Tiempos distintos

La mejor manera de entender el fenómeno migratorio es a través de historias personales y la que traigo ahora es muy interesante:

“Mis padres hablaban del deseo de tener una mejor vida y del dolor de salir del país en el que nacieron. Ellos describían las penurias que atravesaron mientras crecían y su obsesión por darles a sus hijos la oportunidad de alcanzar los éxitos que ellos no podían obtener en su país de origen”.

Esta es la historia común de la mayoría de los inmigrantes, tanto de aquellos que llegan debidamente documentados, como de aquellos que cruzan una frontera de manera ilícita, o se quedan después de que su visa ha expirado.

Pero esta no es la historia de cualquier inmigrante. En realidad es la historia de un inmigrante que según los entendidos, podría ocupar la silla presidencial.

Esta es la historia de Marco Rubio, senador republicano por el estado de Florida y un ferviente opositor a una probable reforma migratoria comprehensiva, e inclusive al DREAM Act, aquella propuesta de ley que legalizaría a los estudiantes indocumentados que fueron traídos al país siendo menores de edad.

Recientemente, el Washington Post dio a conocer que Rubio había alterado la historia de la llegada de sus padres desde Cuba con fines políticos. De acuerdo a este diario, Marco Rubio señala en su biografía que sus padres llegaron de Cuba huyendo de la dictadura de Castro, pero el análisis de los documentos migratorios de sus padres muestran que en realidad ellos llegaron a Estados Unidos en 1956, es decir, tres años antes de la llegada de Castro a La Habana.

Es cierto además, que de los mismos documentos se establece que sus padres obtuvieron la residencia legal a los pocos días de haber ingresado al país.

Eso es lo que marca la diferencia entre los “inmigrantes legales” de hace 50 años, y los “extranjeros ilegales” de los últimos años. Emigrar en los cincuenta era relativamente simple, bastaba solicitar la residencia, y los papeles llegaban en un par de semanas. Así emigraron los familiares de mi esposa, y también algunos familiares míos. La diferencia con el inmigrante actual es que la posibilidad de emigrar legalmente se reduce prácticamente a cero. Aquí hay un doble discurso, el mensaje es “jamás te permitiremos emigrar legalmente, pero si quieres entrar por la puerta de atrás, porque estamos necesitando gente que trabaje muy duro”.

Y este doble discurso es el que permite que políticos como Rubio se llenen la boca hablando de que sus padres emigraron “legalmente”, y que no se puede beneficiar a quienes violaron la ley. El actual sistema migratorio no se ajusta a la realidad, y esto debería ser suficiente argumento para darles a los indocumentados que ya están aquí y que han mostrado una conducta adecuada, una oportunidad para poder legalizarse, especialmente en el caso de aquellos jóvenes que fueron traídos al país siendo menores de edad.

Una ley adecuada le dio a Rubio la oportunidad de que aspire a ser un día el ocupante de la Casa Blanca, me gustaría preguntarle al senador, porqué no brindarle esa oportunidad a los hijos de otros inmigrantes menos afortunados?

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