A topes termina Calderón

Hace semanas sugerí que a Felipe Calderón se le debía enjuiciar por crímenes de lesa humanidad, algunos de los criterios eran la inacción del gobierno para investigar sobre las quejas por violación de derechos humanos en manos del ejército y las fuerzas federales policíacas.

Finalmente un grupo de mexicanos lo demandó ante la corte internacional de la Haya por crímenes de guerra y de lesa humanidad. Cuando una demanda de éstas se interpone contra un mandatario, no es porque el mismo haya jalado del gatillo, pero en cambio es responsable por haber implantado las políticas que dieron lugar a esas violaciones de los derechos humanos, lo que lo hace responsable.

Si lo comparamos con Augusto Pinochet, el dictador chileno fue encarcelado en Inglaterra para ser deportado a España para que respondiera por las violaciones cometidas en su gobierno, no porque haya torturado y asesinado personalmente a ciudadanos inocentes. El caso del chileno demuestra que los dictadores no están exentos de la aplicación de la ley, y lo mismo sucede ahora con Calderón, quién no tendrá más opción que enfrentar la demanda en la corte.

Los ciudadanos acuden ante la corte internacional después que sus quejas no encuentran eco, o bien, porque el sistema judicial de su país no actúa conforme a derecho. De hecho hay que agotar los distintos pasos de la queja antes que la corte le de entrada, porque no puede prestarse a actos de revancha política en el país de donde parte la queja.

Entre las voces que se apresuraron a descalificar la demanda está la de Peña Nieto, candidato del PRI a la presidencia, porque si gana la elección, tendrá que enfrentar este juicio, pero también tendrá que responder por los miles de asesinatos de mujeres en el Estado de México, mientras él fue gobernador. Y ya abierta la puerta, no faltara quien denuncie a Zedillo por la matanza de Acteal, a Salinas por los asesinatos de 300 perredistas y en una de esas no se salvaran muchos políticos mexicanos. Este cuadro se le agrava ahora a los políticos con la nueva ley del senado en la que se elimina el fuero tal y como se entiende en el país y que pone a los políticos electos por encima de la ley.

La respuesta de Calderón no sorprende y tal vez tampoco decepciona dado su desempeño: amenazó con actuar contra los demandantes, como si el hecho jurídico de demandarlo, fuera un acto de difamación, de poco patriotismo, o de traición, cuando en realidad es exactamente todo lo contrario. En un país donde se pisotea las leyes de forma cotidiana, un acto cívico de esta naturaleza arroja una luz de esperanza. El acto presidencial también demuestra su desdén por las leyes y confirma que el opta por las demostraciones de fuerza y no por el diálogo, por supuesto que muestra descarnadamente su poco espíritu democrático.

Han sido muchas las críticas por la guerra en la que involucró al país, muchos ponen en duda sus acusaciones a las víctimas (Salvarcar donde acusó a los jóvenes asesinados de pandilleros), ya ha ganando su lugar en la historia como el presidente del sexenio más sangriento desde la revolución (más de 90,000 homicidios en lo que va de su administración), y el país se hunde en la zozobra con un fuerte impacto económico y social. Todavía debemos estudiar bien el problema de los desplazados y el impacto social que tiene el desarraigo, porque ni los migrantes en el extranjero se salvan de la extorsión.

Calderón descarta la crítica y exige que se hable bien del país, pero al parecer no entiende que el no es el país y que criticarlo no implica criticar a México, por eso sostengo que el acto de los demandantes demuestra conciencia política y ejercer una libertad, en una situación de conculcación de las libertades.

Calderón empezó su gobierno con camorras, lo siguió con una guerra torpe e insensata, y termina riñendo contra los ciudadanos que se dicen agraviados por las acciones de gobierno. Calderón esta desesperado porque las cosas le han salido mal: nunca logró el control del país, perdió el control de su partido, ha perdido sistemáticamente elecciones, y ni siquiera logró con todo el peso del estado ganar la elección de su hermana.

Usualmente el último año de gobierno el poder se va diluyendo, lástima que a Calderón este poder no se le concretó ni cuando se tuvo que poner la banda presidencial de manera furtiva. Dice que ya esperaba los ataques, pero lo desconcertó que fuera por la vía judicial y en un ámbito donde no podrá ni corromper ni usar presiones. El juicio será una gran lección para México.

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