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Avatares del español

El español queda expuesto a un futuro incierto en el que el hablante (lector) pasa a segundo término y es tomado a chirigota.

Empezamos por el ministro de cultura de la República Dominicana, el señor Lantigua. Este personaje ha decidido respaldar la imposición de una multa (de uno a cinco salarios mínimos) a los que cometan incorrecciones en el uso del lenguaje en anuncios, rótulos y demás documentos públicos. ¿Y si el delincuente no tiene dinero para la multa se le enviará a la cárcel? ¿Cuántas tildes mal dadas te privan de la libertad? Y lo más cómico, ¿quién va a ser el juez que lo juzgue? Imagínense por un segundo que a un avieso ciudadano se le ocurriera leer con lupa todos los documentos del señor Lantigua: ¿a qué banco iría a pedir el préstamo para pagar sus multas? ¿Es que hay alguien que escriba “santas comas”, “haches virginales”, “divinales tildes”?

En otro orden de cosas, La Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), por medio de su secretario general José Ignacio Covarrubias, dijo recientemente en una visita a Panamá, que por estar en EEUU el segundo mayor contingente de hispanohablantes, se le debería otorgar a ANLE una posición más prominente entre las academias. Esto es, que cree que cuántos más latinos seamos nosotros, su academia debe tener mayor influencia en el mundo del español. ¿Por qué no empiezan por intentar tener alguna influencia en alguna parte; aquí, por ejemplo?

The Economist o los enteradillos de turno. Esta revista publica un artículo en que se nos quiere iluminar sobre el hecho de que los hispanoparlantes declinan en números alarmantes con el paso de las generaciones. Nos ponen en la escuelita para que nos enteremos de por qué Jessica Alba o Eva Longoria no hablan español. Con lo que no contaban era con que el español de EEUU es lengua fronteriza con el mundo hispano, y parte entrañable de Estados Unidos a través de Puerto Rico, el Suroeste y la historia de la forja del país mismo. Hoy, con canales nacionales y prensa en español se hace, no se olvide, un esfuerzo titánico por mantener la lengua a la altura de la historia. Si Jessica Alba o Eva Longoria no hablan español es porque nadie les habló en español, y no por otra cosa.

El escritor enfadado: Javier Marías. Arranca en una entrevista con un “me pregunto si los escritores no estamos de adorno en la RAE”. Su enfado proviene de que considera un retroceso la última edición de la Ortografía del español. Se queja de que, los que él llama “los técnicos”, no tuvieran en cuenta la opinión de los escritores a la hora de redactarla. Incluso añade que (a los escritores) se les viene a considerar “no sabe si ignorantes, meramente intuitivos o váyase a saber qué”. Está convencido de que hay cuestiones en las que habría que hacerle más caso a Cervantes, o su equivalente hoy día, que a ningún otro. No se puede estar más en desacuerdo. Es así de sencillo: cualquiera que no sea experto en ortografía, escritor o no, debe ser declarado inhábil para la labor. Otro asunto es lo oportuno de la publicación (de la Ortografía). Y por cierto y de remate señor Marías, ¿sabe usted que Cervantes escribía su nombre con “b”: Cerbantes?

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