Así soy yo

Entre los numerosos mensajes electrónicos que estoy recibiendo hubo uno, de Samuel Trejo, que me “tocó”.

Dice así: “Don Rodolfo: Tenemos conocidos comunes y lo que me cuentan de usted no coincide con la imagen que me formo al leer sus comentarios los domingos. No escribe como un hombre de avanzada edad; escribe como un hombre preocupado por los quehaceres políticos de aquí y de México. Me dicen es maestro universitario y escritor. ¿Aquí, en privado, qué es usted en realidad?”

Don Samuel, soy un hombre con muchos años vividos en los que caben toda clase de actividades. Intento actuar como un hombre moderno, si por moderno se entiende tener la capacidad de adaptarse cada día a circunstancias cambiantes y desechar todo eso que al paso del tiempo se convierte en basura de la historia.

Estoy convencido que no todo lo de “antes” era mejor, como tampoco todo lo nuevo lo es. Los cambios, gusten o no, no se pueden ignorar.

Soy firme en mis creencias morales. Pero creo que cambiar de opinión y de posición política, cosa que algunos lectores me han criticado, es una virtud, cuando cambiar es para estar actualizado.

Y al paso del tiempo no somos los mismos… Hay quienes se niegan a aceptarlo. pero no se puede vivir sin evolucionar y… cambiar es eso. Pero se piensa que solo lo jóvenes pueden cambiar y están equivocados.

Para mi hay dos tipos de edad: La del calendario y la del espíritu. La primera no se detiene; el tiempo pasa irremediablemente. La segunda hace posible entender el valor de la vida y la satisfacción de vivirla.

En mis 92 años he soñado con hacer muchas cosas, algunas realizadas otras no, pero soy feliz con lo que tengo y hago.

No entiendo porque algunos me critican que a mi edad quiera hacer cosas nuevas, piense en el futuro y escriba. Quizás creen que debiera estar echado en un sillón, frente a un televisor, viendo pésimos programas y peores comerciales, esperando con ansias la ocasional visita de los nietos y tener como única misión sacar a caminar al perro.

Por ahora, yo no soy ese…

* Soy pionero del turismo de México (1945 a la fecha), de Cancún, de muchos lugares más y de la hotelería; en esa actividad he sido y hecho de todo y trabajado en varios países.

* Estoy en la Universidad de Houston, dando clases de lo mismo y como mentor de estudiantes latinoamericanos; es mi conexión directa con el futuro.

* Soy lo que en México llamamos un “turistero”, palabra horrible para una actividad preciosa.

* Toda mi vida soñé con tener un ranchito. Soy, como me bautizaron en mis años de estudiante en Alemania, un “Naturkind”, hijo de la naturaleza.

Casi lo logré. Tuve cinco hectáreas en Ciudad Hidalgo, Michoacán, que orgullosamente llamaba “Rancho la Güerota” donde planté 200 duraznos españoles y que, al emigrar a los Estados Unidos, tuve que vender, pero no borrar de mi memoria; aun lo extraño.

Nunca más volví a ver mis arbolitos… Sigo soñando con tener un terreno… ahora aquí en los Estados Unidos. Hay algo especial en sentirse propietario de un pedacito de nuestro planeta.

* Me gusta escribir… Por años escribí y di conferencias en el campo técnico turístico.

Pero fue, hace casi 29 años, que La Opinión me abrió la puerta y me publicó “Burbujas” y con ese respaldo (que supongo ellos no saben lo importante que fueron en mi vida) me dediqué a escribir, además de mi columna semanal, cuentos y novelas; campo totalmente nuevo para mi.

En días pasados, al presentar a un grupo de mis alumnos, mi nueva novela Los Farsantes, que acaba de ser editada por “Palibrio” (Amazon.com y Barnes & Nobel) y traducir unos pasajes del español al ingles, me asaltaron con preguntas: ¿Por que escribo, del cómo y del cuando lo hago?

Al contestar sus preguntas me di cuenta de las larguísimas horas que invertí escribiendo y de los problemas que tuve que para que esta novela fuera publicada.

Expliqué que tener en las manos el primer ejemplar editado de Los Farsantes me produjo un choque emotivo imposible de describir; mostrarlo a amigos fue casi como presentarles un hijo.

Como padre -el libro es hijo de mi mente- creo que Los Farsantes es una buena novela política; bueno, eso creo.

He escrito varios cuentos y novelas desde que a una edad, en que otros se retiran, (empecé a los 61 años) dediqué tiempo a hacerlo. Empecé con La Niebla (nunca publicado), seguí con La jugada (agotada), En la Sombra de su Rostro (agotada), Cuentos Cortos y Largos (casi agotada) y ahora Los Farsantes.

Soy tonto, pero me sigue emocionando cuando se refieren a mi como escritor.

* Me gusta la política y la entiendo como el arte de conciliar intereses, de defender ideales, sin pisotear los de otros; rechazo la del dinero, la de los cabilderos y la de los que aprovechan sus puestos para hacerse ricos. Creo en la honestidad, desafortunadamente ausente en la política. Me parecen patéticos los “que siempre tienen razón” y a los que ponen su ideario por encima del interés del país. Siempre estaré criticando a los extremistas antidemocráticos sean estos fascistas, comunistas o simplemente necios.

Soy combativo y como don Quijote me lanzo contra molinos de viento sin posibilidades de vencer.

Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain