Objeción y obstrucción
Las objeciones republicanas a las designaciones de la Administración Obama son cada vez más variadas, aunque todas cumplen con el motivo de entorpecer la función del gobierno demócrata.
El caso de Mari Carmen Aponte como embajadora de El Salvador, que fue nombrada en receso legislativo y ahora debe ser confirmada por el Senado, es un ejemplo de cuan banales son los argumentos en contra de los nominados a la Casa Blanca.
En esta ocasión específica se le cuestiona a Aponte la relación que mantuvo hace 20 años con un novio que, según varios rumores, fue un agente castrista o quizás un informante del FBI. Así de precisa es la información. Lo increíble es que esto sea más relevante que los numerosos vistos buenos de seguridad que recibió Aponte en su carrera.
Ante lo confuso de la situación, la nueva crítica conservadora en contra de Aponte la acusa de dar un testimonio en favor de los gays al cumplir con la orden del Departamento Estado en reconocimiento al mes del orgullo gay. Aponte elogió al gobierno salvadoreño por ser signatario de la declaración de la ONU para eliminar la violencia contra gays y lesbianas.
El obstáculo que enfrenta la nominación de Aponte es parecido al que descarriló la semana pasada las designaciones de Richard Cordray para dirigir la Oficina de Protección al Consumidor Financiero y de Caitlin Halligan para el Tribunal de Apelaciones del Circuito de DC.
En el caso de Cordray, los republicanos resisten aceptar que la ley de reforma financiera creó este cargo ejecutivo para que sea un sólido defensor del consumidor. La minoría senatorial se niegan aceptar cualquier nominado hasta que no se diluya el poder de esta oficina y que dependa del Congreso.
En el caso de Halligan se oponen a esta nominación judicial por la postura de la designada en cuestión de control de armas y por discrepar con el expresidente Bush en la política de arrestos arbitrarios.
Las tres nominaciones recibieron más del 50% de los votos en el Senado, pero los republicanos han convertido en norma lo que antes era el uso excepcional del bloqueo parlamentario. Esto obliga ahora a los demócratas a obtener 60 votos para aprobar sus iniciativas y nominaciones, lo que antes no era necesario.
Hoy los republicanos han tomado el papel de co-gobierno lo cual es inexacto porque en la Casa Blanca hay un solo partido y el papel del Senado -cuya mayoría es demócrata- es solo de “asesorar y consentir” .
Es normal que el partido de la minoría objete la política que surja de la presidencia, lo inadmisible es que obstaculice las acciones de la Casa Blanca porque asume responsabilidades que son del Poder Ejecutivo.
Por lo menos hasta el 2013 los votantes eligieron a Obama como presidente y este debe poder gobernar.