóvenes y necesitan el dinero”, señaló.

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