Afición vibra con finalísima
Fans de Tigres y Santos dan su apoyo sin condiciones
MONTERREY, México.- En las calles de la Ciudad se respira el futbol con un fuerte aroma a Tigres.
La emoción de miles de habitantes es evidente. Sólo faltan 90 minutos para que el sentir se desborde.
En cientos de coches ondean las banderas auriazules; los puestos ambulantes han invadido las calles para vender productos con el sello del equipo; los aparadores presumen la camisa oficial, tan solicitada las últimas semanas, y las apuestas no se han hecho esperar.
Ya desde el jueves la euforia de 2 mil hinchas de Tigres se apoderó de la Macroplaza, donde celebraron la victoria del gol con el que vencieron en Torreón al Santos.
Amigos y familiares ya tienen cita para ver juntos la batalla final por el título que se ha dado a desear por casi tres décadas, cuando bajo el mando de Carlos Miloc, los Tigres se coronaron ante el Atlante el 6 de junio de 1982.
La emoción simplemente extiende su vibra en todos lados.
“Desde que se decidió que pasábamos a la final casi lloro, saliendo del estadio toda la afición traía banderas, los carros pite y pite, una emoción grandísima, se me acabó la voz”, cuenta Ernesto González Guajardo, de 22 años, quien desde los 5 años de edad no ha dejado de ir al Volcán.
“Si ganan no me quiero imaginar en la Macroplaza cuántas miles de personas van a estar ahí, contándome a mí, obviamente. La Ciudad va a estar paralizada, pura gente contenta, pura buena vibra”, afirma el joven.
El analista de futbol Roberto Gómez Junco dice que en la culminación de un torneo todos los equipos aspiran al título, sin embargo, para la afición de Tigres adquiere una relevancia mayor si se considera el tiempo sin ser campeones.
“Tiene otros dos intentos fallidos en una final, uno de ellos con Ricardo ‘Tuca’ Ferreti ante el Pachuca en el 2001 y en el 2003 el mismo Pachuca les arrebata el título, en ambas ocasiones cerrando como locales”, señala el columnista.
Hay otra carga simbólica muy fuerte: la rivalidad con el otro equipo local, Rayados, que fue campeón en el 2003, de la mano del argentino Daniel Passarella; y en el 2009 y 2010 con Víctor Manuel Vucetich.
“Tienen ese campeonato respirándoles en la nuca, tienen el descenso también, que psicológicamente es muy fuerte, es una neurosis que tiene el aficionado de Tigres de ser campeón”, expresa Miguel Ángel Lara, director del Instituto de Altos Estudios sobre Deporte, Cultura y Sociedad (Indecus).
El ambiente de júbilo que crea el futbol puede ser un buen regalo de Navidad para un Estado golpeado por la violencia y la inseguridad.
Gómez Junco señala que esta Ciudad necesita un desahogo, como el que daría un título de los Tigres.
“Para mucha gente sería como un bálsamo considerando lo que se vive más allá del futbol, que es por supuesto mucho más importante”, expresa.
“Sería como un respiro, estamos mal en otras cosas, pero somos campeones. Festejarán con todo, espero que pacíficamente y no pase a mayores, pero sí en el ánimo creo que tendría un impacto positivo”.
En caso de una derrota, añade, con base en la historia de Tigres, el aficionado sufrirá y llorará, pero apoyará a su equipo.
El psicólogo Miguel Villegas, profesor de la Facultad de Psicología de la UANL, dice que esta final permitirá disfrutar lo que se ha dejado pasar ante la difícil situación que se vive.
“Aquí creo que es fundamental saber que es un hecho contundente haber llegado a una final y eso es lo suficiente para estar en un nivel de alegría, optimismo y satisfacción”, comenta.
Pero, ¿por qué el futbol es tan reconfortante para sus seguidores? Lara explica que un equipo de futbol sustituye muchos de los valores que la gente busca.
“En un país que está en crisis como el nuestro una camiseta aparece como ese elemento eje para tenerle cariño y fe a algo”, explica el ex periodista deportivo e investigador de la Universidad Iberoamericana.
“Para una sociedad que está viviendo una crisis tremenda, en términos de seguridad, económicos y políticos, el futbol ha sido el sustituto ideal del cual el regio se siente orgulloso y seguro”.
Resulta difícil entender la pasión del futbol para quienes no la viven, pero este deporte es un elemento de identidad social para muchas personas.
Teresa Celestino, profesora de la maestría en Psicología Deportiva de la UR, explica que la afición a un equipo de futbol contribuye a la construcción de identidades porque une en semejanzas.
“Es el grupo con el que te asemejas. Hay coincidencias en creencias, en valores, en actitudes, incluso pertenencia hacia un lugar y hacia una cultura en particular”, explica la socióloga e investigadora de las barras regias.
El aficionado considera que con el apoyo a su equipo puede canalizar y contribuir al éxito.
“El futbol permite la posibilidad de un desborde de las emociones que puede manifestar de una manera radical, en una euforia colectiva, como sucedió en los últimos juegos, pero también puede haber toda esta cuestión dramática, sentimental de frustración de una derrota colectiva”, explica Celestino.
“El estadio es a veces una especie de territorio conquistado, no sólo para la barra sino para todos los aficionados porque ahí se les puede permitir hacer cosas que en otros espacios no está permitido”.
Gómez Junco se sorprende por lo que el futbol provoca; le parece especial el caso de la hinchada felina.
“Cuando los Tigres descendieron me dejó pasmado la reacción de la gente, los apoyaron más que nunca, llenaron estadios jugando en Primera A. Paradójicamente ese descenso hizo que los Tigres tuvieran más seguidores, así lo percibo yo”, destaca.
“La afición de Tigres es una afición no muy exigente, pero sí muy noble, está con el equipo a pesar de los fracasos. Ha habido torneos que no califican y terminan festejando y aplaudiéndole a los jugadores”.
¿Ganarán? Eso está por definirse. Pero los Tigres ya celebran que la balanza está a su favor en el Torneo Apertura 2011.
“Hicieron lo que han sabido hacer a lo largo del torneo: tener la pelota, la iniciativa, jugar en cualquier cancha”, expresa Gómez Junco”.
Por eso hoy en el Estadio Universitario se vivirá una gama de emociones que se replicarán en decenas de casas, restaurantes y bares de Monterrey. No es para menos, la tercera estrella está cerca.